martes, 11 de marzo de 2025

Preguntas de siempre, respuestas de hoy


El cientificismo no es de ayer. Sigue habiendo personas que creen que todo se puede explicar con la ciencia. Una de ellas es el biólogo británico Timothy Coulson, que acaba de publicar un libro de casi 500 páginas titulado La historia universal de nosotros: un viaje de 13.800 millones de años, desde el Big Bang hasta ti. No he tenido oportunidad de leerlo, pero, a juzgar por lo que su autor dice en una reciente entrevista, sus argumentos no difieren mucho de los de otros hombres de ciencia como Stephen Hawking, Lawrence Krauss o Richard Dawkins. Conviene acercarse a ellos porque quizá todos en algún momento de nuestra vida hemos pensado que, si hay alguna respuesta razonable a la pregunta de por qué existe el ser y no la nada, esta tendría que venir solo de la ciencia. 

Cuando se es joven, es muy difícil no sucumbir a la ilusión de que la ciencia lo puede explicar todo y, en consecuencia, declararse ateo (Dios no existe) o agnóstico (no sabemos si Dios existe o no). A medida que uno va acumulando experiencia y algo de conocimiento, cae en la cuenta de que la realidad es tan enigmática e inabarcable que comienza a explorar distintos enfoques y perspectivas. Puede echar mano de otros libros, como, por ejemplo, 60 preguntas sobre ciencia y fe respondidas por 26 profesores de universidad. Si dispone de humor y tiempo, puede leer con mucho provecho el libro del biofísico y teólogo irlandés Alister McGrath titulado La ciencia desde la fe. Los conocimientos científicos no cuestionan la existencia de Dios. Es uno de los mejores que conozco para abordar este asunto con objetividad y apertura.


Todo comienza con el viaje del asombro al conocimiento, que nos lleva a sobrecogernos ante la extraña racionalidad del universo. Es casi seguro que en algún momento de este viaje seremos víctimas del reduccionismo físico. Pensaremos que somos solo átomos y moléculas y que -como dice McGrath con un poco de ironía- “bailamos al son del ADN”. Con el paso del tiempo, sobre todo si hemos experimentado “algo”, caemos en cuenta de que la religión no elimina el relato científico, sino que lo trasciende y enriquece. Es difícil encontrar a científicos maduros que sigan “creyendo” en el ateísmo. Abundan más los creyentes o, por lo menos, los teístas. 

Y, sin embargo, se vende como verdad incuestionable que la ciencia anula la fe y que los hombres del conocimiento racional no pueden ser creyentes. Tendríamos que hablar más sobre estos asuntos tomando conciencia de nuestros prejuicios, ateniéndonos a los hechos y ensanchando todo lo posible el campo de la búsqueda y del debate. Es verdad que la ciencia nos ayuda a conocer mejor la realidad, pero afirmar que es el único modo de hacerlo es una afirmación muy poco científica. También la Cuaresma es una buena oportunidad para hacernos las preguntas que a menudo duermen en el baúl de nuestra conciencia y que no afrontamos por pereza intelectual y por conformismo moral. 



1 comentario:

  1. Muchísimas gracias Gonzalo por toda la información que nos has aportado hoy, que es mucha y muy interesante. Se precisa más de una lectura para ir respondiendo a preguntas que han ido surgiendo y seguramente surgirán, tanto a través de la lectura de la entrada, como de la escucha de la entrevista a Mons. José Cobo.
    Has sembrado… a lo largo de la Cuaresma dará su fruto…

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