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viernes, 27 de noviembre de 2020

Hasta la cocina

De vez en cuando me preguntan cómo hago para escribir las entradas diarias de este blog. Suelo responder que no tengo ningún plan sistemático. Me dejo llevar por los reclamos de cada día y por las musas de la inspiración. Puedo pasar de un comentario sobre un texto bíblico a una reflexión sobre el huracán ETA o la muerte de Maradona. En el mundo académico es necesario proceder con orden. Pero este no es un blog académico, sino un diario de navegación. Cansado de redactar informes de todo tipo para mi trabajo, de responder a prioridades que otros fijaban, me decidí a abrir un espacio de comunicación en el que no hubiera más limitaciones que las impuestas por la imaginación y el respeto a los demás. Durante los años pasados no siempre me fue fácil mantener el hábito de escribir una entrada diaria. A menudo, el hecho de tener que viajar mucho por todo el mundo producía un doble efecto: por una parte, me brindaba nuevos y sugestivos estímulos para escribir; pero, por otra, no siempre resultaba fácil encontrar el tiempo y el lugar adecuados para hacerlo. Por eso, los aeropuertos fueron con mucha frecuencia los mejores lugares para teclear algunas reflexiones rápidas. 

Este año 2020, dominado casi desde el principio por la pandemia de Covid-19, me ha obligado a permanecer casi todo el tiempo en Roma. Esto ha hecho que escribir en el blog se haya convertido en una rutina doméstica. Quizá así gano en serenidad, pero pierdo la chispa que proporciona el conocimiento directo de nuevos lugares y personas. Hoy quiero contar a grandes rasgos cómo procedo. Os invito a entrar en la cocina donde se prepara el desayuno digital diario. 

Normalmente, me siento ante el ordenador de mi oficina a eso de las 8 de la mañana, después de haber orado solo y en comunidad, celebrado la Eucaristía, desayunado y echado un vistazo a algunos periódicos digitales.  Suelo dedicar entre 40 minutos y una hora (dependiendo del tema) a escribir el texto, buscar algunos enlaces a páginas aclaratorias e ilustrarlo con tres o cuatro imágenes y, en ocasiones, algún vídeo. En torno a las nueve suele estar ya publicado. Luego, tengo que añadir las conexiones a mis cuentas de Twitter y Facebook. Si no lo hiciera, muchos lectores no accederían a él. De hecho, un gran porcentaje lo hace desde Facebook. La entrada de los domingos suelo colgarla el sábado por la tarde, de modo que se active automáticamente a medianoche. 

Si tengo claro lo que quiero decir, no tardo mucho en dar forma a las entradas diarias. Si estoy un poco confuso, entonces me peleo con las ideas y las palabras. Hay temas que me rondan por la cabeza durante varios días hasta que les doy salida. Son fruto de un proceso lento de elaboración. A veces me vienen sugeridos por los comentarios de algunos lectores o amigos. Otros nacen después de leer los periódicos del día. Siempre hay alguna noticia que me llama la atención y provoca un comentario. Procuro encontrar el ángulo que permita la conexión con la fe cristiana. Lo más importante no es el tema, sino la perspectiva. Da igual que se trate de hablar de un cuadro, un personaje famoso, un acontecimiento reciente o un documento del Papa. 

Procuro meterme en la piel de quien lo va a leer. Hago un esfuerzo por ser claro y no multiplicar inútilmente las palabras. Y no olvido el consejo del escritor Charles Péguy cuando hablaba de una revista que él dirigía. Desde su experiencia, para tener un mínimo de aceptación, toda publicación periódica (y este blog lo es) debe dejar siempre insatisfecho al 25% de sus potenciales lectores… con tal de que ese 25% no sea siempre el mismo. Soy consciente de que no todos los temas y puntos de vista suscitan el mismo interés y obtienen la misma aceptación. Los lectores son muy diversos y viven en contextos diferentes. Mi perspectiva suele ser siempre europea porque vivo en Europa, pero procuro abrirme a todos los continentes, sobre todo a América, donde sé que hay un alto porcentaje de amigos y lectores. Por otra parte, no pretendo en absoluto que los amigos de este Rincón sintonicen con lo que escribo. Me conformo con que las entradas de cada día los estimulen a elaborar su propio pensamiento.

Podría adoptar un estilo más académico o literario, pero sé que a muchos les resultaría indigesto. He optado por la ligereza. Espero que esta ligereza no sea sinónimo de superficialidad, sino de agilidad. Como indico en la presentación que aparece en la columna de la derecha de la portada del blog, lo que escribo cada día procuro “hacerlo desde mi fe en Jesús de Nazaret a quien he consagrado mi vida”. No lo oculto. Soy un misionero que ha hecho del Evangelio su referencia vital. Como he encontrado en él un camino que me da sentido, quiero compartirlo con quienes libremente se sientan atraídos. No pretendo imponer nada a nadie. Quiero dialogar con quienes siguen buscando. Soy consciente de que la mayoría de los lectores del Rincón son también cristianos, pero no excluyo que haya lectores de otras religiones o incluso agnósticos y ateos. 

Por diferentes que sean nuestras posturas ante el Misterio, hay algo que nos acomuna: nuestra condición de seres humanos. Todos, de maneras muy diversas, nos sentimos atraídos por la verdad, la bondad y la belleza. Cualquier camino que nos abra a estas grandes dimensiones nos va uniendo en niveles muy profundos, aunque no nos demos cuenta. Frente al exceso de datos y de propaganda que hoy vivimos en esta sociedad de la información, sigo creyendo en la capacidad de los seres humanos para pensar con libertad y responsabilidad. Por eso, me siento al ordenador cada mañana y me atrevo a suscitar un diálogo abierto. Gracias a todos por estar ahí. ¡Uy! No he dicho nada ni del Thanskgiving Day (ayer) ni del Black Friday (hoy). Está claro que no vivo en este mundo. 

3 comentarios:

  1. ¡Gracias, Gonzalo...! A mí me gusta leerte a diario y disfruto con la agilidad de tus textos, que me llevan a conectar con lo más profundo de Dios que hay en mí, sin que me lleve a una "superficialidad" barata. Tu compartir de cada día, me ayuda también a situarme en el mundo en el que vivimos. ¡Gracias!. Un saludo y mucho ánimo en esta "misión" de acercarnos a nuestro hoy, desde lo más variopinto, de tus entradas. Comunión de oraciones...

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  2. Cuántos hermanos nos encontramos en estos caminos! Digitus Dei est hic.

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  3. Gracias por abrirnos la puerta de “la cocina” y permitirnos degustar, a diario, este desayuno digital… Se percibe que antes has orado y se nota en lo que comunicas… Varias veces, según que temas, me ha podido la curiosidad y he empezado con una lectura rápida para descubrir como enlazas el tema con Jesús… Utilizando tus mismas palabras, busco “el ángulo que te permite la conexión con la fe cristiana…”
    Se descubre en los textos este proceso lento de elaboración que nos facilita entrar en ellos.
    Escribes “Me conformo con que las entradas de cada día los estimulen a elaborar su propio pensamiento”… Puedo decirte que mi experiencia es que lo consigues.
    Muchísimas gracias a ti, Gonzalo por animarnos a diario… Son un montón de horas que nos has dedicado… Gracias por ayudarnos a hacer camino juntos, en diálogo y compañía…
    Un abrazo.

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