Hacía 40 días que no pasaba por el aeropuerto de Fiumicino, una cuaresma de ayuno aéreo. Aprovecho la espera de mi vuelo para teclear la entrada de hoy. Roma vive una
primavera excesiva. Es una buena preparación para el otoño cálido que me aguarda en Buenos Aires.
Mientras escribo, me entero de que el
parlamento británico ha rechazado por tercera vez el plan de Brexit presentado
por la primera ministra May. La cuerda se está tensando demasiado. Por alguna
parte se va a romper. Me pregunto por qué tenemos que someter a un pueblo a
esta tensión, pero sé que este tipo de preguntas no tienen respuestas claras.
El Brexit es solo un símbolo de los muchos procesos extraños que estamos viviendo.
Aprovecho la espera para leer algunos periódicos digitales. No quiero que el
sueño robado a la noche pasada me pase factura antes de tiempo. Me llama la
atención una entrevista
a Jordi Évole, el director del programa Salvados de La Sexta. Le preguntan por la experiencia vivida en su
conversación con el papa Francisco que se emitirá el próximo domingo. Lo que más me desconcierta es el uso
del adverbio lógicamente en respuesta
a una pregunta del entrevistador. Lo que Évole dice es: El Papa habla de una manera que te llega. A mí al menos me llegó, a
pesar de las discrepancias que tengo con él. Lógicamente no estoy de acuerdo
con muchas cosas que dice, pero con otras sí.
La última frase
revela más de lo que a primera vista parece. Comprendo que Évole no esté de acuerdo
con muchas de las cosas que dice el papa, pero no entiendo el uso del adverbio lógicamente al comienzo de la frase. Parece
indicar que quienes estamos de acuerdo en muchas cosas con él no actuamos según
la lógica. Respeto lógicamente –ahora
sí– lo que Évole piense sobre los diversos asuntos éticos, pero las veces que
lo he escuchado me parecía estar ante ese tipo de personas que parecen sentirse siempre obligadas a discrepar de los demás –sobre todo, de quienes ejercen alguna autoridad
moral– para exhibir su aguda inteligencia, su espíritu crítico, su pedigrí periodístico
y, en el fondo, quizá también su superioridad moral. ¿Cómo un periodista crítico,
de izquierdas, va a sintonizar con el papa de Roma? Eso sería caer
demasiado bajo. Lógicamente no está
de acuerdo en muchas (no solo en algunas) cosas de las que el papa dice. A lo mejor me he pasado un poco, pero pocas
veces un adverbio me ha parecido tan innecesario.
Un pasajero que
está cerca de mí degusta con fruición un helado de cono. Utiliza cucharilla de
plástico. La mayoría –como es normal desde hace años– entretiene la espera
pegados al móvil. ¿Qué tendrá este adminículo que tanto atrae a pequeños y
grandes? Alguien lo definió como “la heroína
del siglo XXI”. Suena excesivo, pero de lo que no hay duda es de su carácter
adictivo. Yo prefiero dejar lista esta entrada del blog porque no llegaré a Buenos Aires
hasta el sábado a las dos de la tarde (hora europea). Espero compartir con los
lectores del Rincón algo de lo que vaya viviendo durante los próximos dos meses
en mi gira por los cuatro países del Cono Sur. Feliz finde.
Buen final de viaje... Esperaré tus comentarios... Además de profundizar en la fe me ayudan a ampliar cultura en muchos aspectos... Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo