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miércoles, 12 de abril de 2017

Poeta de guardia

He aprendido y gozado mucho con Gloria Fuertes. La recuerdo con admiración en este año del centenario de su nacimiento, acaecido en Madrid el 28 de julio de 1917. Me gusta mucho esta poeta (nunca poetisa) madrileñísima y universal porque no se parece a nadie. Es un personaje único, tierno y rompedor a partes iguales. De puro lista, parece tonta. Cuando yo estudiaba teología solía leer sus poemas. Era una forma de bajar a Dios del cielo de la especulación al suelo de la vida cotidiana. Y hacerlo con humor. A mayor estremecimiento ante el Misterio, más abundantes sonrisas. Eso lo sigo practicando. Lo he aprendido de ella. No me gustan los pensadores o artistas que no tienen sentido del humor. Y mucho menos los teólogos. Eso significa que son demasiado superficiales. Gloria no alcanzó la gloria mundana, aunque la llevaba incrustada en su nombre, pero llegó al pueblo, que es la gloria más grande para un escritor. La televisión la hizo famosa. Hablando al corazón de los niños entraba en la mente de los adultos. Esa fue su mejor estrategia. Sus glorierías tienen dinamita. Parecen meros juegos de palabras, ocurrencias de última hora, pero contienen una antropología y una teología que desestabilizan. ¿Alguien da más por tan poco? El tiempo le dará la razón. Era demasiado compleja para ser bien mirada por las élites en una época monocolor y bastante puritana.

Hoy es Miércoles Santo. Se masca la tragedia. Uno corre el riesgo de perder el contento. En ese caso, siempre puede recurrir a la farmacia de la alegría porque durante 24 horas hay en ella “una poeta de guardia” dispuesta a sumistrar píldoras de Vida a quien se las solicite, aunque venga sin receta. Gloria Fuertes y Dios eran viejos amigos en permanente litigio. Solo se discute con quien se ama. Me gustan los creyentes luchadores, que se enojan con Dios porque no se comporta como Dios manda. Os dejo aquí, sin más comentario, con uno de sus poemas religiosos. Es una obra de arrabal (de periferia, diríamos hoy con el lenguaje del papa Francisco). Las palabras se saborean solas, sin manual de instrucciones. Necesitamos testimonios desnudos como estos para saber de qué hablamos cuando nos referimos a Dios.

¿Dónde está Dios?... Se ve, o no se ve.
Si te tienen que decir dónde está Dios, Dios se marcha.
De nada vale que te diga que vive en tu garganta.
Que Dios está en las flores y en los granos,
en los pájaros y en las llagas,
en lo feo, en lo triste, en el aire y en el agua.

Dios está en el mar y, a veces, en el templo;
Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa,
en la madre que pare y en la garrapata,
en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en la mina y en la plaza.

Es verdad que Dios está en todas partes,
pero hay que verle, sin preguntar
que dónde está,
como si fuera mineral o planta.
Quédate en silencio,
mírate la cara.
El misterio de que veas y sientas, ¿no basta?
Pasa un niño cantando,
tú le amas:
ahí está Dios.

Le tienes en la lengua cuando cantas,
en la voz cuando blasfemas,
y cuando preguntas que dónde está,
esa curiosidad es Dios, que camina por tu sangre amarga.
En los ojos le tienes cuando ríes,
en las venas cuando amas.

Ahí está Dios, en ti;
pero tienes que verle tú.
De nada vale quién te le señale,
quien te diga que está en la ermita, de nada.

Has de sentirle tú,
trepando, arañando, limpiando,
las paredes de tu casa.
De nada vale que te diga
que está en las manos de todo el que trabaja;
que se va de las manos del guerrero,
aunque éste comulgue o practique cualquier religión,
dogma o rama.

Huye de las manos del que reza, y no ama;
del que va a misa, y no enciende a los pobres
una vela de esperanza.
Suele estar en el suburbio a altas horas de la madrugada,
en el Hospital, y en la casa enrejada.

Dios está en eso tan sin nombre que te sucede
cuando algo te encanta.
Pero, de nada vale que te diga
que Dios está en cada ser que pasa.

Si te angustia ese hombre que se compra alpargatas,
si te inquieta la vida del que sube y no baja,
si te olvidas de ti y de aquellos, y te empeñas en nada,
si sin porqué una angustia se te enquista en la entraña,
si amaneces un día silbando a la mañana
y sonríes a todos y a todos das las gracias,
Dios está en ti, debajo mismo de tu corbata.

Para los que conocéis poco a Gloria Fuertes, os dejo este vídeo de media hora de duración. Es una síntesis bien lograda de su apasionante biografía. Creo que os gustará. Recrea su vida en los escenarios por donde se movió, comenzando por el madrileño barrio de Lavapiés. Da voz a algunos de sus amigos y admiradores.



1 comentario:

  1. Gracias Gonzalo. Me has llevado a una parte muy importante de mi infancia. Qué preciosidad de poema, no hace falta explicación . Un abrazo. Juan

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