miércoles, 26 de junio de 2024

Parece que fue ayer


Han pasado 42 años desde aquel 26 de junio de 1982. Hacía trece días que había comenzado la Copa Mundial de Fútbol, que ese año organizaba España. Meses más tarde, el 28 de octubre, el Partido Socialista Obrero Español ganó las elecciones generales con mayoría absoluta. Por si no fuera suficiente, tres días después, en una soleada tarde de otoño, comenzó la primera de las cinco visitas que el papa Juan Pablo II hizo a España y que duraría hasta el 9 de noviembre. 

Ese año 1982 yo me encontraba estudiando en Roma, pero viajé a España a mediados del mes de junio para preparar mi ordenación sacerdotal, que tuvo lugar tal día como hoy en la iglesia del Corazón de María que los claretianos tenemos en Segovia. El obispo ordenante fue monseñor Antonio Palenzuela, reconocido y polémico teólogo, que entonces contaba solo 63 años, aunque a mí me parecía una persona mucho mayor, quizá por sus problemas de salud. Yo tenía entonces 24 años y medio. 

La tarde del 26 de junio hacía mucho calor. La moderna, espaciosa y acogedora iglesia estaba abarrotada de familiares y amigos. Yo estaba como flotando porque era consciente de que aquella ordenación cambiaría para siempre mi vida.


Cuando hoy rememoro aquel día y estas décadas vividas como sacerdote, lo primero que siento es un profundo agradecimiento a Dios que me ha sostenido en medio de mi fragilidad. Comprendo mejor lo que escribe Pablo a su discípulo Timoteo: “Esta es la razón por la que padezco tales cosas, pero no me avergüenzo, porque sé de quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para velar por mi depósito hasta aquel día” (2 Tim 1,12). El “sé de quién me he fiado” me ha acompañado todos los días. 

Esa confianza me ha permitido no hundirme en los momentos de dificultad y, sobre todo, me ha hecho comprender que el ministerio ordenado no es ningún mérito personal que se convierta en fuente de privilegios, sino una gracia concedida para la edificación de la comunidad. En cierto sentido, aunque suene un poco hiperbólico, uno es expropiado para utilidad común. 

Mi ordenación fue sobria, como se estilaba en aquellos años. Nada que ver con el despliegue (incluido el mediático) que hoy suele hacerse en las pocas ordenaciones que se producen. La sobriedad no estuvo exenta de cordialidad y alegría, por supuesto.


Al cabo de 42 años, no me arrepiento del paso dado. Al contrario, me siento profundamente conmovido y agradecido. Dios ha ido haciendo su obra y, a través de mi ministerio, ha llegado al corazón de muchas personas en varios lugares del mundo. Yo he tenido que ir aprendiendo el abecedario de la vida sacerdotal, no sin errores y tropiezos. 

Quizá mi mayor preocupación ahora, en relación con el ministerio, es la escasez de jóvenes que están dispuestos a escuchar y seguir la llamada de Dios. ¿Es un signo de los tiempos? ¿Es necesaria esta sequía para superar una etapa demasiado clerical en la historia de la Iglesia y preparar otra en la que el ministerio se comprenda y vida de otra manera? No lo sé. Pero me entristece no ser capaz de comunicar entusiasmo y confianza a quienes tendrían que ser el relevo natural. 

Ya sé que hay muchos factores que ayudan a comprender este fenómeno (fuerte descenso demográfico, secularización de la sociedad, falta de ambiente cristiano en las familias, desprestigio de la Iglesia, escándalos en el clero, etc.), pero nada de esto es determinante. La cuestión es: ¿Cómo vivir hoy la ministerialidad en la Iglesia? ¿Cómo se relaciona el ministerio ordenado con las otras formas de ser cristianos? Espero que, en el contexto sinodal que hoy vivimos, vaya madurando una nueva propuesta que resulte atractiva para los jóvenes por la verdad que contiene.



9 comentarios:

  1. Enhorabuena Gonzalo por estos ya muchos años de tu Ordenación SACERDOTAL y ocasión para agradecerte de corazón este servicio misionero y sacerdotal de compartir a corazón abierto tus vivencias, opiniones y consideraciones y mostrarlas con humildad y confianza. Un abrazo fraterno desde estas tierras de Gran Canaria y en en tantas ocasiones desde Santiago de Cuba. Bendiciones para tu vida Santiago misionera.

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  2. Felicidades Padre. Gracias por su entrega generosa al servicio de la Congregación y De la Iglesia.

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  3. Felicidades P. Gonzalo, por su entrega. Dios le guié, le proteja y siga compartiendo con el Pueblo de Dios.

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  4. Felicidades Gonzalo¡¡¡¡¡¡¡¡ que tu ministerio siga llegándonos al corazón como hasta ahora. Creo que comunicas con muchísimo entusiasmo, pero los jóvenes tienen dificultad para escuchar... a todos nos ha pasado yo creo. Seguro que se quedan con más de lo que creemos. Felicidades. Un abrazo. María N. T.

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  5. Felicidades por su aniversario de Ordenación Sacerdotal, Dios Padre y Madre de la vida te sigan dando sabiduría para seguir a Jesucristo al estilo de Claret. MaraºJesucristo J

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  6. Gracias Gonzalo por tu entrega generosa, llevando el Evangelio allá donde estás, sean los ambientes que sean… A través de tu vida estás sembrando semillas y algún día, más cercano o más lejano, darán su fruto.
    Me uno a tu acción de gracias por tanto don recibido…
    ¡FELICIDADES!

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  7. ENHORABUENA P. Gonzalo.
    Que tesoro perseverar!
    Y sembrar tanto.....y sentirse querido por Dios.
    Hay que confiar en que la juventud sea receptiva, surgen nuevos movimientos, tenemos que pedir por ellos.
    GRACIAS por lo que nos aportas, que Dios te bendiga!!!!

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  8. Emociona leer tus recuerdos y las vivencias de estos años de entrega; eso de haber sido expropiado para ayudarnos a tantos es una maravilla total y muestra de tu entrega.
    Un abrazo enorme y muchas enhorabuenas para tu y para todos los que nos "aprovechamos" de esa expropiación y, encima, sin pagar el justi precio.

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  9. Muchas felicidades querido P. Gonzalo, un abrazo.

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