El pasado 18 de septiembre oré durante unos minutos frente a la tumba del beato Carlo Acutis ─el jovencísimo “influencer” de Dios o el “ciberapóstol” de la Eucaristía─ que se encuentra en la iglesia del Despojamiento en Asís. Lo recuerdo porque hoy se celebra su memoria litúrgica en la Iglesia de Italia. Necesitamos fijarnos en los santos de hoy, esos que han vivido en tiempos de Internet y han vibrado con el fútbol o con la música. Nos muestran que también hoy es posible creer en Dios, que no hay tiempo cerrado a su gracia.
En mi país, al que he regresado tras dieciocho años en Roma, hoy es la fiesta de la Virgen del Pilar, patrona de España y de la Hispanidad. Es también el día de la Fiesta Nacional. Sé que hay muchas personas reacias a ambas celebraciones por motivos diversos. Las respeto, pero yo me siento devoto de la Virgen del Pilar (a la que fui presentado cuando apenas tenía tres años) y no me parece mal que los países celebren un día su fiesta, con tal de que no se convierta en una exaltación patriótica hueca y mucho menos en un desprecio de otros países.
La celebración de la Virgen del Pilar, tan enraizada en nuestra historia, me lleva una vez más a preguntarme por la situación de la fe en España. Las estadísticas certifican un descenso constante de la práctica religiosa y del número de los que se consideran cristianos o creyentes. Por diversas razones, los que tenemos más de 50 años no hemos sido capaces de transmitir la alegría de creer en Jesús a las nuevas generaciones, quizá porque nosotros mismos no hemos tenido una experiencia personal de encuentro con él. Es cierto que el proceso de secularización, iniciado hace siglos, parece imparable. No es necesaria la hipótesis Dios para explicar el origen del mundo y organizar la vida personal y social. Es cierto que la credibilidad de la Iglesia está muy erosionada por los escándalos relacionados con la pederastia y otro tipo de abusos. Es cierto que muchos cristianos lo han sido por impregnación cultural más que por experiencia personal. Todos estos factores nos están indicando que hace tiempo que está muriendo un modo histórico de creer, pero ¿significa esto que no hay otro modo de vivir la fe?
Nos hablas de santidad y devoción mariana… También hoy, hay santos, pero en el anonimato… Personas que viven sencillamente, volcadas intensamente hacia los demás y que nos cuesta descubrirlas, porque no hacen ruido.
ResponderEliminarMaría siempre atrae, sus santuarios son motivo de reunión, oración, ofrenda… Ahora más que nunca, tenemos que aprender a invocar a María, desde el corazón, sentir de muy de cerca su amor de madre y sentir que cuando físicamente estamos lejos, Ella está siempre junto a nosotros.
Por la situación que vivimos, nos sentimos lejos de todo; los santuarios todavía están medio vacíos, pero podemos hacer la experiencia de “estar más cerca” que nunca de María, en sus infinitas advocaciones, a través del silencio y de la oración.
Escribes: “Sin gracia no hay fe” me lleva a percibir que quizás hay una falta de oración de petición de lo que nos falta para nuestra vida espiritual, pedir esta gracia. Nos resulta mucho más fácil pedir lo que creemos que, humanamente, más necesitamos.
Gracias Gonzalo por compartir este tu espíritu mariano… Que tengas un feliz día.
Sin olvidar que solo hay una María, madre de Dios y nuestra La reina de la Hispanidad es la Virgen de Guadalupe coronada el 12 de octubre de 1928 por el Cardenal Segura con presencia del rey Alfonso XIII.El monasterio extremeño fue lugar emblemático de todo aquel "encuentro " .
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