Ha pasado un mes desde que escribí la última entrada. En estas semanas han sucedido muchas cosas. Los Misioneros Claretianos hemos celebrado nuestro XXVI Capítulo General en el centro Ad Gentes de Nemi, a poco más de 30 kilómetros de Roma, en la zona de los Castelli Romani, al sureste de la capital. Entre otras cosas, hemos elegido un nuevo gobierno general para los próximos seis años. Después de dieciocho años, yo he terminado mi servicio. Empieza una nueva etapa aún no definida. El tipo de ministerio cambia, pero la misión sigue siendo la misma. Estuve dudando si reabrir el Rincón de Gundisalvus o cerrarlo definitivamente. Al final, me he decidido a completar las 190 entradas que faltan para llegar a las 2.000, lo que puede suceder en torno a la Semana Santa del año 2022. Después, Dios dirá. Creo que, tras un ciclo de seis años, llegará el tiempo de empezar algo nuevo. Lo mejor está siempre por llegar.
Mientras los casi 80 capitulares estábamos reunidos en un lugar tranquilo y fresco, asomado al lago de Nemi, el mundo ha seguido su ritmo implacable. Las últimas semanas de agosto estuvieron dominadas por la información sobre Afganistán. Luego, tras las vacaciones estivales, han vuelto los asuntos políticos y económicos. La pandemia sigue condicionando todo, por más que hayamos avanzado mucho en las campañas de vacunación. Yo he disfrutado con la experiencia de fraternidad vivida.
La audiencia con el papa Francisco el pasado día 9 fue un momento significativo. En su discurso nos habló con claridad: “Si quieren que su misión sea verdaderamente fecunda no pueden separar la misión de la contemplación y de una vida de intimidad con el Señor. Si quieren ser testigos no pueden dejar de ser adoradores”. No faltó su pizca de sal: “Sepan reírse en comunidad, sepan hacer chistes, y reírse de los chistes que cuenta el otro, no pierdan el sentido del humor; el sentido del humor es una gracia de la alegría y la alegría es una dimensión de la santidad”. Al final, los participantes pudimos estrecharle la mano sin necesidad de higienizarla con gel hidroalcohólico. La tarde anterior todos nos habíamos hecho un test de antígenos con resultado negativo. Los servicios de protocolo nos dijeron que no era necesario hacer ninguna reverencia. Bastaba un apretón de manos.
Encontré al papa Francisco un poco cansado tras sus entrevistas con el presidente de Chile y el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En el impresionante marco de la sala Clementina del Palacio Apostólico traté de unir el pasado multisecular de la Iglesia con el futuro que el Papa nos diseñaba: “No sean pasivos ante los dramas que viven muchos de nuestros contemporáneos, más bien juéguense el tipo en la lucha por la dignidad humana, juéguense por el respeto por los derechos fundamentales de la persona. ¿Cómo lograr esto? Déjense tocar por la Palabra de Dios y los signos de los tiempos”. Más claro, agua.
La vida misionera es por naturaleza itinerante. Durante dieciocho años he recorrido todo el mundo en servicios de animación. Ahora empiezo otra forma de itinerancia. Lo más probable es que deje Roma y empiece una nueva aventura. No me supone un esfuerzo especial porque los misioneros no echamos raíces en ningún lugar, no hacemos voto de estabilidad como los benedictinos, por ejemplo. Nuestra verdadera raíz es Cristo. Y Cristo está en todas partes. Antes de que nosotros lleguemos a un lugar, su Espíritu se nos ha adelantado. El lema del Capítulo General −Arraigados en Cristo, audaces en la misión− expresa con claridad esta dinámica. Si estamos arraigados en él, podemos movernos hacia cualquier periferia sin temor. Arraigo y audacia son dos rasgos de la vocación misionera en el contexto de una sociedad cambiante y del riesgo de la comodidad. Espero haber hecho mío el mensaje del Capítulo.
No están los tiempos para perderse en detalles secundarios. Necesitamos ir a lo esencial. Así nos lo recordó el Papa en sus palabras finales: “Espero, queridos hermanos, que este Capítulo que están por concluir los ayude a centrarse en lo esencial: Jesús, a poner su seguridad en Él y sólo en Él que es todo el bien, que es el sumo bien, la verdadera seguridad. Creo que esto podría ser uno de los mejores frutos de esta pandemia que ha puesto en tela de juicio tantas de nuestras falsas seguridades. Espero, también, que el Capítulo los haya llevado a concentrarse en los elementos esenciales que definen la vida consagrada hoy: la consagración, que valorice la relación con Dios; la vida fraterna en comunidad, que dé prioridad a la relación auténtica con los hermanos; y la misión, que los lleve a salir, a descentrarnos para ir al encuentro con los demás, particularmente de los pobres, para llevarles a Jesús”.
No me olvido de que hoy, 14 de septiembre, celebramos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Con este signo empezamos nuestra vida cristiana y con él nos despediremos de este mundo. La cruz concita un juego de miradas. Jesús nos mira desde arriba con amor; nosotros lo miramos a él desde abajo con fe. Con amor y fe podemos recorrer seguros el camino de la vida.
Por fin....otra vez vuelves a estar con nosotros un ratito cada día y con tus comentarios q nos hacen reflexionar nos acercan a Jesús
ResponderEliminarAdmiro como después de 18 años te tomes con tanta serenidad y optimismo el cambio y por esa forma de pensar y vivir me creo también q lo mejor está por llegar
¡Gracias, Gonzalo!
ResponderEliminarMe alegra que podamos encontrarnos de nuevo por este medio. Seguro que te irá bien vayas donde vayas. Lo importante es confiar en Dios y lo mejor no está en las cosas que nos rodean sino en la actitud con la que las vivimos.
ResponderEliminarGracias querido amigo por tu vuelta tan esperada al blog y por las palabras de esta entrada. Sea como sea, leerte alegra el día y anima a ser mejor. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Gonzalo por volver y volver compartiendo mensajes muy concretos que ayudan a ir renovando fuerzas en nuestro caminar. Gracias porque tu ilusión refuerza la nuestra…
ResponderEliminar“Lo mejor está siempre por llegar.
Nuestra verdadera raíz es Cristo. Y Cristo está en todas partes.
Si estamos arraigados en él, podemos movernos hacia cualquier periferia sin temor.
Necesitamos ir a lo esencial.
Empieza una nueva etapa aún no definida. El tipo de ministerio cambia, pero la misión sigue siendo la misma.”
Que el Señor te aporte luz y fuerza para emprender tu nueva etapa. Un abrazo.