jueves, 12 de enero de 2017

El discurso de Meryl Streep

Todo aficionado al cine sabe muy bien quién es esa rubia norteamericana de 67 años llamada Meryl Streep. El primer recuerdo que tengo de esta actriz tan versátil se remonta al año 1978 cuando la vi haciendo un personaje secundario en una película que me gustó mucho: “El cazador” (The Deer Hunter), de Michael Cimino. Después, la he visto en otras películas memorables en las que ha tenido un papel protagonista. Me acuerdo solo de algunas: Kramer contra Kramer (1979), La mujer del teniente francés (1982), La decisión de Sophie (1982), Memorias de África (1985), Los puentes de Madison (1995), Las horas (2002), El diablo viste de Prada (2006), Mamma Mia (2008), La duda (2008) y La dama de hierro (2012). Pero hoy no voy a hablar de la actriz Meryl Streep en general, de sus dotes para la interpretación, de su facilidad para imitar diversos acentos del inglés, de los muchos premios recibidos, ni siquiera de sus gestos filantrópicos o de su actitud abierta hacia la fe, aunque no pertenezca a ninguna religión. Me voy a referir solo al discurso de poco más de cinco minutos que pronunció el pasado domingo cuando le entregaron el Globo de Oro honorífico 2017. El discurso ha tenido un gran eco en los medios de comunicación. Se ha hecho viral en las redes sociales. He puesto el vídeo, con subtítulos en español, al final de este post por si algún lector no lo conoce.

¿Por qué ha llamado la atención lo que dijo Meryl Streep? Quizá, en primer lugar, porque pronunció sus palabras con emoción y lágrimas. Podría decirse que esto es fácil para una actriz acostumbrada a interpretar todo tipo de personajes, pero se nota cuando alguien habla por convicción o simplemente está prestando su voz a otra persona. Como buena norteamericana, no hizo un discurso abstracto. Todo él estuvo tejido de historias, de alusiones a personas concretas y de reivindicaciones muy actuales. ¡Y todo ello en menos de seis minutos; es decir, en la mitad del tiempo que muchos sacerdotes emplean para las homilías dominicales! Este solo hecho es ya una lección para los comunicadores. Se pueden decir cosas impactantes y profundas en poco tiempo. Para ello es preciso evitar circunloquios, ir al grano y tocar las fibras emotivas del auditorio. Creo que Meryl Streep abordó tres asuntos principales: Hollywood como ejemplo de diversidad étnico-cultural, la necesidad de que los líderes sean ejemplares y el papel de la prensa como buscadora y defensora de la verdad frente a las manipulaciones de los políticos y los grupos de poder.

En un mundo globalizado en el que, sin embargo, se dan brotes de xenofobia, fundamentalismo y exclusión, Meryl Streep recordó que la gran fábrica de sueños (y, digámoslo claro, también de dólares) que es Hollywood se nutre con actores que vienen de todo el mundo. La diversidad es fuente de creatividad. No dudó en poner ejemplos concretos:
“¿Qué es Hollywood? Es un grupo de gente que viene de todos lados. Yo nací, crecí y me eduqué en las escuelas de New Jersey. Viola nació en una cabaña en Carolina del Sur y creció en Central Falls. Sarah Paulson nació en Florida y la educó su mamá soltera en Brooklyn. Sarah Jessica Parker era una de siete u ocho hijos en Ohio. Amy Adams nació en Italia y Natalie Portman en Jerusalén. ¿Dónde están sus certificatos de nacimiento? Y la hermosa Ruth Negga nació en Etiopía, creció en Londres. No, en Irlanda, me parece. Está aquí nominada por hacer el papel de una chica de un pueblo de Virginia. Ryan Gosling, como toda la gente más amable, es canadiense. Y Dev Patel nació en Kenia, creció en Londres, y está aquí por hacer el papel de un Indio que vive en Tasmania”.
Sin mencionar su nombre, criticó el comportamiento de Donald Trump cuando hace meses ridiculizó en público a un reportero discapacitado. En este punto, Meryl Streep fue muy clara y valiente:
“Eso me rompió el corazón. Todavía no puedo sacármelo de la cabeza porque no era una película. Era la vida real. Y ese instinto de humillar, cuando está modelado por alguien en la plataforma pública, por alguien poderoso, se filtra dentro de la vida de todo mundo, porque como que da permiso para que otra gente haga lo mismo. La falta de respeto invita a la falta de respeto. La violencia incita a más violencia. Cuando los poderosos usan su posición para abusar de otros, todos perdemos…
Por último, animó a la prensa a desempeñar su papel de protegernos contra el dominio de los poderosos en una sociedad muy competitiva:
“Necesitamos, la prensa principal, hacerlos responsables, por cada atrocidad que hagan. Por eso, los fundadores de nuestro país, usaron la constitución para proteger a la prensa y sus libertades. Así que solo quiero pedirle a la Hollywood Foreign Press y a todos los que pertenecemos a esta comunidad que se unan y me apoyen en el comité para proteger periodistas. Porque vamos a necesitar que sigan adelante, y ellos van a necesitar que nosotros salvaguardamos la verdad”.
El broche de oro fue una frase que le había dicho su amiga la Princesa Leia, recientemente fallecida: “Toma tu corazón roto y conviértelo en arte. Gracias”.

No es necesario añadir más. Os invito a ver y escuchar esta pequeña pieza de arte:


No hay comentarios:

Publicar un comentario

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.