Me temo que la cosa va para largo. Es probable que en Italia el
confinamiento dure hasta el 3 de mayo, aunque todavía no es oficial. También en España se habla de prolongarlo hasta el 26 de abril. Si
así fuera, nos habríamos pasado casi dos meses cerrados en casa, contentándonos
con ver el estallido de la primavera a través de la ventana. ¿Qué está
sucediendo durante este tiempo? Cada uno afrontamos la reclusión de maneras muy
diversas. Ayer le pregunté a una persona muy cercana cómo la estaba llevando. Su
respuesta fue lacónica: “No, no hago nada,
pero se pasan las horas. Estoy disfrutando de mirar por la ventana del salón...horas
y horas al cielo. Un privilegio...Yo es que no necesito ni poner la tele...ni
música”. Es probable que otros se suban por las paredes porque no aguantan
ni un día más recluidos. No es lo mismo vivir en un pequeño apartamento de 30 o
40 metros que en una casa grande con jardín. Y, por supuesto, no se vive igual
cuando hay armonía entre los miembros de la familia que cuando estallan
tensiones o se producen maltratos. Algunos pueden salir de casa por motivos reconocidos
por la ley. Otros deben hacerlo porque trabajan en servicios esenciales (pienso,
sobre todo, en el personal sanitario y de seguridad). Sea como fuere, unos y
otros, estamos viviendo –con mayor o menor agrado– una especie de “ejercicios
espirituales” colectivos. Tenemos mucho tiempo para pensar, hacernos preguntas
y buscar respuestas.
Quizá uno de esos
ejercicios consista en reordenar nuestra escala de valores a la luz de la
experiencia que estamos viviendo. Es probable que, tras varias semanas de
confinamiento, algunos valores que figuraban en cabecera hayan caído varios
puestos. Y otros, preteridos durante años, hayan escalado hasta la cima. Os
propongo una doble tabla sin más fundamento que una intuición personal y sin
más propósito que hacernos pensar y tal vez dialogar en familia.
SIETE VALORES
ANTES DE LA PANDEMIA
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SIETE VALORES
DESPUÉS DE LA PANDEMIA
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1. El trabajo y el éxito
profesional
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1. La fe en Dios
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2. El bienestar personal
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2. Las relaciones humanas
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3. El cuidado del cuerpo y
de la imagen
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3. El cuidado de los mayores
y vulnerables
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4. El dinero
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4. La solidaridad y la ayuda
mutua
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5. El sexo
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5. El silencio y la oración
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6. El fútbol y otros
entretenimientos
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6. La esperanza
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7. La justicia y la igualdad
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7. La alegría
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Naturalmente, estas
tablas no tienen ningún valor científico. Cada uno debemos hacer las nuestras. Hay
un par de preguntas que pueden ayudarnos:
- ¿Qué valores eran para mí importantes (en la práctica, no en la teoría) antes de que estallara la pandemia?
- ¿Cuáles han perdido fuerza y cuáles la han ganado? ¿Por qué?
Intuyo que todos los que tienen que ver con la preocupación por los demás y por la naturaleza habrán subido y los que se refieren al éxito o al disfrute habrán bajado. Hay unas palabras de Jesús que pueden ayudarnos a hacer este ejercicio y que ahora resultan más elocuentes: “¿Qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo a costa de su vida?, ¿qué precio pagará por su vida?” (Mt 16,26). ¡Cuántas personas ricas que han muerto a causa del coronavirus hubieran dado toda su fortuna por haber sobrevivido a la pandemia! Nuestro don más preciado es la vida porque en ella se refleja nuestra condición de imágenes de Dios. Cultivar las relaciones esenciales (con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza, con la historia y con Dios) que nos hacen vivir con plenitud es probablemente la gran lección que nos deja esta crisis. ¡Ojalá la Semana Santa nos permita profundizarla e iluminarla desde la trayectoria de Jesús!
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