He aprendido y gozado mucho con Gloria Fuertes. La recuerdo con admiración en este año del centenario de su nacimiento, acaecido en Madrid
el 28 de julio de 1917. Me gusta mucho esta poeta (nunca poetisa) madrileñísima y universal porque no se parece a nadie. Es
un personaje único, tierno y rompedor a partes iguales. De puro lista, parece tonta. Cuando yo estudiaba teología solía leer sus poemas. Era una
forma de bajar a Dios del cielo de la
especulación al suelo de la vida cotidiana. Y hacerlo con humor. A mayor
estremecimiento ante el Misterio, más abundantes sonrisas. Eso lo sigo practicando. Lo he aprendido de
ella. No me gustan los pensadores o artistas que no tienen sentido del humor. Y mucho menos los teólogos. Eso significa que son demasiado superficiales. Gloria no alcanzó la gloria mundana, aunque la llevaba incrustada en su nombre, pero llegó al pueblo, que es la gloria más grande para un escritor. La televisión la hizo famosa. Hablando al corazón de los niños entraba en la mente de los adultos. Esa fue su mejor estrategia. Sus glorierías tienen dinamita. Parecen meros juegos de palabras, ocurrencias de última hora, pero contienen una antropología y una teología que desestabilizan. ¿Alguien da más por tan poco? El tiempo le dará la razón. Era demasiado compleja para ser bien mirada por las élites en una época monocolor y bastante puritana.
Hoy es Miércoles Santo. Se masca la tragedia. Uno corre el riesgo de perder el contento. En ese caso, siempre puede recurrir a la farmacia de la alegría porque durante 24 horas hay en ella “una poeta de guardia” dispuesta a sumistrar píldoras de Vida a quien se las solicite, aunque venga sin receta. Gloria Fuertes y Dios eran viejos amigos en permanente litigio. Solo se discute con quien se ama. Me gustan los creyentes luchadores, que se enojan con Dios porque no se comporta como Dios manda. Os dejo aquí, sin más comentario, con uno de sus poemas religiosos. Es una obra de arrabal (de periferia, diríamos hoy con el lenguaje del papa Francisco). Las palabras se saborean solas, sin manual de instrucciones. Necesitamos testimonios desnudos como estos para saber de qué hablamos cuando nos referimos a Dios.
Hoy es Miércoles Santo. Se masca la tragedia. Uno corre el riesgo de perder el contento. En ese caso, siempre puede recurrir a la farmacia de la alegría porque durante 24 horas hay en ella “una poeta de guardia” dispuesta a sumistrar píldoras de Vida a quien se las solicite, aunque venga sin receta. Gloria Fuertes y Dios eran viejos amigos en permanente litigio. Solo se discute con quien se ama. Me gustan los creyentes luchadores, que se enojan con Dios porque no se comporta como Dios manda. Os dejo aquí, sin más comentario, con uno de sus poemas religiosos. Es una obra de arrabal (de periferia, diríamos hoy con el lenguaje del papa Francisco). Las palabras se saborean solas, sin manual de instrucciones. Necesitamos testimonios desnudos como estos para saber de qué hablamos cuando nos referimos a Dios.
¿Dónde está
Dios?... Se ve, o no se ve.
Si te tienen
que decir dónde está Dios, Dios se marcha.
De nada vale
que te diga que vive en tu garganta.
Que Dios está
en las flores y en los granos,
en los pájaros
y en las llagas,
en lo feo, en
lo triste, en el aire y en el agua.
Dios está en
el mar y, a veces, en el templo;
Dios está en
el dolor que queda y en el viejo que pasa,
en la madre
que pare y en la garrapata,
en la mujer
pública y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en
la mina y en la plaza.
Es verdad que
Dios está en todas partes,
pero hay que
verle, sin preguntar
que dónde
está,
como si fuera
mineral o planta.
Quédate en
silencio,
mírate la
cara.
El misterio de
que veas y sientas, ¿no basta?
Pasa un niño
cantando,
tú le amas:
ahí está Dios.
Le tienes en
la lengua cuando cantas,
en la voz
cuando blasfemas,
y cuando
preguntas que dónde está,
esa curiosidad
es Dios, que camina por tu sangre amarga.
En los ojos le
tienes cuando ríes,
en las venas cuando
amas.
Ahí está Dios,
en ti;
pero tienes
que verle tú.
De nada vale
quién te le señale,
quien te diga
que está en la ermita, de nada.
Has de
sentirle tú,
trepando,
arañando, limpiando,
las paredes de
tu casa.
De nada vale
que te diga
que está en
las manos de todo el que trabaja;
que se va de
las manos del guerrero,
aunque éste
comulgue o practique cualquier religión,
dogma o rama.
Huye de las
manos del que reza, y no ama;
del que va a
misa, y no enciende a los pobres
una vela de esperanza.
Suele estar en
el suburbio a altas horas de la madrugada,
en el
Hospital, y en la casa enrejada.
Dios está en
eso tan sin nombre que te sucede
cuando algo te
encanta.
Pero, de nada
vale que te diga
que Dios está
en cada ser que pasa.
Si te angustia
ese hombre que se compra alpargatas,
si te inquieta
la vida del que sube y no baja,
si te olvidas
de ti y de aquellos, y te empeñas en nada,
si sin porqué
una angustia se te enquista en la entraña,
si amaneces un
día silbando a la mañana
y sonríes a
todos y a todos das las gracias,
Dios está en
ti, debajo mismo de tu corbata.
Para los que conocéis
poco a Gloria Fuertes, os dejo este vídeo de media hora de duración. Es
una síntesis bien lograda de su apasionante biografía. Creo que os gustará. Recrea su vida en los escenarios por donde se movió, comenzando por el madrileño barrio de Lavapiés. Da voz a algunos de sus amigos y admiradores.
Gracias Gonzalo. Me has llevado a una parte muy importante de mi infancia. Qué preciosidad de poema, no hace falta explicación . Un abrazo. Juan
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