¿Quién no conoce a Thomas Alva Edison (1847-1931)? Por dar solo un dato que muestra su exuberante creatividad, basta decir que
registró 1903 patentes a su nombre en Estados Unidos. De él se cuenta una
historia que, si no es cierta del todo, resulta muy inspiradora. Estoy seguro
de que muchos lectores del Rincón ya la conocen porque se ha difundido en muchas publicaciones. La recuerdo ahora a grandes trazos.
Un día, cuando Edison tenía ocho años, llegó triste de la escuela porque su maestro le había pedido que entregara una nota a sus padres. Su madre, Nancy Elliot (1810-1871), la leyó con mucha atención, mientras el pequeño no le quitaba ojo. Al fin, Thomas se atrevió a preguntarle a su madre por el contenido de la nota. Con los ojos humedecidos, Nancy le leyó aquella cartita: “Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarle. Por favor, enséñele usted en casa”. Nancy abrazó a su hijo Thomas y le dijo que no se preocupara, que a partir de ese momento ella se encargaría personalmente de su educación. Y a fe que cumplió su cometido.
Un día, cuando Edison tenía ocho años, llegó triste de la escuela porque su maestro le había pedido que entregara una nota a sus padres. Su madre, Nancy Elliot (1810-1871), la leyó con mucha atención, mientras el pequeño no le quitaba ojo. Al fin, Thomas se atrevió a preguntarle a su madre por el contenido de la nota. Con los ojos humedecidos, Nancy le leyó aquella cartita: “Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarle. Por favor, enséñele usted en casa”. Nancy abrazó a su hijo Thomas y le dijo que no se preocupara, que a partir de ese momento ella se encargaría personalmente de su educación. Y a fe que cumplió su cometido.
Parece que la
educación no fue mala porque a los 15 años Edison comenzó a trabajar como
telegrafista y, un año después, alumbró su primer invento: un repetidor
automático capaz de transmitir señales de telégrafo entre diferentes
estaciones. Fue el primer invento de una serie casi interminable. Muchos años
después, cuando Nancy ya había fallecido y Edison era un inventor reconocido a
nivel internacional, encontró por casualidad la vieja nota de la escuela. La abrió emocionado.
Su contenido lo dejó sin palabras: “Su
hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la
escuela”. Edison lloró amargamente al conocer la verdadera historia. Cuando
se repuso de la sorpresa, escribió en su diario: “Thomas
Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero gracias a una madre heroica
se convirtió en el genio del siglo”. El final parece propio de una película
del Hollywood clásico. No me extrañaría que a algún lector se le escapara una lagrimilla.
En previsión de la crítica
histórica, una vez más, hay que echar mano del dicho italiano: “Se non è vero, è ben trovato”.
La historia pone
de relieve el poder de transformación que tiene la confianza. Cuando alguien se
fía de nosotros, “cree” en nosotros (aunque nosotros no creamos en nosotros
mismos), nos está “creando”; es decir, nos está ayudando a ser lo que podemos
llegar a ser. Los padres y los profesores lo saben muy bien. La manera como
tratamos a nuestros hijos y alumnos determina, en buena medida, sus reacciones.
Esto nos ofrece una clave muy valiosa a la hora de ayudar a las personas a ser
mejores y, en consecuencia, a cambiar nuestro mundo. No hay método más
eficaz que tratarlas con respeto y amor, poniendo el acento en lo que pueden
llegar a ser más que en lo que son: “Trata
a los demás como quieres que te traten”. Es la regla
de oro presente en numerosas tradiciones éticas y religiosas. ¡De qué
manera tan distinta podríamos vivir si la tomáramos en serio! Los creyentes
sabemos que Dios la aplica siempre. Él no mira el hombre o la mujer miserables
que a menudo somos, sino el hijo o la hija de Dios que podemos llegar a ser.
Porque “cree” en nosotros, nos está “recreando” continuamente. Esto nos permite
afrontar la vida con serenidad, sin exigir a los demás un amor imposible y
tratando de potenciar todo lo bueno que hay en cada ser humano.
Ayudas a valorar un aspecto en el que no me había parado mucho, aunque en mi relación con las personas he hecho experiencia de ello...
ResponderEliminarLo que quizás no había valorado es las veces que yo he podido remontar y camminar hacia adelante porque me he encontrado con personas que han creido en mi y en cambio en alguos aspectos me he hundido porque mis padres, en algún momento de mi vida no lo han hecho y yo me he rendido... Gracias Gonzalo por ayudarme a valorarlo.
Llevo un poco de retraso en la lectura, pero ha merecido la pena encontrarme con ésta. No conocía lo que nos has relatado sobre la vida de Edison. Sí, tengo la suerte de contar con personas que me han creído en mí y me han potenciado en aspectos que ni yo conocía que podía alcanzar. Gracias, Gonzalo. Preciosa la reflexión y la utilizaré para que otros disfruten de ella.
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