Italia está conmocionada. Tras el reciente asesinato de Willy, un joven romano de padres caboverdianos, ayer, a primera hora, fue asesinado don Roberto Malgesini, en la
plaza de san Roque de Como,
una ciudad situada en el norte del país. Don Roberto tenía 51 años. Cuando llegó el personal sanitario no pudo
hacer nada por salvarle la vida. La herida del cuchillo empuñado por su asesino
le había provocado la muerte. Al poco tiempo, un hombre tunecino con problemas psíquicos se presentó en el cuartel de los carabineros para autoinculparse como autor de los hechos. Tiene dos años más
que don Roberto. Se trata de un “sin techo” que tenía varios decretos de
expulsión del país y algunas condenas por maltrato familiar y robos. Podría ser
uno de tantos asesinatos como se cometen cada día, pero hay algo que lo hace
diferente. Don Roberto era un sacerdote que se dedicaba precisamente a ayudar a
la gente de la calle. Conocida la noticia, enseguida acudió al lugar monseñor Oscar
Cantoni, obispo de Como. Expresó su “profundo dolor y confusión por lo sucedido”,
pero también “orgullo por este sacerdote que ha trabajado desde siempre a pie
de calle hasta dar la vida por los últimos”. Los últimos eran en este caso los inmigrantes y marginados.
Acudieron también alrededor de la casa parroquial muchos de los que han recibido ayuda
por parte del sacerdote en los últimos meses. “Para mí, era como un padre – contaba
Gabriel Nastase, de 36 años –. Cuando llegué de Rumanía, solo, sin un techo
donde cobijarme y sin trabajo, fue el primero en ayudarme. Después encontré un trabajo, pero siempre he estado en contacto con él. Si necesitaba
medicinas o que alguien me acompañase al médico, acudía siempre a
él. No merecía morir de esta manera. Espero que se haga justicia”. Un joven
ghanés, sentado en las escaleras de la iglesia, expresó también sus
sentimientos: “Yo vengo aquí todas las mañanas para desayunar algo.
Esta mañana he llegado en torno a las 7,30 y he visto un cuerpo tirado en el
suelo, pero no me han dejado acercarme. Más tarde he sabido que se trataba de
don Roberto. Para mí hoy es un día muy triste. No tengo ni siquiera ganas de
comer”. Se multiplican los testimonios parecidos entre otros inmigrantes. Como
todas las mañanas, don Roberto estaba repartiendo desayunos entre la gente de
la calle con su viejo Panda gris cuando fue acuchillado en el cuello por
alguien a quien había ayudado en varias ocasiones.
Anoche, antes de
ponerme al ordenador, vi las imágenes de la vigilia de oración que se estaba
celebrando en la catedral de Como. Mucha gente había respondido a la llamada que
el obispo hizo a través del vídeo que pongo al final de esta entrada. En él define a don Roberto como “el santo de la puerta de al lado” y recuerda una frase que solía
repetir a menudo: “Los pobres son la verdadera carne de Cristo”.
Me
alegro mucho de que siga habiendo curas como Roberto. Su manera de entender y
vivir el Evangelio no necesita muchas notas a pie de página porque todo el
mundo la entiende. Se podrá estar más o menos de acuerdo con la Iglesia, pero
nadie en su sano juicio desprecia a alguien que ha consagrado su vida a estar
cerca de quienes no encuentran su lugar en la sociedad porque no somos capaces de
hácerselo. Es verdad que siempre ha habido curas así, pero en una ciudad rica − Como
lo es −, su opción por los últimos resulta más luminosa y profética. No tengo
mucho más que añadir. Me quedo en silencio, doy gracias a Dios por su vida y lo
encomiendo a Aquel que era la razón de ser de su entrega hasta las últimas consecuencias. Quizá fue providencial que muriera en la memoria de la Virgen Dolorosa, la que supo estar al pie de la cruz de su hijo cuando otros muchos amigos huyeron.
Hay momentos en que la reflexión se hace difícil, topamos con el misterio de la vida y la muerte y de la complejidad de la persona.
ResponderEliminarHay muchos “porqués”!!!
Entre jóvenes va subiendo la agresividad, el poco respeto al otro… hay suicidios y hay asesinatos en los que el asesino se ensaña con la víctima… y testimonios que hacen alarde del suceso… Da miedo el panorama que hay.
Me pregunto qué pasa que, en pocos días, están marchando personas entregadas del todo a los demás… Muere Casaldáliga, muere el “Pare Manel”, en Barcelona víctima del Covid, y ahora nos enteramos de este sacerdote, don Roberto del que nos informas… y seguramente más, anónimos, en países donde se dan muchas necesidades, como en el Brasil que de vez en cuando saltan noticias parecidas incluso de seglares que entregan su vida a favor de los demás.
Sintámonos unidos en la oración que es todo lo que podemos hacer, para tener fuerza para ser “signo de contraste”.
Gracias Gonzalo por tu reflexión.
Mucha tristeza...mucha, y dolor. Profundo dolor. Señor Dios Todopoderoso y Misericordioso: concédele a Roberto la Paz Eterna, porque estoy seguro que perdonó a quien le atacó. Otro pobre...otro..
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