Del evangelio que se lee en esta solemnidad de Santiago, apóstol, patrono de España, destaco una frase de Jesús: “No será así entre vosotros”. Un amigo mío, allá por el año 2017, cuando el auge de Podemos como partido político, se fijaba más bien en la respuesta que Santiago y Juan dan a la pregunta de Jesús: “¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?”. La contundente afirmación de los dos hermanos le parecía el acta fundacional del partido podemita. En efecto, Santiago y Juan respondieron al unísono: “Podemos”. El paso del tiempo ha demostrado, una vez más, que quien pretende escalar el cielo con aires prometeicos acaba en el infierno.
Bromas aparte, Jesús trata de compartir con los suyos una enseñanza que nunca acabamos de comprender y menos de hacer nuestra. Parte de una constatación tan vieja como los seres humanos: “Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen”. Esta tiranía y esta opresión a veces revisten formas descaradamente autoritarias y dictatoriales; otras se disfrazan de formas democráticas, pero, en el fondo, todas entienden el poder como dominación. Se trata de imponer a los demás, por la fuerza de las armas, del dinero, de los medios de comunicación o de los votos, el propio criterio. Jesús no se anda con rodeos: “No será así entre vosotros”. El poder de dominio no tiene cabida en la comunidad cristiana.
¿Cuál es entonces la alternativa? ¿Cómo deberían ser las cosas? También Jesús es claro: “El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo”. ¿Qué líder político, académico, empresarial o eclesial no comienza el ejercicio de su cargo diciendo que ha venido para servir? ¡Hasta el Papa se denomina servus servorum Dei! El vocabulario del servicio a los ciudadanos es de uso común. Y, sin embargo, pocos son los casos en los que vemos líderes que son verdaderos servidores de los demás. Lo más frecuente es encontrar a personas que se sirven del poder para sus intereses personales o corporativos o, a lo más, que se comportan como grises funcionarios que realizan una tarea remunerada pero sin conciencia de servicio.
En el lenguaje de Jesús, servir significa “dar la vida”; es decir, desgastarse por los demás, preocuparse por atender sus necesidades, anteponer los intereses públicos a los privados. ¿Aprendieron Santiago y Juan esta lección? Parece que no les fue fácil. Su misma madre tenía otro modo más humano de ver las cosas. De hecho, según la versión de Mateo, fue ella la que con cierta arrogancia le dice a Jesús: “Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.
La historia nos confirma que fue Santiago el primero en derramar la sangre por el Maestro y el evangelio en el año 44. Acabó entendiendo muy bien qué significa “dar la vida” (es decir, servir). Sobre su improbable venida a España y sobre la extraordinaria tradición de peregrinaje a Santiago de Compostela he escrito en otras entradas de este blog. Este año quisiera contemplar a Santiago como el ejemplo de discípulo que es capaz de hacer una peregrinación interior desde el poder de dominio al poder de servicio. Contemplado desde esta perspectiva, Santiago bien pudiera ser el patrono de los líderes laicos y religiosos.
Mi país, España, lo tiene como patrono. En algunos momentos de nuestra multisecular historia lo hemos contemplado como el “matamoros”. En fidelidad al evangelio, mejor sería contemplarlo como el discípulo que ha aprendido a servir y dar su vida imitando a Jesús. En un momento tan complejo como el que mi país vive ahora, con partidos y líderes que buscan sus intereses particulares y pierden la perspectiva del conjunto, Santiago nos enseña a “dar la vida” para que los demás puedan vivir mejor. No me resigno a creer que, tanto en la política como en la comunidad cristiana, no pueda haber personas con estos valores. A primera vista no son muy visibles, pero los buenos servidores se caracterizan precisamente por su discreción y eficacia, alejados de los focos mediáticos. Que Santiago los proteja y estimule.
Gracias Gonzalo por resaltarnos esta característica de Santiago, de saber pasar del dominio del poder al del servicio y de este “dar la vida” para que los demás puedan vivir mejor…
ResponderEliminarVisto todo, me lleva a darme cuenta que no es solo para líderes, es muy aplicable a las madres y a muchas personas sencillas que, en silencio, lo han aprendido. Muchas veces nos falta tomar conciencia de ello.