viernes, 21 de junio de 2024

Un santo algo madrileño


Hoy celebramos la memoria de san Luis Gonzaga, un santo que murió en Roma el 21 de junio de 1591 a la temprana edad de 23 años. La causa de su muerte no fue un disparo en alguna batalla o un accidente de caballo, sino la peste que asolaba Roma en aquella época. Él, primogénito de una familia noble, se contagió cuidando a los enfermos después de haber renunciado a su condición de príncipe y haber ingresado en la Compañía de Jesús.

Hace años, el joven Luis Gonzaga era muy famoso entre los jóvenes católicos. Baste pensar a los Luises, una de las famosas congregaciones marianas impulsadas por los jesuitas. No en vano Benedicto XIII había nombrado a san Luis Gonzaga patrono de la juventud en 1726. Después, por esas razones incomprensibles de la historia y quizá por el influjo de algunas hagiografías demasiado ñoñas, cayó un poco en el olvido. Pero merece la pena rescatar su figura. Los jóvenes de hoy necesitan modelos fuertes en los que contemplarse. No es suficiente dirigir su mirada a algunos deportistas o cantantes. Es mejor fijarse en quienes han dado su vida por Dios y por los demás.


Dado que vivo en Madrid, hoy quisiera recordar que también el joven santo italiano pasó un tiempo en la capital de aquella España gloriosa gobernada por Felipe II. La razón de su venida a Madrid es que su padre se trasladó a España en octubre de 1581 como parte del séquito de la ex emperatriz María de Habsburgo, hija de Carlos I y viuda de Maximiliano II. Sus hijos Luis y Rodolfo fueron pajes del príncipe don Diego, heredero de Felipe II. Parece que la familia de Luis Gonzaga vivió en la antigua calle ancha de San Bernardo, en un noble edificio cercano al lugar en el que posteriormente se construyó el noviciado de la Compañía de Jesús. Tras varias vicisitudes, este edificio se convirtió después en sede de la Universidad Central. Actualmente alberga el Instituto de España, organismo que reúne a las Reales Academias.

Durante su corta estancia en la corte madrileña, el joven Luis Gonzaga se dejó guiar por el Libro de la oración y meditación de Fray Luis de Granada. Recibió también lecciones de ciencias del Dr. Dimas de Miguel, amigo del célebre arquitecto Juan de Herrera. El joven regresó a Italia desde el puerto de Barcelona con las galeras de Juan Andrés Doria el día 18 de julio de 1584. Parece que, en su camino hacia Barcelona, el santo se hospedó en la casa de don Diego Jerónimo de Espés y Mendoza. Iban con él sus padres y sus hermanos Rodolfo, Francisco y Cristierno. Su hermana Isabel se quedó en Madrid.


Desde niño asocio el comienzo del verano -y, por tanto, de las vacaciones- a la memoria de san Luis Gonzaga. Hoy me fijo en unas palabras que escribió a su madre poco antes de morir. Parecen impropias de un joven de 23 años. Después de mostrar su disposición a aceptar la voluntad de Dios, concluye: “Todo esto lo digo solamente para expresar mi deseo de que tú, ilustre señora, así como los demás miembros de mi familia, consideréis mi partida de este mundo como un motivo de gozo, y para que no me falte tu bendición materna en el momento de atravesar este mar hasta llegar a la orilla en donde tengo puestas todas mis esperanzas. Así te escribo, porque estoy convencido de que ésta es la mejor manera de demostrarte el amor y respeto que te debo como hijo”. 

En tiempos como los actuales, en los que nos aferramos con uñas y dientes a esta vida terrena y dudamos mucho de la vida eterna, necesitamos el testimonio vibrante de quienes, por pura gracia de Dios, nos ayudan a mirar con esperanza la vida que va más allá de la muerte. Quizás este año estoy más sensibilizado que otros a esta realidad ineludible.

2 comentarios:

  1. Gracias por tus palabras en este día de san Luís Gonzaga: "necesitamos el testimonio vibrante de quienes, por pura gracia de Dios, nos ayudan a mirar con esperanza la vida que va más allá de la muerte." Con pocas palabras nos dices mucho... Un abrazo.

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  2. GRACIAS querido Gonzalo
    La muerte es como el mar:
    una gran puerta a la inmensidad.
    El Amor de tu madre , te siga "dando calor" en a tus reflexiones - oración,
    y a tu vida misionera.

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