Anoche entendí un
poco mejor cómo se hace la Iglesia. Recordé los varios textos de san Pablo en
los que él habla de las primitivas comunidades cristianas que se reunían en
casa de algunos personajes. Nosotros, los misioneros de Gabón, nos reunimos
anoche en casa de monsieur Michel y madame Irène, dos profesores universitarios
jubilados que se han convertido en catequistas de los que quieren convertirse
al cristianismo. En el pequeño jardín de su casa han construido una gruta con
la imagen de la Virgen. En torno a ella nos reunimos para cantar las vísperas.
Era hermoso contemplar a una veintena de misioneros claretianos y un número
parecido de laicos rezando juntos al aire libre, al amparo de la templada noche
tropical. Los africanos saben cantar. Los salmos resbalaban cadenciosamente. Sin
prisas, con un sentimiento de gratitud y alabanza. Al acabar la oración, la
señora de la casa nos dirigió unas palabras de acogida. En atención al superior
general, las tradujo también al inglés. Después nos sentamos en torno a varias
mesas redondas para compartir la cena. Cada uno se fue sirviendo con libertad. Hubo tiempo
para recordar los orígenes de la misión claretiana en este país y muchas anécdotas
de nuestros misioneros, tanto en la zona de Franceville como en la capital. Llevamos aquí más de 40 años.
El título de esta
entrada es deliberadamente rebuscado. Nadie en su sano juicio utiliza la
palabra “eclesiogenético”. Sin embargo, creo que expresa bien lo que experimentamos
anoche. La iglesia se hace en torno a
la oración en común (con la eucaristía como cumbre), en torno a la mesa compartida
(como signo de comunión), en formación constante y lanzada al testimonio y al
servicio (como expresiones de la misión evangelizadora). En África, muchos matrimonios
cristianos y sus “casas” son los verdaderos evangelizadores de las jóvenes
generaciones. Reproducen lo que sucedía en la iglesia primitiva. Me pregunto si
en la vieja Europa no habrá llegado la hora de recuperar esta evangelización "casa por casa", de poner en práctica el modelo de la parroquia entendida como comunidad de comunidades, dando fuerza a
esa pequeña célula que es la familia entendida como iglesia doméstica.
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