El hecho de vivir en
Roma hace que de vez en cuando uno piense en los romanos. No me refiero a los
habitantes actuales de esta hermosa y caótica ciudad italiana sino a los que
vivieron aquí hace veinte siglos. De adolescente me gustaban mucho las películas
de romanos. Me hacían soñar con un
mundo fascinante. Hoy, visitando las ruinas de los foros o la imponente silueta
del Coliseo, tengo la impresión de que las civilizaciones son como las personas:
nacen, crecen, maduran y mueren. En realidad, no desaparecen del todo, porque siempre
perviven de múltiples formas, pero dejan espacio a otras maneras de organizar la
vida social. Es evidente que la civilización romana pervive en la cultura occidental
(pensemos en la influencia del latín en las lenguas romances o en el
derecho romano, la arquitectura, etc.), pero hace mucho tiempo que dejó de ser
determinante. Por muy esplendentes y poderosas que hayan sido, todas las
civilizaciones acaban sucumbiendo a su propia debilidad interna. Bastan luego algunos
factores externos para que se desmoronen. ¿Sucederá lo mismo con la llamada civilización occidental? Es conocida la sugerente y controvertida tesis de Samuel Hungtington
sobre el choque de
civilizaciones, pero hoy sábado es mejor no meterse en un debate
complicado. Ya tendremos tiempo otro día.
Os dejo con un vídeo
que reconstruye cómo era la famosa Villa Adriana, la magnífica residencia imperial a pocos kilómetros de Roma. La villa fue construida en Tibur (actual Tívoli) como lugar de retiro por el emperador Adriano en el siglo II. En ella pasó los últimos años de su vida, disfrutando de la paz que no encontraba en Roma. Tras su muerte, la villa fue usada por varios de sus sucesores. Cuando el Imperio Romano entró en declive, la hermosa villa cayó también en desuso y quedó parcialmente en ruinas. Durante los siglos posteriores, sobre todo en el siglo XVI, fue desmantelada para aprovechar sus materiales en otras construcciones. Las ruinas de la villa Adriana son un testimonio elocuente de que la
civilización romana ha pasado. Quedan por muchas partes del antiguo imperio otras ruinas hermosas. Hoy, las técnicas digitales nos ayudan a visualizar cómo eran las
construcciones originales. Esto nos permite disfrutar de su belleza y
grandiosidad. Las reflexiones de fondo las dejamos para otro día. Buen fin de
semana.
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