He venido a primera hora a la casa de espiritualidad San José en El Escorial. Voy a pasar toda la mañana con 90 delegados y delegadas de la Familia Salesiana de España reflexionando sobre el tema “Iglesia en sinodalidad”. Hay religiosos, religiosas y laicos. Dominan los de la segunda y la tercera edad. Apenas se ven jóvenes. Quieren saber cómo pueden participar de manera más activa en el camino sinodal de la Iglesia de nuestro tiempo. Reconocen que muchos cristianos de a pie no entienden este nuevo lenguaje. Corremos el riesgo de poner de moda conceptos y palabras que no tocan la vida de la gente.
Si decimos que sinodalidad significa “caminar juntos” las cosas comienzan a iluminarse un poco, pero no demasiado. Tenemos que dar algún rodeo para decir que lo que hoy quiere vivir la Iglesia es el hecho de que todo cristiano, por el hecho de estar bautizado, es corresponsable de la vida de la Iglesia. Tiene, por lo tanto, el derecho y el deber de contribuir a la misión de la Iglesia desde el don que ha recibido. Todos (pastores, consagrados y laicos) contamos. Nadie sobra.
Poco a poco vamos descubriendo las consecuencias prácticas que se derivan del hecho de “caminar juntos”. Es probable que en los próximos años disminuya el número de los bautizados en España y en Europa en general. Pero también es probable que crezca el numero de cristianos que lo son por convicción (no solo por tradición) y que asumen sus responsabilidades en la vida de la Iglesia. Esto va a exigir formación continua, nuevas formas de vida comunitaria (más allá de la parroquia territorial) y, sobre todo, nuevas formas de evangelización.
Creo que estos son algunos de los objetivos que persigue el Sínodo que se celebrará el próximo mes de octubre. Tengo mucho interés en pulsar la opinión de quienes trabajan codo a codo con los jóvenes. Esta es la especialidad de la Familia Salesiana en la Iglesia. Ellos disponen de unas antenas especiales para captar por dónde va la sensibilidad de las nuevas generaciones.
Pasar de los 35 grados de Madrid a los poco más de 20 de El Escorial es un alivio. No se puede pensar “en frío” cuando la temperatura supera el umbral de la tolerancia. Yo he venido a este lugar para presentar una síntesis de lo que los grupos han ido trabajando en los últimos meses a partir de un breve texto elaborado en el mes de marzo, pero, sobre todo, he venido a escuchar. Quizá es este -junto con el verbo caminar- el verbo esencial del camino que hemos emprendido.
Tenemos que escucharnos unos a otros y, sobre todo, estamos llamados a escuchar al Espíritu que sigue hablando a la Iglesia con nuevos acentos. Sin escucha no hay discernimiento. Y sin discernimiento podemos errar la dirección del camino. Espero que la mañana merezca la pena. Mientras todos desayunan, yo aprovecho para escribir esta entrada y colgarla en el blog.
No, en general no se entiende según que lenguaje… A los que nos interesa el tema y lo vivimos, entendemos qué quiere decir “caminar juntos”, pero al público en general, sea de la edad que sea, no entienden la palabra SINODALIDAD… Suena a palabra nueva con desconocimiento de su significado.
ResponderEliminarHay momentos que me da la sensación de que en vez de “atraer” a las personas para este caminar juntos en la Iglesia, las alejamos… Sondeando un poco, muchas respuestas son: “esto no es para mi”.
Para vivir este “caminar juntos” necesitamos sentir que formamos parte de la Iglesia, sentirnos hermanos y aquí hay un gran vacío, tanto en el dar testimonio como en el conocimiento de que representa formar parte de la Iglesia. Nos falta formación, catequesis de adultos, no solo de niños.
Gracias Gonzalo, por este deseo que contagias… gracias por los pasos que se hacen desde la vocación claretiana para vivir esta “Sinodalidad”.