jueves, 21 de abril de 2022

Jesús, el hombre de las relaciones


Llevo un par de días sin asomarme a este Rincón.  Algunas actividades urgentes y la preparación de los próximos viajes me han absorbido mucho tiempo. Ayer tuve una comunicación en la 51 Semana Nacional de Vida Consagrada que se está celebrando en Madrid durante esta semana de la Octava de Pascua. Hablé sobre “Jesús, el hombre de las relaciones”, un tema bellísimo que me desbordaba por todas partes. Cualquiera de las relaciones a las que solo pude aludir de pasada hubiera justificado una conferencia entera. Pensemos en la especialísima relación de Jesús con su madre o con sus parientes y paisanos en general. O en la relación estrecha que mantuvo con sus discípulos o con sus amigos (como los hermanos Lázaro, Marta y María de Betania). 

De las cerca de 40 relaciones reportadas en el evangelio de Marcos, una cuarta parte tiene como interlocutores a los pobres, enfermos y endemoniados. Otro bloque lo constituye el itinerario formativo que siguió con los Doce.  Después de repasar someramente las relaciones con su familia, Juan el Bautista, los discípulos, las mujeres, los adversarios, la gente y los pobres, enfermos y marginados, me detuve a examinar tres relaciones que me resultan atractivas e inspiradoras.


La primera es la que Jesús establece con la mujer samaritana, tal como se nos narra en el capítulo 4 de Juan. A partir de la sed, Jesús va acompañando un itinerario de búsqueda que le permite a la mujer descubrir “el agua que salta hasta la vida eterna” y a Jesús como el salvador y mesías, el que nos lleva a adorar a Dios “en espíritu y verdad”, no en lugares rituales.

El encuentro de Jesús con Zaqueo (Lc 19,1-10) supone el triunfo de la misericordia sobre el juicio. Un hombre bajo de estatura, rico de dinero y pobre de estima social, encuentra la salvación cuando su vida se cruza con la de Jesús. Fruto de esa transformación interior es un cambio de vida que le lleva a compartir con los pobres lo mucho que tiene.

De otro tipo es el encuentro de Jesús con el joven rico (Mt 19,16-22; Mc 10,17-31; Lc 18,18-30). Partiendo de una actitud noble y de búsqueda sincera, el joven no logra comprender lo que Jesús le propone. La invitación a venderlo todo, dárselo a los pobres y seguirlo le resulta excesiva. Por eso, “frunció el ceño y se marchó triste” (Mc 10,22). Es la historia de un camino fallido. En el caso de Zaqueo, Jesús tomó la iniciativa de alojarse en su casa. En el caso del joven rico, fue él quien se aproximó a Jesús y le hizo una pregunta. Quizá solo cuando acogemos a Jesús de verdad se producen cambios significativos. Cuando nosotros “programamos” el cambio según nuestras expectativas no llega a buen puerto.


He visto a un buen número de jóvenes religiosos entre los alrededor de 300 consagrados que se encuentran en el salón de actos y los más de 2.000 que siguen el desarrollo de la Semana a través de Internet. Todos, pero especialmente ellos, estamos llamados a ser, como Jesús, hombres y mujeres de relaciones, con una actitud compasiva, cercana, auténtica, universal y salvífica. Nadie debería quedar excluido de nuestro radio de acción. 

Ni el distanciamiento social, ni la impostura digital, ni la competitividad, ni la polarización o la indiferencia deberían frenarnos. Las personas consagradas deberíamos ser “expertas en relaciones” porque, como Jesús, vivimos la gran relación que sustenta todas las demás: la relación con Dios Padre. El profesor Santiago Guijarro que me precedió en el uso de la palabra hizo una clara exposición sobre este tema. Jesús mantuvo relaciones reveladoras y salvíficas con muchas personas porque su identidad estaba ligada a la relación fontal con Dios, su Abbá, su Padre.

Todo esto se escribe en el corto espacio de una entrada, pero implica toda una forma de entender la vida. Quizás nuestras relaciones humanas se han empobrecido porque no cultivamos esa relación fundante con Dios que les da su verdadero significado y horizonte.

1 comentario:

  1. Me gusta y me encaja en este momento de mi vida como has enfocado el tema de Jesús, el hombre de las relaciones. Hay tema para horas de reflexión y oración.
    De la manera que lo vas desglosando ayuda a acercarnos a un Jesús más humano, más nuestro. Tal como tú dices el tema es bellísimo.
    Gracias Gonzalo…

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