De mañana no pasa

Han pasado seis días días desde la última entrada. Durante este tiempo he estado tan inmerso en el IV Capítulo Provincial de la Provincia claretiana de Santiago que no he tenido tiempo para asomarme a este Rincón. Lo hago hoy, Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma. Por expreso deseo del papa Francisco, hoy es también una jornada de oración y ayuno por la paz en Ucrania. La guerra dura ya una semana. En este tiempo se han sucedido las crónicas de los reporteros, los análisis de los psicólogos acerca de la personalidad de Putin, las marchas en contra de la guerra (incluso dentro de Rusia) y las reflexiones de todo tipo sobre lo que significa una guerra en el siglo XXI. Europa tendría que preguntarse por qué las grandes guerras se han originado casi siempre en el continente que presume de racionalidad, libertad y prosperidad. ¿No estará faltando algo mucho más básico como el respeto a la sacralidad de la vida y el reconocimiento humilde y agradecido de Dios como Padre de todos? 

En nuestro Capítulo Provincial hemos puesto nombre a las realidades que nos roban la esperanza y nos paralizan, pero, sobre todo, a las semillas de vida que el Espíritu ha sembrado en nosotros y que, debidamente cultivadas, pueden dar frutos de conversión. Nos hemos atrevido a soñar una Provincia diferente en el año 2028 y a asumir algunos compromisos para que eso sea posible. Somos conscientes de que la realidad presente no invita mucho a soñar. Por eso mismo, para no ser víctimas de un ambiente derrotista, le hemos pedido a Dios que nos ayude a ser una provincia en camino. La poderosa imagen del camino de Santiago que da nombre a nuestra provincia claretiana nos ayuda a avivar la esperanza, a practicar la resiliencia ante las dificultades y, sobre todo, a ser solidarios con aquellos que caminan con nosotros y que experimentan también heridas y frustraciones. 

Los periódicos no hablan de la Cuaresma. Si se tratara del Ramadán islámico o de alguna otra festividad budista o hindú de relieve, tal vez incluirían una nota informativa o incluso algún reportaje. La Cuaresma pasa de puntillas. Es verdad que la imposición de la ceniza todavía tiene tirón popular, pero me pregunto si no habrá llegado el momento de cambiar de nombre a un día que nos invita a la conversión del corazón. ¿Merece la pena seguir hablando del Miércoles de Ceniza? 

En realidad, la ceniza se ha convertido en un símbolo más moderno de lo que a primera vista pudiera parecer. La práctica creciente de la incineración y la costumbre de conservar las cenizas del difunto en casa, de guardarlas en un columbario o de dispersarlas en la naturaleza ha hecho que la ceniza siga siendo un poderoso recordatorio de la caducidad de la vida: “Pulvis es, et in pulverem reverteris” (Polvo eres y en polvo te convertirás). No me parece un despropósito recordar esta verdad en nuestro tiempo desmemoriado.

Sin embargo, si la Cuaresma es un camino hacia la Pascua, habría que poner más de relieve la fuerza de la vida que pugna por renacer. En el siguiente enlace podéis acceder a algunos materiales de Cuaresma que he preparado a instancias del Equipo de Pastoral de mi provincia claretiana. Tal vez os den algunas pistas para vivir la jornada de hoy y los cinco domingos del tiempo de Cuaresma. Lo importante es vencer la pereza, ponernos en camino e impetrar la fuerza renovadora de la gracia de Dios. 

Los dos años de pandemia y ahora la guerra de Ucrania van minando nuestra capacidad de afrontar el futuro con esperanza. Es como si la distopía del final del mundo empezara a cobrar fuerza. ¿Será verdad que estamos poniendo en peligro la supervivencia del planeta y con ella nuestra propia supervivencia? En estos últimos días me vienen con frecuencia a la cabeza unas palabras del profeta Jeremías: “Salgo al campo: muertos a espada; / entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; / tanto el profeta como el sacerdote / vagan sin sentido por el país” (Jer 14,18). Frente a la impresión de desolación, surge con fuerza una plegaria: “Señor, reconocemos nuestra impiedad, / la culpa de nuestros padres, / porque pecamos contra ti. / No nos rechaces, por tu nombre, / no desprestigies tu trono glorioso; / recuerda y no rompas tu alianza con nosotros” (20-21). 

Disponemos de 40 días para concretar esas llamadas a la conversión que cada uno vamos sintiendo a lo largo del año y que siempre postergamos por falta de tiempo, interés u oportunidad. En vez de repetir siempre aquello de “mañana le abriremos para lo mismo responder mañana”, tendríamos que comprometernos a que “de mañana no pasa”. En su mensaje para la Cuaresma de este año, el Papa nos invita a no cansarnos nunca de hacer el bien. Las personas que cuidan los detalles cotidianos de bondad son, en el fondo, las que nos salvan de las megalomanías y barbaries de los poderosos. La bondad es más redentora que la astucia o la inteligencia.

Si deseas más información sobre la ayuda a Ucrania, pincha en la siguiente foto.