Tengo abierta de par en par la ventana de mi despacho. Entra el aire fresco de la mañana. El termómetro marca 22 grados, que es una temperatura ideal para poder trabajar a gusto. Antes de regresar mañana al VI Congreso de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, aprovecho el día libre para ocuparme de otros asuntos ordinarios. Algunos de mis amigos andan en aventuras creativas. Brotes de Olivo acaban de sacar una nueva producción titulada En camino. Sin perder su sello característico, suena de otra manera. Cuando escuche con calma todos los temas volveré sobre esta novedad que yo denominaría “nicodemítica”. ¿Pueden unos artistas “viejos” (que llevan en el escenario más de 50 años) nacer de nuevo? El viejo Nicodemo sabe mucho de esto.
Mi amigo Heriberto García Arias, el cura mexicano influencer con el que publiqué un libro el pasado febrero, anda por Toledo grabando el primer capítulo de una serie para Netflix. Me alegro mucho de tener amigos tan creativos. En fin, que el mes de septiembre ha comenzado con energía. Cuando parece que a nuestro alrededor las cosas van mal, no podemos resignarnos. La vida siempre nos empuja a seguir adelante. Todos tenemos más posibilidades de las que creemos, más semillas de vida de las que aparecen a primera vista. Es preciso descubrirlas y cultivarlas.
Quienes trabajan en los colegios y en las parroquias andan también poniendo en marcha el nuevo curso académico y pastoral. ¿Cómo aprovechar este nuevo comienzo para imaginar juntos otra manera de vivir y hacer? No se trata de repetir una vez más el ciclo de siempre, sino de pensar qué novedad nos regala Dios para vivir con más alegría y esperanza. Precisamente en el evangelio de hoy Jesús nos dice que “nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos” (Lc 5,36-37). Jesús es siempre “vino nuevo” con la calidad del añejo; por eso, no podemos seguir presentándolo en odres viejos que ya no sirven para mostrar su novedad.
Es verdad que todos nos cansamos de preguntarnos qué se necesita hoy, de explorar nuevos caminos. Es verdad que siempre es más fácil repetir lo que hemos hecho en otras ocasiones. Es verdad que muchas personas no quieren complicarse la vida y hacen del dicho “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” su lema en la vida, pero entonces no nos quejemos de que la mediocridad y la rutina nos van royendo el alma. Si no nos arriesgamos a indagar y crear, la belleza de la vida se irá marchitando. No es cuestión de edad, aunque la biología tenga su peso. Conozco jóvenes mortecinos, prematuramente cansados y hastiados, y ancianos con un corazón joven que saben abrirse a la novedad de la vida.
Heriberto García tiene 36 años y Juan Morales (uno de mis amigos de Brotes de Olivo) tiene 61. Entre ellos hay una significativa distancia de 25 años. Sin embargo, ambos cultivan un espíritu inquieto, no se conforman con ir tirando, exploran nuevos modos de compartir la alegría del evangelio con los que creen y con los que buscan, con quienes se sienten a gusto en la Iglesia y con quienes despotrican contra ella. Cuando Jesús es el centro de nuestra vida nunca nos jubilamos de rastrear caminos para hacer posible que muchos se encuentren con él.
Es verdad que hay muchos sacerdotes y laicos evangelizadores desanimados y desencantados, pero hay otros muchos que siempre ven oportunidades donde la mayoría ve solo derrotas. Ayer, en la eucaristía que nos presidió monseñor Carlos Prieto, obispo de Alcalá de Henares, nos dijo que muchos de los adjetivos que empiezan con el prefijo “de” (desanimado desencantado, deprimido, derrotado) parecen provenir de otro “de” (el demonio) que se frota las manos cuando logra robarnos la alegría del evangelio. Nosotros nos reconocemos más bien en las palabras que Pablo escribe a los corintios: “Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Cor 4,8-10). Pase lo que pase, siempre adelante.
No os perdáis esta potente versión del famoso Gracias de Brotes de Olivo que acaba de salir hoy mismo. (Hay que escucharla con auriculares).
Escribes: “Pase lo que pase, siempre adelante.” Mensaje breve, pero que tiene miga y fácil de tenerlo presente cuando, en la vida, tenemos procesos que nos hacen tambalear.
ResponderEliminarTambién me recuerda, cuando en el evangelio de Lucas, nos dice: “El que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no sirve para el reino de Dios.”
Leyendo la entrada de hoy, me sugiere que quizás, muchas veces, nos olvidamos de escuchar a niños y niñas de unos diez años en adelante… y de la inocencia de los más pequeños... Podemos aprender mucho de ellos, de su sencillez.
Gracias Gonzalo por todos los mensajes de hoy y por las noticias que nos das a conocer de los amigos y por la canción GRACIAS.