Ayer se cerró el plazo de inscripción para una semana de ejercicios espirituales destinados a miembros de la Familia Claretiana. La voy a dirigir junto con otro compañero claretiano.
Será a mediados de julio, coincidiendo con el 161 aniversario de la fundación
de los Misioneros Claretianos. El hecho no tendría mayor relevancia si no fuera
porque en esta tanda van a participar alrededor de 300 personas de España,
Italia y un buen número de países latinoamericanos. No vamos a violar las
normas de “distanciamiento social”... por la sencilla razón de que será una tanda on
line a través de nuestro canal de YouTube. Estaremos muchos de nosotros
a miles de kilómetros de distancia. El programa consta de una meditación de
media hora a las 10 de la mañana (desde Roma, Italia) y otra a las 5 de la
tarde (desde Vic, España). La jornada se cerrará con media hora de oración a
las 8 de la tarde. Después de cada meditación, los participantes recibirán por
correo electrónico algunas pautas para el tiempo personal de oración. Cada uno
buscará el momento más adecuado para participar en la Eucaristía en su lugar de
residencia, dado que ya es posible hacerlo en casi todos los lugares. Quienes lo
deseen podrán solicitar algunos encuentros de acompañamiento personal a través
de plataformas como Skype o Zoom. Estaremos disponibles seis
personas: tres claretianos y tres claretianas. En realidad, no era esto lo que estaba
programado. Lo que habíamos organizado hace meses con motivo del 150
aniversario de la muerte de Claret era una tanda presencial para un máximo de
50 personas en Vic, lugar donde se venera el sepulcro de san Antonio María
Claret. Pero la pandemia nos ha obligado -como a muchas familias, comunidades e
instituciones de todo tipo- a alterar nuestros planes. Entre suprimir la experiencia
y ofrecerla por internet, optamos por lo segundo.
¿Es posible hacer
unos ejercicios espirituales on line? ¿Se garantizan los mínimos
requeridos para una experiencia de este tipo? ¿No es una concesión a la moda
del momento que degrada el verdadero sentido de los ejercicios espirituales? Es demasiado pronto para responder a estas preguntas con un fundamento suficiente.
De todos modos, no es, ni mucho menos, la primera vez que se hace una
experiencia de este tipo (hay congregaciones y personas que llevan tiempo haciéndolo), ni creo que sea la última. Lo que importa es caer en
la cuenta de que los ejercicios espirituales constituyen, ante todo, una
experiencia personal (y comunitaria) de encuentro con Dios que cada uno puede
hacer allí donde esté, con tal de que asegure un espacio de recogimiento y
silencio y un tiempo prolongado de oración personal. Las meditaciones on
line ofrecen solo algunas pautas para realizar esta tarea personal. Confieso
que me sobrecoge un poco dirigirme a 300 personas a las que no veo físicamente
y con perfiles muy variados: desde un misionero de 90 años hasta un laico de
30. ¿Es posible encontrar un mensaje que conecte con la situación y las
necesidades de cada uno? Humanamente parece imposible, pero el Espíritu de
Jesús sabrá dar a cada uno lo que necesita en este preciso momento de su vida. Por
eso, cuando todavía falta casi un mes, pido a los amigos del Rincón que
oren por el fruto evangélico de esta experiencia. Solo la oración puede hacer
que todos nos abramos a lo que Dios quiera de nosotros.
Están cambiando
tantas cosas -y tan rápidamente- en los últimos meses, que todos necesitamos
una gran flexibilidad mental y emocional. Tenemos que aprender
a surfear aprovechando la fuerza de las olas. No se trata tanto de programar
y controlar lo que nos gustaría que sucediera, cuando de sacar partido a lo que,
de hecho, sucede. Si no es posible ir a Vic, ¿por qué no ensanchar el espacio
de la tienda (cf. Is 54,2)? Lo que inicialmente estaba restringido a 50
personas, dada la capacidad de la Casa de Espiritualidad de Vic, ahora, gracias
a las posibilidades que brinda Internet, se multiplica por 6. Es hermoso pensar
en 300 personas haciendo un camino espiritual en común en lugares tan distintos
y distantes como Roma, Madrid, Sevilla, Barcelona, Valencia, Lima, Buenos Aires,
Oporto, Ciudad de México, Bogotá o Santiago de Cuba. Es mejor poner el acento
en lo que se gana que en lo que se pierde. Lo mismo podría aplicarse a otras
esferas de la vida en las que se están dando también muchos cambios acelerados: educación,
industria, comercio, turismo… Por más que suene a tópico, toda crisis -y la
pandemia de Covid-19 lo es- puede ser también la oportunidad para
explorar nuevas posibilidades que, de otra forma, hubieran permanecido
escondidas. Es verdad que podemos hundirnos, pero también es verdad que podemos
crecer. Hagamos lo posible por promover lo segundo.
Estupendo! Me lo voy a perder pero seguro que me haré presente con la oración.
ResponderEliminarGonzalo. Saludos desde Torreón, Coahuila
ResponderEliminarGracias por la luz y ánimo que nos orientan a esta nueva experiencia como respuesta a la nueva normalidad. Un abrazo grande