Hay dos frases del acervo cristiano que suelen citar muchos políticos, aunque no sean creyentes. La primera es la famosa regla 5 sobre el discernimiento formulada por san Ignacio de Loyola en las reglas de la primera semana de ejercicios espirituales: “En tiempo de desolación, no hacer mudanza”. Se utiliza para indicar que no conviene tomar decisiones o hacer cambios cuando atravesamos un período de crisis.
La segunda proviene del capítulo 22 del evangelio de Mateo que leemos precisamente en este XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Reza así: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Aunque la interpretación resulta anacrónica, se suele utilizar para defender la necesaria autonomía de los ámbitos sacros y seculares. Voy a fijarme en esta segunda frase porque arroja mucha luz para vivir algunas encrucijadas de nuestro tiempo. Creo que hay que analizarla con una pizca de humor.
Imaginemos la escena descrita por Mateo. Algunos fariseos y herodianos quieren tenderle una trampa a Jesús. Le hacen una pregunta capciosa en la que reducen a un dilema (Dios o el César) lo que, en realidad, es una polaridad (Dios y el César). Jesús -a quien han calificado de sincero y de no juzgar a la gente por apariencias- no se deja enredar. Les pide que le enseñen la moneda del impuesto. Esta invitación implica un par de cosas interesantes: que Jesús no lleva dinero y que los fariseos (tan aparentemente celosos y cumplidores) parece que esconden algunas monedas en los pliegues de sus túnicas o mantos. El hecho es significativo porque se supone que no está permitido llevar monedas con la efigie de un emperador que reivindica su identidad divina en los alrededores del templo de Jerusalén. Es, en el fondo, un acto de idolatría. Es evidente que a los fariseos les importa más el dinero que el verdadero culto.
Desnudada esta hipocresía, a Jesús le resulta muy fácil dar la estocada final. Si la moneda lleva la efigie del César, entonces hay que pagarle el impuesto debido. Ni más ni menos. Pero nosotros, los seres humanos, llevamos la efigie de Dios porque hemos sido hechos -como señala el libro del Génesis – “a su imagen y semejanza”. Por tanto, nos debemos a Dios, no a ninguna autoridad humana. A las autoridades políticas podemos entregarles nuestros bienes, pero nunca les vamos a entregar nuestra alma porque esta pertenece solo a Dios. Es una crítica radical de toda idolatrización de la política o de cualquier realidad humana: la economía, la ciencia, la técnica, etc.
Pero hay algo más todavía. A menudo en nuestra vida tratamos como dilemas realidades que, en realidad, son polos que deben mantenerse en tensión, no escogiendo uno a costa del otro. Muchos de los problemas que hoy padecemos en la vida política y eclesial se deben al hecho de tratar las polaridades como problemas y, por tanto, sacrificar un polo en beneficio del otro. Las polaridades son incontables: gracia/libertad, fe/razón, trabajo/descanso, acción/contemplación, centro/periferia, tradición/progreso, unidad/diversidad, persona/comunidad, religioso/secular, palabra/silencio, etc.
Para poder vivir una vida plena necesitamos aprender a “navegar las polaridades”, a no sacrificar una en beneficio de la otra, a enriquecernos con la energía que cada polo nos aporta. Es importante saber hablar, pero también escuchar. Podemos afirmar la fuerza de la periferia, pero sin descolgarnos del centro. Podemos ser progresistas y, al mismo tiempo, valorar la tradición. La búsqueda de la unidad no significa matar la diversidad, sino celebrarla…
Creo que muchas de las crisis que hoy padecemos en la Iglesia y en la sociedad provienen de personas muy dilemáticas que no saben (o no quieren) integrar las polaridades y que las reducen a problemas. Jesús nos enseña el arte de la conciliación (cuando es posible y deseable) y el de la opción nítida (cuando hay realidades irreconciliables), como por ejemplo cuando nos advierte: “O Dios o el dinero”.
Me vienen muy bien las aclaraciones de hoy: dilema, polaridad… Lo que comentas de la moneda me ayuda a hacer una lectura diferente, por desconocimiento.
ResponderEliminarY por otra parte, en el tema de la polaridad nos dices: “necesitamos aprender a “navegar las polaridades”, a no sacrificar una en beneficio de la otra”…
Gracias Gonzalo, porque con solo dos palabras me ayudas a revisar la vida de una manera diferente.
Está muy bien. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Me gustaría saber tu opinión sobre, en mi opinión, el genocidio que está ocurriendo actualmente con los palestinos. Gracias, salud y saludos
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