[English below]
Hacía algo más de cuatro meses que no salía de Roma. Ayer me vine con mis compañeros del gobierno general de los Misioneros Claretianos a la casa Fraterna Domus, un impresionante recinto ubicado en una colina de Sacrofano, a veinte minutos de nuestra comunidad romana. Lucía un brillante de sol de primavera anticipada. Las colinas estaban ya verdes. Pasaremos aquí cuatro días preparándonos para los consejos intensivos del mes de marzo. Las diversas casas que componen este recinto (y que reciben nombres bíblicos) pueden albergar a unas 600 personas. Es como un pueblo encaramado en la cima de una suave colina. Nosotros estamos en una casa de dos pisos llamada Tabor. Me llama la atención la belleza del paisaje, pero, sobre todo, el silencio y el cielo limpio. Anoche se veían con claridad las estrellas, algo que no es tan fácil en Roma, debido a la contaminación lumínica. Tenemos tiempo para respirar, pasear, orar con calma y compartir lo que vamos viviendo en estos últimos meses de pandemia y de muchas actividades digitales.
En este contexto de paz, me llama más la atención una foto que ha dado la vuelta al mundo. En ella se ve a la religiosa birmana Nu Thawng hincada de rodillas sobre el asfalto. Frenta a ella, un grupo de policías protegidos con sus escudos y armados con sus porras y fusiles. La religiosa no tenía más protección que su pobre hábito y la audacia de quien sabe que está defendiendo a un grupo de personas de la insólita violencia de la policía. La situación en Myanmar se ha ido deteriorando desde el golpe de estado que se produjo a principios de febrero.
Además de la información proveniente de los medios de comunicación social (sobre todo, de la BBC), he tenido la oportunidad de comunicarme casi cada día con una comunidad claretiana que vive en ese país asiático, a pesar de que Internet estaba bloqueado. Por mis compañeros sé que la mayoría de la población se opone al control del país por parte de los militares. Por eso, muchos se echan a la calle para protestar de manera pacífica, aunque, con el paso del tiempo, se han ido incrementando los actos de violencia. Ya se cuentan los muertos por decenas. En ese contexto de riesgo, el gesto de la anciana religiosa que hace frente al poder opresor con la fuerza de su debilidad recuerda el enfrentamiento entre David y Goliat. A la violencia del ejército y de la policía no se responde con más algaradas violentas, sino con la fuerza de la autenticidad y la oración. Hincada de rodillas sobre el asfalto, la hermana Nu Thawng es un símbolo de quienes luchan contra los males de este mundo sin más armas que su propia vida, arriesgando lo que son para que otros puedan ver respetados sus derechos. Su gesto salvó de la detención a unas 100 personas. La hermana solo podía perder la vida y ésta ya se la había entregado voluntariamente a Dios el día de su profesión. ¿Por qué no arriesgarla hasta el final para que otros pudieran vivir con dignidad?
The power of the knees
It had been a little more than four months since I had left Rome. Yesterday I came with my companions of the general government of the Claretian Missionaries to the Fraterna Domus house, an impressive compound located on a hill in Sacrofano, twenty minutes from our Roman community. It was bright with early spring sunshine. The hills were already green. We will spend four days here preparing for the intensive council meetings in March. The various houses that make up this compound (and are given biblical names) can accommodate about 600 people. It is like a village perched on top of a gentle hill. We are in a two-story house called Tabor. I am struck by the beauty of the landscape, but most of all by the silence and the clear sky. Last night we could see the stars clearly, something that is not so easy in Rome, due to light pollution. We have time to breathe, walk, pray calmly and share what we are living in these last months of pandemic and many digital activities.
In this context of peace, I am most struck by a photo that has gone around the world. It shows the Burmese nun Nu Thawng kneeling on the asphalt. In front of her, a group of policemen protected with their shields and armed with batons and rifles. The nun had no other protection than her poor habit and the audacity of someone who knows she is defending a group of people from the unusual violence of the police. The situation in Myanmar has been deteriorating since the coup in early February.
In addition to information coming from social media (especially the BBC), I have had the opportunity to communicate almost every day with a Claretian community living in that Asian country, even though the Internet was blocked. From my companions, I know that the majority of the population is opposed to the control of the country by the military. That is why many take to the streets to protest peacefully, although, as time goes by, acts of violence have been increasing. There are already dozens of deaths. In this context of risk, the gesture of the old religious woman who confronts the oppressive power with the strength of her weakness is reminiscent of the confrontation between David and Goliath. The violence of the army and the police is not answered with more violent riots, but with the strength of authenticity and prayer. Sister Nu Thawng, kneeling on the asphalt, is a symbol of those who fight against the evils of this world with no other weapons than their own lives, risking who they are so that others may see their rights respected. Her gesture saved about 100 people from arrest. The sister could only lose her life, and she had already given it to God voluntarily on the day of her profession. Why not risk it to the end so that others could live with dignity?
Impresionante y emocionante. Dan ganas de arrodillarse a su lado para sujetarle los brazos como a Josué.
ResponderEliminarGracias
A Prophetess of our time.
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