viernes, 17 de febrero de 2023

Sí hay salida


No es fácil ser fiel a la cita diaria con este Rincón cuando uno tiene que estar viajando de un sitio para otro o no dispone de buena conexión a Internet. Ayer me vine de Cochin (Kerala) a Bangalore (Karnataka) en un vuelo que salía a las 7 de la mañana, así que no tuve más remedio que pegarme un buen madrugón. Llegué a Bangalore diez minutos antes de lo previsto con una agradable temperatura de 16 grados. El camino del aeropuerto al complejo educativo Jalahalli, que normalmente dura unos 40 minutos, nos llevó casi dos horas porque la policía desvió el tráfico a causa de la exhibición aérea internacional que se está llevando a cabo estos días en Bangalore. 

Con todo, me dio tiempo a recorrer todas las instituciones educativas que los claretianos tenemos en ese complejo, desde preescolar hasta universidad. Unos 9.000 estudiantes desfilan cada día por sus aulas, Saludé a los más pequeños en algunas clases y tuve un breve encuentro con un grupo de universitarios que me invitaron a acompañarlos en un evento que tendría lugar por la tarde, pero no fue posible. Tras el almuerzo, me trajeron a la sede provincial desde donde escribo esta entrada horas antes de viajar de regreso a Madrid.


Como cada día, después del desayuno he echado una rápida ojeada a algunos periódicos digitales. Los ríos bajan revueltos. Abundan las noticias negativas. No es recomendable acercarse a la actualidad si uno tiende al pesimismo. Yo procuro tomar las cosas con distancia. Aunque lo que se cuenta se aproxima a la verdad, no es toda la verdad. Gracias a Dios, la vida es más rica y compleja que su reflejo en los periódicos. Mientras rusos y ucranianos se matan a pocos días de cumplirse el primer año del comienzo de la guerra, millones de personas salen cada mañana de sus casas para cultivar los campos o cuidar a los animales, hacer pan, vender alimentos en los supermercados, trabajar en la industria y en el comercio, atender a los enfermos en clínicas y hospitales, dar clase a los alumnos en escuelas y universidades, manejar barcos, trenes, aviones y autobuses y ofrecer multitud de servicios a los ciudadanos en innumerables oficinas, talleres, tiendas e iglesias en todo el mundo. La máquina de la vida funciona con más energía y regularidad que la máquina de la muerte. Por eso estamos vivos y seguimos caminando un día más.

Quienes solo buscan su propio interés, quienes aspiran a ser famosos pisando a los demás o quienes se mueven siempre en la cuerda floja de la mentira y la corrupción, tendrían que saber que ese camino nunca lleva lejos, aunque ellos se sientan omnipotentes. Lo tendría que saber el dictador nicaragüense Daniel Ortega, que ha expulsado del país a muchos opositores y quitado la nacionalidad y las propiedades a otros. Y lo tendrían que saber los dirigentes políticos de algunos países que no dudan en mandar a su gente a la guerra mientras ellos viven como crápulas. La historia brinda innumerables ejemplos pasados y actuales de finales horribles (desde Hitler a Sadam Hussein o Gadhafi), pero parece que ellos nunca aprenden la lección.


Lo que leemos en las lecturas de hoy nos da la clave de interpretación. Los cristianos tenemos la gran suerte de contar con la brújula o la linterna de la Palabra de Dios para no perdernos en este mar proceloso. El mito de Babel (primera lectura) no tiene desperdicio. Su fantasía oriental nos ayuda a entender lo que está pasando hoy desde la sabiduría de lo que pasó ayer. Frente a quienes aspiran a “construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, para hacernos un nombre”, Dios responde deshaciendo sus planes: “Puesto que son un solo pueblo con una sola lengua y esto no es más que el comienzo de su actividad, ahora nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Bajemos, pues, y confundamos allí su lengua, de modo que ninguno entienda la lengua del prójimo”. El salmo 32 (salmo responsorial) es todavía más contundente: El Señor deshace los planes de las naciones, / frustra los proyectos de los pueblos; / pero el plan del Señor subsiste por siempre; / los proyectos de su corazón, de edad en edad.

Cada vez que la humanidad se envalentona y pretende hablar con la lengua común del orgullo y la autosuficiencia, Dios crea la confusión. La unidad que él quiere no se basa en el poder de los fuertes, en una globalización del dinero, sino en el poder suave del amor. Por si hubiera alguna duda, Jesús mismo se encarga de explicarlo en el Evangelio: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?”. Ese “¿de qué le sirve?” (quid prodest?) admite tantas variantes como situaciones humanas. Fue decisivo en el cambio de rumbo que vivieron san Francisco Javier, san Antonio María Claret y muchos otros. ¿De qué te sirve ganar mucho dinero si lo has hecho a base de privilegios y de trampas y no tienes la conciencia tranquila? ¿De qué te sirve mirar a los demás por encima del hombro si morirás como todos y serás completamente olvidado? ¿De qué te sirve lograr la aprobación de todos si te estás engañando a ti mismo?

Casi todo por lo que luchamos en la vida es perfectamente efímero y en muchos casos nocivo. ¿Eso significa que no hay salida? Jesús indica con claridad el camino: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. Perder la vida por Jesús y por el Evangelio (es decir, amar a todos y en cualquier circunstancia) es el único camino que tiene futuro. Daniel Ortega, Vladimir Putin, Bill Gates, Xi Jinping y Joe Biden deberían saberlo. Y nosotros también.

1 comentario:

  1. No sé si estaré a tiempo a desearte un buen viaje de vuelta… Ha sido un día ajetreado que me ayuda leer y comprender: “Casi todo por lo que luchamos en la vida es perfectamente efímero y en muchos casos nocivo”.
    Sí que hay salida, aunque a veces no la sabemos ver, estamos ofuscados por todas las noticias que van llegando, muy pesimistas. Hay momentos en que nos resulta difícil contar con la brújula o la linterna de la Palabra de Dios…
    Este Quid prodest, nos va acompañando toda la vida. Es bueno ir parando y hacernos la pregunta para valorar donde estamos.
    Gracias Gonzalo, unidos en la oración.

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