Dicen que es el libro de teología más vendido en el siglo XX. Escrito originariamente en alemán, ha sido traducido a numerosas lenguas. Hace meses se cumplieron los 40 años de su primera edición española, con una excelente traducción a cargo del sacerdote José María Bravo Navalpotro. Todavía recuerdo con qué interés engullí sus casi 800 páginas. Tanto el contenido como la forma me sabían a vino nuevo. No había persona culta que no hablase de él, aunque no lo hubiera leído. Figuraba en las bibliotecas de muchos hombres y mujeres de Iglesia, pero también en la de personas interesadas en el hecho religioso. Yo todavía conservo mi ejemplar. Me estoy refiriendo naturalmente al libro Ser cristiano, escrito por el teólogo suizo Hans Küng en 1974. Cuando el autor explica para quién escribió el libro comienza ya a enganchar a muchos posibles lectores: “Este libro ha sido escrito para aquellos que por una u otra razón quieren, honrada y sinceramente, informarse de lo que es el cristianismo, saber en qué consiste propiamente ser cristiano. También ha sido escrito para aquellos que no creen, pero preguntan seriamente; que han creído, pero están insatisfechos de su incredulidad; que creen, pero no se sienten seguros en su fe; que andan indecisos entre la fe y la incredulidad; que son escépticos tanto frente a sus convicciones como frente a sus dudas en la fe. Ha sido escrito, pues, para cristianos y ateos, gnósticos y agnósticos, pietistas y positivistas, católicos tibios y católicos fervientes, protestantes y ortodoxos”. Luego divide su obra en cuatro partes: I) El horizonte; II) Lo distintivo; III) El programa; y IV) La praxis. Recibió muchas alabanzas, pero también críticas severas.
Han transcurrido muchos años desde entonces. El joven teólogo Küng cumplió el pasado 19 de marzo, fiesta de san José, 90 años. Tiene la misma edad que Pedro Casaldáliga, ambos nacidos en 1928, y un año menos que Joseph Ratzinger o Carlo M. Martini, nacidos en 1927. Su producción teológica es inmensa. Abarca desde temas eclesiológicos hasta cristológicos, escatológicos y éticos. Es cierto que trabaja con equipos de documentalistas y expertos en diversas ramas, pero eso no representa un óbice; al contrario, es un ejemplo admirable de trabajo interdisciplinar que pocos pueden permitirse. Ha sido un autor muy polémico. Como es sabido, en 1979 el papa Juan Pablo II le retiró la licencia para enseñar teología católica, en parte por la tesis defendida en su controvertido libro ¿Infalible? Una pregunta, donde cuestiona el dogma de la infalibilidad pontificia. Por cierto, en mis tiempos de estudiante de teología, el profesor de Eclesiología organizó un debate en clase sobre este libro. Uno de mis compañeros tenía que defender del modo más convincente posible las tesis de Küng. A mí me tocó rebatirle basándome en la postura crítica de Karl Rahner. Ambos nos esforzamos por ser fieles al pensamiento de cada uno de los autores asignados. Creo que el debate alcanzó una buena altura hasta que, en un momento dado, el profesor se puso de pie y se dirigió al alumnado con estas poéticas palabras: “Disculpen que me levante, pero tengo almorranas”. Ni que decir tiene que el debate concluyó con más rapidez que si se hubiera producido un terremoto. Las risas pusieron punto final a un debate de lo más interesante.
No creo que en una entrada de blog se pueda hacer una valoración crítica de un teólogo de la envergadura de Hans Küng, aunque algunos lo tilden de “periodista de la teología” más que de pensador profundo u original. El tiempo se encargará de colocar cada cosa en su sitio, de mostrar si la suya fue una teología polémica por el prurito de ir contra la Roma en donde se formó, o, más bien, tuvo la valentía de afrontar cuestiones que otros no han querido afrontar por comodidad, temor o falta de competencia. Mientras tanto, echo de menos una obra del estilo de Ser cristiano, pero no con las categorías de los años 70 del siglo pasado, sino dirigida a los hombres y mujeres que se preguntan por el significado de Jesús y del cristianismo en el primer tercio del siglo XXI. Han sido tantos los cambios que se han producido en las últimas cuatro décadas que, aunque el libro de Küng se sigue leyendo con gusto, resulta insuficiente para el contexto actual. ¿Quién está en condiciones hoy de escribir una obra semejante y que tenga un impacto parecido al que tuvo la obra de Küng en los años siguientes al mayo francés del 68? Os dejo con dos entrevistas muy interesantes, aunque no exentas de polémica. En la primera es necesario activar los subtítulos en español, a menos que uno entienda bien el alemán. No es necesario estar de acuerdo con todo, pero ambas hacen pensar.
Querido Gonzalo: feliz Pascua florida desde el Polo Norte.Yo era tu interlocutor en aquel debate cuando "hice" de Hans Küng. Muchos años después en Perm, cerca de los Urales en Rusia tuve la suerte de conocer al profesor Küng y pasar con él 3 días en un Coloquio organizado por la Universidad de Perm. También fue invitado el Nuncio del Vaticano Antonio Mennini. Como no quería encontrarse con Küng, pero mo quería ser descortés con el Arzobispo ortodoxo que lo había invitado, me pidió que "hiciese" de representante Vaticano en el evento. Preparé una ponencia sobre la guerra justa y participé. Compartí el mismo hotel con Küng y charlamos mucho en los datos libres del simposio. De cerca es una persona encantadora y me pedía que hablaremos en español. Le pregunté entre otras cosas por su entonces reciente entrevista con el Papa Ratzinger. Me contó que le preguntó el viejo profesor si todavía funcionaba el tren de cercanías entre Stuttgart y Rottenburg que pasa por Tubinga. Fueron días muy intensos y en ellos el profesor Küng fue algo más que una anécdota.
ResponderEliminarQuerido Mariano: No quería yo identificar al "colega académico", porque soy muy celoso de la privacidad de los demás, pero, dado que tú lo has hecho "sponte tua", me alegro de que refresques la anécdota y de que hayas enriquecido el recuerdo de Hans Küng con tu interesante encuentro con él en Rusia. La historia medirá el alcance de su obra, pero, vistas las cosas desde el presente, es impresionante.
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