lunes, 23 de noviembre de 2020

Hambre de piel

Creo que todos o la mayoría de nosotros echamos de menos los apretones de manos, los besos y los abrazos en estos tiempos de penitencia pandémica. Es como si nos faltara algo esencial a lo que estábamos acostumbrados, más en los países latinos que en los anglosajones, dicho sea de paso. Lo que quizá no todos sabíamos es que este ayuno afectivo daña la salud. El tacto es un sentido clave para la vida humana. Su carencia debilita el sistema inmunitario, influye negativamente en el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y los niveles de hormonas del estrés y el amor. Lo dicen los entendidos, pero quizás ya lo habíamos sospechado al comprobar cómo en estos meses hemos ido perdiendo la alegría de vivir. No basta con las relaciones virtuales, a distancia. Por grosero que pueda sonar, necesitamos tocarnos, delimitar el espacio de cada persona, tomar conciencia de que existe. Sin cuerpo tangible, acabamos convirtiéndonos en un holograma de nosotros mismos. Parece que en los próximos meses podremos acceder a una vacuna que nos proteja contra el virus, pero no será suficiente. Necesitaremos además un complejo vitamínico BAC: besos, abrazos y caricias. Lo van a necesitar, sobre todo, los niños y los ancianos, que han sido privados de él durante demasiado tiempo. Necesitaremos derramar lágrimas y saltar de alegría, dar rienda suelta a nuestros sentimientos. Parece que padecemos una insoportable hambre de piel.

Que escriba estas cosas una persona que ha prometido vivir el celibato puede resultar extraño, si no escandaloso. El verbo “tocar” tiene también claras connotaciones eróticas y sexuales. Y, sin embargo, soy seguidor de un Maestro célibe que pasó por el mundo “tocando” y “sanando”. Los Evangelios están repletos de escenas en las que Jesús acorta las distancias y “toca” a las personas. No se comporta como un soberano que se limita a dar órdenes. Practica la pastoral de la proximidad. Jesús toca y permite que lo toquen. Examinemos, en primer lugar, algunos textos en los que la gente quiere tocar a Jesús porque sabe que desprende una energía sanadora.

Mateo 9,20: “Y he aquí, una mujer que había estado sufriendo de flujo de sangre por doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto”.

Marcos 5,27: “Cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a él por detrás entre la multitud y tocó su manto”.

Mateo 9,21: “Pues decía para sí: Si tan sólo toco su manto, sanaré”.

Marcos 5,30: “Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de Él, volviéndose entre la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi ropa?”.

Lucas 8,45-46: “Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Mientras todos lo negaban, Pedro dijo, y los que con él estaban: Maestro, las multitudes te aprietan y te oprimen. Pero Jesús dijo: Alguien me tocó, porque me di cuenta que de mí había salido poder”.

Lucas 6,19: “Y toda la multitud procuraba tocarle, porque de Él salía un poder que a todos sanaba”.

Mateo 14,36: “Y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados”.


Recordemos ahora otros textos en los que es Jesús quien toca a las personas, sobre todo a los enfermos y a los niños:

Marcos 8,22: “Llegaron a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaron que lo tocara”.

Lucas 18,15: “Y le traían aun a los niños muy pequeños para que los tocara, pero al ver esto los discípulos, los reprendían.

Marcos 10,16: “Y tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos”.

Marcos 7,33: “Entonces Jesús, tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua con la saliva”.

Mateo 8,3: “Y extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra”.

Mateo 9,29: “Entonces les tocó los ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe”.

Mateo 20,34: “Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y le siguieron”.

Cada uno de nosotros tenemos una energía que puede curar a los demás a través de las expresiones corporales. El amor acaba haciéndose concreto en las terminaciones nerviosas de nuestros dedos. Si queremos que una persona se muera antes de tiempo, quitémosles las expresiones de afecto. Es verdad que todos necesitamos oxígeno y alimentos, pero también caricias, besos y abrazos. Por eso, es tan cruel esta pandemia. No solo porque ha segado las vidas de miles de personas, sino porque a todos nos ha dejado con hambre de piel, que es como decir, con hambre de amor. Nos ha impedido curarnos mutuamente a base de esas vitaminas que todos podemos compartir con los demás. Quizás estamos pagando un precio que ni siquiera sabemos calcular. Os invito a recrearos con el vídeo de Salomé Arricibita que pongo a continuación. Se titula precisamente “Me tocas”.



2 comentarios:

  1. Gonzalo, no es nada escandaloso que hables sobre el “tocar”… Es una palabra que cuando se utiliza para hablar de las relaciones interpersonales, muchas veces se interpreta en un solo sentido. Me gusta la canción con que acompañas esta reflexión que haces y que va repitiendo ese “me tocas… cuando…”, refiriéndose a Dios. Sí, tenemos “hambre de piel”, estamos faltos de las vitaminas BAC… El sufrimiento aumenta cuando estás delante de una persona querida que sufre y no puedes, o ella no acepta, este abrazo que le haría tanto o más bien que un medicamento y es un bien para el que lo recibe y para el que lo da.
    Se han hecho experimentos con bebés recién nacidos, que tienen más o menos las mismas características, a un grupo se les coge en brazos se les da el biberón, los asean y vuelven a ponerlos en la cuna… Al segundo grupo se les hace lo mismo pero se les tiene unos momentos más en brazos, se les habla y se les acaricia antes de ponerlos en la cuna… Estos últimos aumentan más de peso que los primeros.
    Gracias Gonzalo por tu reflexión y el enlace que haces con los momentos en que Jesús “toca” y se deja “tocar”.
    Un abrazo.

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  2. Efectivamente, perdimos mucho, ese abrazo de mis hijas y nietos, de mis amigos y conocidos!!! Mis nietos dicen que es horrible salir conmigo a la calle porque saludo a todo el mundo, mi mundo, lo extraño pero lo ofrezco de corazón para que esto termine!!! Saludos

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