Dentro de unas
horas termino el retiro de tres días que he dado a los claretianos de la Provincia
de Santo Tomás de la India. Teniendo en cuenta que, a causa de la pandemia de Covid-19, no es posible viajar ahora mismo al país
asiático, lo he hecho en directo a través de mi canal de YouTube. Esto me ha obligado a pegarme un buen madrugón debido a la diferencia horaria de tres horas y media. La primera meditación comenzaba a las 6 de la mañana; la segunda, a las 11,30. Son soluciones de
emergencia que no me satisfacen del todo, pero que nos permiten no tirar la
toalla en estos tiempos difíciles. Internet nos ayuda a tejer una red mundial de relaciones en la que todos sentimos que formamos parte de una gran familia.
Sigo con mucha preocupación lo que está
pasando en mi país, y más concretamente en Madrid.
Me temo que la acumulación de tensiones de todo tipo (concentradas en las
plataformas mediáticas) puede acabar estallando en algún momento. Por eso, echo
de menos líderes con templanza y mirada de onda larga. Aquí en Italia las cosas
parecen más calmadas, pero en cualquier momento puede formarse la tormenta perfecta.
Casi toda América sigue acumulando contagios y muertes. Parece claro que la
cosa va para largo. Lo que no sé
si va para largo es nuestra paciencia. Los ánimos se van desgastando. Una
persona o un grupo con la moral baja pueden tener reacciones incontrolables. De
hecho, se están multiplicando los casos de violencia, robos y suicidios. Muchos
se preguntan hasta dónde vamos a llegar y hasta cuándo podremos resistir. No
basta con cantar “Resistiré” (canción que tuvo su boom en los meses de marzo y
abril) en un ejercicio de voluntarismo extremo, sino de cultivar las raíces que
nos permiten nutrirnos y resistir en tiempos de inclemencia y ayudarnos unos a otros.
En este clima de
tensa serenidad, esta tarde celebraremos la ordenación diaconal de un claretiano
salvadoreño en nuestra basílica romana del Corazón de María. En ella es fácil asegurar
la distancia de seguridad. Para facilitar el seguimiento de la celebración por
parte de su familia y de sus amigos, transmitiremos la ceremonia por YouTube
y Facebook. Hoy se ha convertido ya en una práctica normal este tipo de
transmisiones. Es una forma de acercar los eventos a quienes no pueden participar
físicamente en ellos. Yo me voy a dedicar a hacer la traducción simultánea del
italiano al español, de modo que los salvadoreños puedan entender bien lo que
celebramos. Es una tarea pesada, pero, de vez en cuando, me gusta hacerla. Al
fin y al cabo, la vocación misionera tiene algo de interpretación.
Los
misioneros nos pasamos la vida “interpretando” los signos de los tiempos para
ver qué nos quiere decir Dios en las personas y acontecimientos e “interpretando”
la Escritura para ver cómo puede iluminar lo que vivimos. Este Rincón es,
en cierto sentido, un ejercicio diario de interpretación, así que supongo que
no me costará demasiado ponerme los auriculares, activar el micrófono, escuchar
con atención e ir interpretando lo que sucede. Por otra parte, una de mis varias
vocaciones frustradas (junto a la arquitectura y la música) es el periodismo. Contar
lo que vemos y oímos es un modo de comprenderlo mejor. Una experiencia nunca se
termina hasta que no la contamos. La expresión es el último eslabón de una
cadena que incluye la percepción y la conciencia.
Hoy se celebra en
Nápoles la fiesta de san
Jenaro, del que los napolitanos se confiesan muy devotos. Todos los
años, en un día como hoy desde hace unos 400 años, se licúa la sangre del
santo. La Iglesia no habla de milagro, sino de prodigio. La tradición popular
considera de mal augurio que la sangre no se licúe, como ocurrió en septiembre de
1939 cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, o en 1943, cuando la ciudad de
Nápoles fue ocupada por los nazis. Todos se preguntan qué pasará este año 2020,
el año de la pandemia. En el momento de escribir estas líneas, no sé si se ha
producido la licuefacción o no. Pase lo que pase, no es el momento de echar más
leña al fuego, sino de compartir experiencias y mensajes que nos ayuden a vivir
el momento presente con serenidad. No es nada fácil. Un día leemos que la
vacuna está al caer. Al día siguiente nos dicen que no llegará antes de finales
de 2021 o a mediados de 2022. Al principio nos aseguraban que quienes habían padecido
la enfermedad quedaban inmunes frente a ella. Ahora se multiplican los casos de
reinfectados.
Los mensajes contradictorios no solo proceden de Donald Trump
(sería un milagro que en su caso fueran coherentes), sino de las autoridades
sanitarias y de los políticos de turno. A todos parece sobrepasarnos una
realidad para la que no tenemos respuestas precisas y oportunas. Una solución
de emergencia que algunos amigos míos han tomado es abstenerse de leer y escuchar
noticias. La sequía informativa proporciona una relativa tranquilidad. En mi
caso, no funciona porque soy un adicto a la información. Sigo creyendo aquello
de que “sin información no hay opinión”, pero tal vez tengo que revisar mis
principios en aras de la salud mental.
Única lectura recomendable para tratar de analizar con cierta tranquilidad de espíritu las noticias y los signos de erstos tiempos, este Rincón y las lecturas de la misa del día. Gracias Gonzalo por tu vocación. Como dice tu santo fundador hoy, el misionero solo se dedica a tratar de llevar el amor de Dios a todos y acepta incluso las calumnias con amor.
ResponderEliminarAbrazos
Yo sí que he optado por reducir mucho mi acceso las noticias, son deprimentes y además a los que tenemos que trabajar solo consigue ponernos de los nervios y que vayamos al trabajo muertos de miedo, mis alumnos merecen otra cosa, merecen mi alegría, mi capacidad de transmitir seguridad y positividad, esperanza y confianza... Para eso necesito un poco más de Evangelio y un mucho menos de noticias.
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