Me sorprende la pasión que hay por el diablo en ciertos ambientes de gente joven. Es como si el vacío de fe se quisiera llenar con experiencias demoniacas. Algunos testimonios me hacen dudar de la salud mental de sus autores. En este contexto, la liturgia nos propone celebrar hoy la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel. Tengo varios amigos que llevan alguno de estos tres nombres. Son para mí como un recordatorio de la presencia de los arcángeles en mi camino. Sus nombres indican con claridad la misión que se les ha confiado. Miguel en hebreo significa ¡Quién como Dios! Representa la victoria de Dios sobre las fuerzas del mal. Rafael quiere decir Medicina de Dios o Dios ha obrado la salud. Es el arcángel amigo de los caminantes y médico de los enfermos. Gabriel significa Fortaleza de Dios. Gabriel recibió la misión de anunciarle a la Virgen María que sería la Madre del Salvador.
Los tres simbolizan una realidad que necesitamos redescubrir: Dios es soberano, sanador y fuerte. Quien se abre a su misterio de amor vence el poder del mal, sana sus heridas y dolencias y supera las debilidades. No sé si estamos en condiciones de creer en la presencia de los arcángeles en nuestra vida, pero de lo que no tengo la menor duda es de que necesitamos una fe con los rasgos que ellos simbolizan.
Es diabólica toda realidad que separa, crea enfrentamientos y nos desarraiga de nuestro suelo nutricio. Diabólico es convertir las normales polaridades de la vida humana en problemas insolubles. Y diabólico es, por encima de todo, hacernos creer que podemos subsistir como criaturas humanas desconectados de la fuente que es Dios. Quizá no hay nada más diabólico que ese sutil orgullo contemporáneo que reviste la falta de fe como madurez y autonomía. Las deliciosas Cartas del diablo a su sobrino constituyen un verdadero manual que nos ayuda a caer en la cuenta de las estratagemas del diablo para separarnos del camino de la fe. Parecen casi un guion de lo que está sucediendo hoy en nuestra sociedad, por más que C.S. Lewis las publicara en el ya lejano 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Necesitamos la protección del arcángel Miguel para no dejarnos seducir por el diablo disgregador. Miguel nos recuerda que Dios es más fuerte que cualquier realidad diabólica, que el amor triunfa sobre el odio y que, en definitiva, la historia nos se le escapa a Dios de las manos, aunque a veces tengamos la impresión de que sigue trayectorias incomprensibles.
¿Somos una sociedad enferma? No soy muy dado a generalizaciones catastrofistas, pero la pandemia nos ha hecho ver con más claridad que somos muy frágiles y vulnerables. Es necesario que el arcángel Gabriel ponga colirio en nuestros ojos para ver las cosas como las ve Dios y no desde el prisma del resentimiento, la envidia o la prepotencia. Necesitamos la “medicina de Dios” para integrar lo desintegrado, poner en pie lo que no está firme (infirmus) y experimentar la salud/salvación que nos da la fe. Es verdad que hoy existe una gran preocupación −casi una obsesión− por la salud. Pero la que Dios nos da va más allá de la armonía psicosomática. Tiene que ver con la restauración de todas nuestras relaciones: con nosotros mismos, los demás, el mundo, el tiempo y Dios. De esto se ocupa el “doctor Rafael”, experto en acompañarnos en nuestro camino terapéutico.
Y, por último, el arcángel Gabriel siempre nos trae buenas noticias en tiempos de “fake news”. De esta manera nos robustece con la fuerza del Evangelio para que no acabemos “infoxicados”. Los tres arcángeles forman una especie de equipo vencedor que combate contra los escuadrones de demonios que quieren complicarnos la vida y separarnos del camino de Dios. Merece la pena que les demos las gracias en un día como hoy. Yo lo hago mientras prosigo la tediosa tarea de romper documentos, ordenar archivos, llenar cajas con libros y otros objetos y organizar la marcha. Me parece que voy a tener que pedir una ayuda extra al equipo arcangélico para no sucumbir en el intento.
No es fácil el tema de los arcángeles. Pero cuando analizamos nuestra vida, profundamente, podemos intuirlos en muchas situaciones que nos han ayudado sin que seamos muy conscientes de ello… Sí que necesitamos una fe con los rasgos que ellos simbolizan.
ResponderEliminarFalta mucha información sobre ellos… En general, cuando en una conversación se sugiere el tema, ésta se va por caminos diversos y sobretodo en el tema de la adivinación por las cartas, temas esotéricos… y más.
El libro que sugieres, creo que, por contraste, nos puede ayudar a descubrir muchas cosas, ampliando nuestra visión.
Gracias Gonzalo, por aportarnos, en la festividad de hoy, la información de que “los tres simbolizan una realidad que necesitamos redescubrir: Dios es soberano, sanador y fuerte”.