Recuerdo que el año pasado tal día como hoy escribí sobre el “rosco
de san Blas”. Era un homenaje al viejo santo armenio a partir de mis
recuerdos infantiles. Este año prefiero dejar a san Blas tranquilo. Tengo
encima de mi mesa un libro que me ha acompañado desde junio de 1982 y que me
está pidiendo a gritos que lo deje hablar. Tiene las tapas rojas con incrustaciones
doradas. Consta de 520 páginas ya amarillentas por el paso del tiempo. El título
es tan común que no dice casi nada: Poesías Completas. Lo que lo
convierte para mí en una pequeña joya es el nombre del autor escrito en el
lomo: Antonio Machado, un poeta andaluz enamorado
de Castilla. El libro fue uno de los regalos que recibí el día de mi ordenación.
Desde entonces me ha acompañado en todos mis traslados. Se ha salvado de esa
selección natural que se produce cada vez que un misionero cambia de comunidad.
Lo considero un viejo amigo, un complejo vitamínico para momentos de fragilidad.
Lo he leído muchas veces a trozos, porque la poesía no se puede engullir de un tirón como
una novela. Al cabo de tanto tiempo he conseguido memorizar
muchas de sus piezas. Me ha echado una mano Joan Manuel Serrat con sus
canciones basadas en las poesías machadianas. Siempre es más fácil recordar un
texto cantado que leído.
Hoy me detengo en una de
las poesías más conocidas, la XXIX, extraída de sus Proverbios y cantares.
Dudo que haya alguna persona hispanohablante medianamente instruida que no la
conozca, al menos los versos “Caminante,
no hay camino / se hace camino al andar”. Transcribo el original español y
una versión italiana:
ESPAÑOL
|
ITALIANO
|
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada
más;
Caminante, no hay
camino,
se hace camino al
andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista
atrás
se ve la senda que
nunca
se ha de volver a
pisar.
Caminante, no hay
camino
sino estelas en la
mar.
|
Viandante, sono le tue orme
Il
cammino e nulla più;
Viandante,
non esiste sentiero:
si
fa la strada nell’andare.
Nell’andare
si segna il sentiero
E,
voltando lo sguardo indietro,
si
scorge il cammino che mai
si
tornerà a percorrere.
Viandante,
non esiste sentiero,
solo
scie nel mare.
|
Antonio Machado parece un
escritor posmoderno avant la lettre,
un hombre que no cree ya en los caminos hechos, en las reglas inexorables de la
tradición. El camino es el que cada uno va haciendo a medida que anda. No hay
mojones fijos. Los únicos puntos de referencia son las propias huellas en la
tierra o las estelas de espuma blanca en el mar. Las primeras −las huellas− sirven para poco, ya que en la
vida no se puede dar marcha atrás: “Al
volver la vista atrás / se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar”. Las
segundas −las estelas− son aún más inútiles porque se
disuelven en el agua del mar. No se puede confiar, pues, en ninguna referencia
externa. Debemos orientarnos por la brújula interna del propio corazón. Nos
guía el instinto de humanidad que todos llevamos de fábrica. Susanna Tamaro, una
escritora italiana de mi edad, dijo lo mismo con una novela que tuvo un gran
éxito y que yo leí con placer hace veinte años: Donde
el corazón te lleve. El título me suscita un haz de preguntas: ¿Adónde
nos lleva el corazón? ¿Tenemos dentro de él un GPS que nos señala la dirección
correcta en la vida, o vamos dando tumbos? ¿Da igual seguir cualquier senda?
¿Llevan todas al mismo sitio? Una vez más, pienso en Jesús. Él nos ha dicho que
“donde está tu tesoro allí está tu
corazón” (Mt 6,21). Eso significa que el GPS del corazón siempre apunta al “tesoro”
de nuestra vida, a lo que consideramos valioso, innegociable. ¿Cuál es nuestro
tesoro? ¿Es Dios? En ese caso, el mismo Jesús se presenta como el camino que
conduce a él: “Yo soy el camino” (Jn
14,6). No hay mejor GPS que Jesús mismo. Me permito transformar los versos del
admirado Machado, aunque siempre me produce un escalofrío alterar la obra de
los maestros: “Caminante, sí hay camino /
es Jesús nuestro radar”.
Os dejo con la versión musical de Joan Manuel Serrat cuando era joven. Tiene una frescura contagiosa. Se la dedico a un gran amigo mío que hoy cumple 55 años. Un hombre enamorado de la música que −como el viejo poeta sevillano− nunca persigue la gloria ni pretende dejar en la memoria de los hombres su canción, aunque ha compuesto muchas. Pero, sobre todo, es un caminante que se deja guiar en el fondo del corazón por el GPS de Jesús en medio de las pruebas y encrucijadas de la vida. ¡Felicidades, amigo! ¡Queda mucho por andar!
Os dejo con la versión musical de Joan Manuel Serrat cuando era joven. Tiene una frescura contagiosa. Se la dedico a un gran amigo mío que hoy cumple 55 años. Un hombre enamorado de la música que −como el viejo poeta sevillano− nunca persigue la gloria ni pretende dejar en la memoria de los hombres su canción, aunque ha compuesto muchas. Pero, sobre todo, es un caminante que se deja guiar en el fondo del corazón por el GPS de Jesús en medio de las pruebas y encrucijadas de la vida. ¡Felicidades, amigo! ¡Queda mucho por andar!
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