A esta hora de la mañana el pequeño aeropuerto de San Sebastián está en calma. Hay muy pocos pasajeros esperando el vuelo de Madrid. Afuera llueve con suavidad. La temperatura es agradable. Regreso a Madrid después de varios días en el País Vasco. Ayer fue un día especial. No tuve ni tiempo para escribir mi entrada. Tras la Eucaristía matutina, viajé de San Sebastián a Castro-Urdiales, en la región de Cantabria, una población de poco más de 30.000 habitantes situada en la costa. Es probable que muchos lectores españoles hayan oído hablar de ella o incluso la hayan visitado. Supongo que es completamente desconocida para los lectores latinoamericanos.
Yo no viajé a Castro-Urdiales como turista, aunque el lugar merece una visita por su belleza natural y por su patrimonio histórico. Hice un viaje sentimental y, si la expresión no suena excesiva, diría que también espiritual. En la comunidad claretiana de esa ciudad hice mi noviciado en el curso 1975-1976 y emití mi primera profesión como misionero claretiano. El lugar está cargado de recuerdos.
Fachada del antiguo Colegio Barquín - Corazón de María |
Recorrí la pequeña plaza dedicada al gran director de orquesta Ataúlfo Argenta, nacido en esta ciudad de Castro-Urdiales el 19 de noviembre de 1913 y fallecido en Los Molinos (Madrid) en enero de 1958, el mismo año en el que yo nací. La figura esbelta de este gran maestro me hizo recordar que, en una discoteca cercana, hoy desaparecida, el doctor Maza nos introdujo a los jóvenes estudiantes en la música clásica con audiciones de algunas de las obras más singulares acompañadas por sabias y didácticas explicaciones.
Imagen de la Virgen en la iglesia de Santa María de la Asunción |
No podía dejar de visitar la iglesia de Santa María de la Asunción, una joya gótica que es como un faro para los marineros y los habitantes del pueblo. Allí, frente a una imagen de la Virgen, renové en privado la profesión que hice el 5 de septiembre de 1976. También tuve tiempo para visitar el faro, la ermita de Santa Ana y llegar hasta el final del rompeolas. Paseé por la playa de Brazomar y me llegué hasta el hospital en el que cada miércoles mis compañeros y yo visitábamos y aseábamos a los enfermos. Entonces estaba regido por las Siervas de Jesús. Una vez que se fueron las religiosas, el hospital se ha convertido en una residencia de ancianos de titularidad pública. El instituto donde hice el Curso de Orientación Universitaria (COU) fue demolido hace tiempo. En su lugar se alza un bloque de pisos. Es todo un símbolo.
Santo Hospital de Castro-Urdiales |
De vez en cuando va bien de volver a las raíces de nuestras etapas.
ResponderEliminarMirando atrás, a través del Blog, me ayudas a tomar conciencia de que Dios ha ido llevando mi vida y también como dices que “María ha estado siempre ahí”.
¡Cuántos recuerdos que, con el paso de los años, podemos valorar desde otra perspectiva!
Tu afirmación de: “María ha estado siempre ahí”, en estos momentos me ayuda a vivir su presencia y celebrar su festividad, mañana, en la fiesta de la Inmaculada…
Gracias Gonzalo, por expresar tus sentimientos y vivencias, haciendo este viaje sentimental y espiritual.