Los corredores
kenianos son famosos por sus marcas en pruebas de resistencia. Están entrenados
para llegar lejos. Hay corredores jamaicanos, como Usain Bolt, que son
velocísimos. Están entrenados para correr rápido. Son dos maneras de entender
la misma disciplina. En África corre un proverbio que reza así: “Si quieres
llegar rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, camina en grupo”. Describe
bien lo que suele suceder en muchos ámbitos de la vida. Cuando queremos hacer
algo rápido, a nuestro estilo, parece que los demás nos estorban. “Lo hago
antes y mejor yo solo”, solemos decir con un poco de autosuficiencia pero
basados en experiencias pasadas. Trabajar con otros retrasa y complica los
procesos. Al fin y al cabo, como se suele decir con ironía, “un camello es un
caballo dibujado por una comisión”. Hoy, que vivimos una cultura cortoplacista (no sé quién inventó este
palabro, pero lo usan mucho los más cortoplacistas de todos: los políticos),
damos mucha importancia a la obra individual, de autor. Parece que la banda
sonora de nuestra vida es el My way
(A mi manera) de Frank Sinatra. Buscamos resultados rápidos, vistosos, rentables.
Yo solo soy más veloz, más guapo, más inteligente, mejor organizador… Vamos,
que yo solo soy casi CR7.
Sin embargo, si
aspiramos a obras de largo alcance, que tengan un impacto duradero, si buscamos
procesos de transformación y no solo acciones aisladas, entonces no tenemos más
remedio que involucrar al mayor número posible de personas. Necesitamos
institucionalizar las obras para que puedan llegar lejos. Chesterton decía que “los
hombres felices crean instituciones” porque es la única manera de asegurar que
la felicidad no sea efímera, que alcance a más personas y por más tiempo. No estoy en
Jamaica sino en Kenia, así que me inclino por la segunda parte de la pregunta.
Creo que para llegar lejos necesitamos el apoyo que nos ofrecen los demás. ¿Tendrá
esto algo que ver con el famoso Brexit?
¿O con otros procesos separatistas? Intelligenti
pauca.
Muy buena reflexión. El corto plazo es una auténtica bomba de relojería para poder conseguir un mundo que sea mejor. Todo se mide al instante y, en muchos casos, sin analizar si es de calidad el resultado. Y como se mide la cantidad y no la calidad pues así vamos cavando la ruina. Para transformar hace falta que cada individuo se transforme por convicción, por busca de la calidad y la verdad, de lo auténtico; es un proceso individual pero que exige hacerlo en grupo con visión de conjunto. Pero sin mediatizar, sin violentar. Convenciendo de que lo bueno no es posible alcanzarlo con metas cortoplacistas.
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