Con un discurso menos épico pero bien trabado, me sorprendió también el tono y el contenido de la intervención de Alberto Núñez Feijoo en un acto organizado por el periódico El Debate. Frente a la política espectáculo, el líder gallego del PP apostó por el cambio tranquilo y por la gestión persuasiva. Reivindicó su edad y su trayectoria política como avales para ser el próximo presidente del gobierno español si gana las elecciones generales.
Parece que está pasando la moda de los políticos jovencísimos, apuestos e inexpertos. Varios se han quemado en poquísimo tiempo, desde Pablo Iglesias a Pablo Casado pasando por Albert Rivera, etc. A casi todos les gustaba lanzar cohetes, pero ya se sabe que, en el caso de los fuegos artificiales, tras el resplandor inicial, en poco tiempo no queda nada. Los restos se precipitan al suelo.
Creo que en los últimos años hemos pagado el precio de un excesivo rejuvenecimiento en la política. Líderes que apenas sobrepasaban la treintena, con poca o nula experiencia de gestión, han saltado en poco tiempo al primer plano de la política y con igual premura han desaparecido o están a punto de hacerlo. Su osadía no estaba al mismo nivel que su preparación y su experiencia. No basta con ser. Hay que saber estar y resistir. Un buen liderazgo no se nutre solo de cualidades sobresalientes y mucho menos de operaciones mediáticas y algunas performances espectaculares. Por lo general, estos líderes artificiales son flor de un día.
Los buenos líderes,
como el buen vino, necesitan tiempo para envejecer y madurar. Hay vinos jóvenes (en torno
a un año de conservación) y vinos crianza (entre cuatro y cinco años), reserva
(entro ocho y diez años) y gran reserva (quince años o más). Me parece que,
tras los numerosos experimentos fallidos con políticos “jóvenes” (sin apenas
experiencia), ha llegado el momento de descorchar algunos políticos “reserva” o
“gran reserva” que ayuden a poner templanza y buen gusto en un panorama político
convulso y avinagrado. Es hora de recuperar figuras que fueron orilladas en los
últimos años y que pueden aportar una gran contribución a la vida social desde
la competencia, la experiencia, la integridad y la serenidad. No es poca cosa
en los tiempos que corren. Nos libraríamos de muchas torpezas que hemos pagado caro.
Y yo me pregunto: ¿no sería pues saludable que en los Equipos de Gobierno de las Congregaciones religiosas se incluyeramos personas con la experiencia que dan los años? Creo que hoy hacen mucha falta.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en que necesitamos líderes con experiencia de vida y esto en todos los campos además del político… También en el campo sanitario he ido descubriendo que se necesitan líderes maduros que sepan aportar, como bien dices: “una gran contribución, en la política, en la sanidad y otros campos, desde la competencia, la experiencia, la integridad y la serenidad.”
ResponderEliminarPor algo se decía: la experiencia es la madre de la ciencia.
Gracias Gonzalo por ir aportando luz en temas que están muy candentes.
Entiendo q te sientas identificado por la edad,como yo
ResponderEliminarPero también es cierto q con la madurez se pierden muchos valores ,se q no era momento hablar de ello
Lo importante es el respeto a los demás y cuantas veces los políticos "serenos"lo pierden insultando