Creo que nunca
había escrito una entrada en este blog mientras estaba dando un curso. Hoy es la
primera vez. No dispongo de otro tiempo. Mientras los cinco grupos de trabajo están
dialogando, yo aprovecho para teclear y colgar estas notas, que, por fuerza,
serán breves. Celebramos hoy el IV
Domingo del Tiempo Ordinario. Imagino a Jesús en la sinagoga de
Cafarnaúm. He tenido la oportunidad de visitar en varias ocasiones los
restos arqueológicos de ese lugar en el que Jesús enseñó. ¿Qué vieron sus contemporáneos
en el profeta de Nazaret? ¿Qué les atrajo y qué les perturbó? El relato de
Marcos dice que “la gente se asombraba de
su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, no como los letrados” (Mc
1,22). Y, más adelante, tras la curación del endemoniado, añade: “Es una enseñanza nueva, con autoridad”
(Mc 1,27).
Hoy hay más enseñantes que nunca. El supermercado comunicativo no tienes límites. Tenemos ofertas de todo tipo. Internet se ha convertido en la gran plaza pública en la que uno encuentra de todo. Y, sin embargo, ¡qué difícil es encontrar a alguien que nos asombre, que nos seduzca “por su autoridad”; es decir, por la coherencia interna entre lo que piensa, siente, dice y hace! Cuando escuchamos hablar a muchos políticos, profesores, empresarios, artistas y eclesiásticos, tenemos la impresión de que a la cadena comunicativa le faltan eslabones imprescindibles. A veces dicen lo que no sienten. A menudo, no hacen lo que dicen. No hay nada más frustrante que conocer a una “persona grande” (es decir, famosa) que no es una “gran persona” (es decir, virtuosa).
Hoy hay más enseñantes que nunca. El supermercado comunicativo no tienes límites. Tenemos ofertas de todo tipo. Internet se ha convertido en la gran plaza pública en la que uno encuentra de todo. Y, sin embargo, ¡qué difícil es encontrar a alguien que nos asombre, que nos seduzca “por su autoridad”; es decir, por la coherencia interna entre lo que piensa, siente, dice y hace! Cuando escuchamos hablar a muchos políticos, profesores, empresarios, artistas y eclesiásticos, tenemos la impresión de que a la cadena comunicativa le faltan eslabones imprescindibles. A veces dicen lo que no sienten. A menudo, no hacen lo que dicen. No hay nada más frustrante que conocer a una “persona grande” (es decir, famosa) que no es una “gran persona” (es decir, virtuosa).
El encuentro con
Jesús no se parece nada al encuentro con cualquier otro líder. Su verdad,
bondad y belleza nos atrapan y transforman. Por eso, ayer como hoy, es admirado
y odiado a un tiempo. Quienes buscan autenticidad se encuentran ante un hombre
sin doblez, pura transparencia de Dios. Quienes han fundamentado su vida sobre
la mentira, se sienten descubiertos y denunciados.
Gonzalo, saludos cordiales. Te agradezco esta página que nos invita a la reflexión y al compromiso. Ojalá esta meditación "dominical" pudiera llegar en "sábado" pues nos iluminaría mucho a quienes estamos con el compromiso de ofrecer un mensaje de calidad a nuestros hermanos. Te felicito por tu fidelidad constante con este servicio cibernético. Animo!
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