martes, 18 de mayo de 2021

Ponerse a tiro del Espíritu

Ayer comenzó la 50 Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada. Por primera vez en este medio siglo, la Semana se realiza completamente online. Más de dos mil consagrados la están siguiendo desde sus monasterios, conventos, misiones, casas, etc. Yo tendré el gusto de participar en ella el próximo sábado, vísperas de Pentecostés, con una conferencia sobre la espiritualidad de la vida consagrada en la sociedad de la información. En su momento compartiré algo sobre este tema tan actual. 

Hoy quiero subrayar la intervención del papa Francisco en la apertura de la Semana. Mediante un videomensaje de poco más de siete minutos, saludó a todos los participantes, agradeció de manera especial al cardenal Aquilino Bocos (que ayer, por cierto, cumplía 83 años) su impulso a esta iniciativa y, como quien no quiere la cosa, dejó caer algunas observaciones que no tienen desperdicio. Uno de los rasgos del Papa es que a menudo habla como si estuviera improvisando, como quien no sabe de qué va el asunto, pero siempre dice lo que quiere decir. Ayer no fue una excepción. Nos transmitió dos convicciones que suenan casi a aviso a navegantes. 

Primera: “Cuando la vida consagrada pierde esta dimensión de diálogo con la realidad y de reflexión sobre lo que sucede, empieza a hacerse estéril”. 

Segunda: “Es triste ver cómo algunos institutos, para buscar cierta seguridad, para poder controlarse, han caído en ideologías de cualquier signo, de izquierda, de derecha, de centro, cualquiera. Cuando un instituto se reformula del carisma en la ideología pierde su identidad, pierde su fecundidad”.

Más claro, agua. La vida consagrada pierde su fecundidad cuando no dialoga con la realidad que hoy vivimos y cuando, abandonando su carisma inicial, se enroca en ideologías de cualquier signo.

Lo que dijo fue muy claro. Sabiendo que el Papa no suele dar puntada sin hilo, me pregunto qué quería decir. Como no es fácil adivinar su pensamiento, me limito a decir lo que yo entendí. Me pareció que el Papa se refería al peligro de vivir una vida consagrada que no se hace cargo de lo que está pasando en nuestro mundo, que se pierde en asuntos domésticos y que no escucha la voz de Dios en los acontecimientos. Aludió también a un tipo de vida que a veces se ideologiza en nombre de no sé qué causas y olvida por qué y para qué nació en la Iglesia. Estos dos apuntes no nacen de una teología de gabinete. Son los avisos que un pastor, que conoce muy bien lo que hoy está pasando, dirige a sus hermanos y hermanas. Creo que haríamos bien en tomarlos en serio. ¿Cómo? ¿Qué hacer? 

El Papa no se limitó a hacer un diagnóstico urgente, sino que apuntó también una línea de futuro:No se puede mantener un carisma fundacional sin coraje apostólico, o sea, sin caminar, sin discernimiento y sin oración. Y esto es lo que ustedes están tratando de hacer con esta semana. No es reunirse para tocar la guitarra y decir “qué linda la vida consagrada”, no —sí, toquen la guitarra de vez en cuando porque hace bien cantar, hace bien, como dice san Agustín, “canta y camina”, hace bien—, sino para buscar juntos de no perdernos en formulismos, en ideologías, en miedos, en diálogos con nosotros mismos y no con el Espíritu Santo”

No se hace una 50 Semana de Vida Consagrada en plan autobombo, sino para discernir hacia dónde y cómo caminar en los próximos años. El Papa fue muy explícito: “¡No les tengan miedo a los límites! ¡No les tengan miedo a las fronteras! ¡No les tengan miedo a las periferias! Porque ahí el Espíritu les va a hablar. Pónganse “a tiro” del Espíritu Santo. Y estas semanas ayudarán, ciertamente, a ponerse “a tiro””.

Sé que muchos lectores de este blog son personas consagradas que pertenecen a diversos institutos religiosos, seculares o viven otras formas de consagración. Pero sé también que la mayoría de los lectores son laicos. A unos y otros nos viene bien reflexionar juntos sobre el significado de esta forma de vida cristiana en la Iglesia. Por todas partes se multiplican las noticias de cierres de conventos y casas religiosas, de disminución de vocaciones, de envejecimiento generalizado, etc. Algunos blogueros católicos parecen solazarse en estos datos porque les sirven para apuntalar su propia convicción: la vida consagrada disminuye numéricamente en Europa (y buena parte de América) porque se ha desviado de lo esencial, se ha mundanizado y, en consecuencia, ha cavado su propia tumba. El último que apague la luz. Esto se puede decir con serenidad, con ironía y hasta con mala leche. 

No tendríamos que tener ningún miedo a recoger la parte de verdad que estas críticas encierran. Pero ¿es esta la explicación más cabal de lo que está pasando? ¿O tiene más razón el Papa cuando nos habla de que la esterilidad está ligada a la falta de un diálogo profundo con la realidad que hoy vivimos, que es lo mismo que decir con el Dios que nos habla a través de la realidad? ¿No nos habremos refugiado en comprensiones y modelos que ya han agotado su fecundidad? ¿Cómo ponernos “a tiro” del Espíritu para secundar sus inspiraciones? Estoy convencido de que tienen que morir muchas cosas para permitir que se abra camino un nuevo modo de ser consagrados en este cambiante siglo XXI. La última palabra no es la lamentación, sino una suave esperanza. También para esto se requiere una espiritualidad humilde y resistente. Y la capacidad de encajar las críticas con humor. 



1 comentario:

  1. Los consejos que os ha dado el papa Francisco a los participantes de la 50 Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, podemos acogerlos los laicos que también nosotros estamos llamados a vivir como hijos de Dios, en profundidad y dando testimonio, desde nuestro lugar concreto y encajan totalmente en nuestra vida.
    “¡No les tengan miedo a los límites! ¡No les tengan miedo a las fronteras! ¡No les tengan miedo a las periferias! Porque ahí el Espíritu les va a hablar. Pónganse “a tiro” del Espíritu Santo.
    La última palabra no es la lamentación, sino una suave esperanza. También para esto se requiere una espiritualidad humilde y resistente. Y la capacidad de encajar las críticas con humor.
    Tu Gonzalo, escribes: “… sé también que la mayoría de los lectores son laicos. A unos y otros (consagrados y laicos) nos viene bien reflexionar juntos sobre el significado de esta forma de vida cristiana en la Iglesia.” Lo estoy leyendo como una invitación que nos haces de reflexionar juntos, y estoy de acuerdo porque con las aportaciones de unos y otros caminaremos con más compromiso y nos sostendremos mutuamente.
    Gracias Gonzalo por despertar inquietudes.

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