Me encuentro en Nemi, a pocos kilómetros de Roma, en la hermosa región de los Castelli Romani. La vista del lago relaja y recrea. La entrada de hoy llega con un poco de retraso porque el reloj no da para más.
Se me acumulan las actividades. Pero me alegro de no haber podido escribir anoche
o esta mañana (como suele ser habitual) porque de esta forma puedo hacerme eco
de la carta apostólica del papa Francisco que lleva por título dos palabras
tomadas del relato lucano de los discípulos de Emaús: Aperuit illis.
En ella se anuncia que el papa ha instituido el III Domingo del Tiempo
Ordinario como el “Domingo de la Palabra de Dios”. Se celebrará por vez primera
el próximo 26 de enero de 2020. Para que no se quede en un simple
recuerdo, el papa ofrece sugerencias muy prácticas: “Las comunidades encontrarán el modo de vivir este Domingo como un día
solemne. En cualquier caso, será importante que en la celebración eucarística
se entronice el texto sagrado, a fin de hacer evidente a la asamblea el valor
normativo que tiene la Palabra de Dios. En este domingo, de manera especial,
será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para poner de relieve
el servicio que se hace a la Palabra del Señor. En este domingo, los obispos
podrán celebrar el rito del Lectorado o confiar un ministerio similar para
recordar la importancia de la proclamación de la Palabra de Dios en la
liturgia. En efecto, es fundamental que no falte ningún esfuerzo para que
algunos fieles se preparen con una formación adecuada a ser verdaderos
anunciadores de la Palabra, como sucede de manera ya habitual para los acólitos
o los ministros extraordinarios de la Comunión. Asimismo, los párrocos podrán
encontrar el modo de entregar la Biblia, o uno de sus libros, a toda la
asamblea, para resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura,
la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración
a la lectio divina”.
La vocación
especial de los Misioneros Claretianos dentro del Pueblo de Dios es el ministerio
de la Palabra. Por eso, me siento muy contento y agradecido por la iniciativa
del papa Francisco. En repetidas ocasiones en este Rincón me he referido a la importancia de la Palabra de Dios en la
vida del cristiano. Siempre estamos “a
vueltas con la Biblia”, convencidos como estamos de que “ignorar
las Escrituras es ignorar a Cristo”. Esta frase de san Jerónimo –cuya memoria
celebramos precisamente hoy– resume bien la necesidad de acercarnos a la
Palabra para conocer a Cristo. Es verdad
que en las últimas décadas se han dado muchos pasos para facilitar el acceso a
las Escrituras y su mejor comprensión. Muchas parroquias tienen cursos
bíblicos, abundan los centros bíblicos populares, ha crecido la práctica de la “lectio
divina” en muchos cristianos, pero todavía hay que seguir trabajando. Rara es
la casa en la que no haya una Biblia, pero siguen siendo pocos los católicos
que tengan una formación suficiente para leer la Biblia con provecho, sin ser
esclavos de interpretaciones fundamentalistas o sin hacer de la Palabra una
mera excusa para justificar las propias posiciones. Aunque han pasado ya más de
25 años desde su publicación, sigue siendo muy útil leer el documento “La
interpretación de la Biblia en la Iglesia”. Aclara dudas, amplía perspectivas,
ayuda a situarse en un terreno que está lleno de minas. Recomiendo su lectura a
todo aquel que quiera orientarse en este campo.
En su carta
apostólica, el papa Francisco afirma que “la
Biblia no puede ser sólo patrimonio de algunos, y mucho menos una colección de
libros para unos pocos privilegiados. Pertenece, en primer lugar, al pueblo
convocado para escucharla y reconocerse en esa Palabra. A menudo se dan
tendencias que intentan monopolizar el texto sagrado relegándolo a ciertos
círculos o grupos escogidos. No puede ser así. La Biblia es el libro del pueblo
del Señor que al escucharlo pasa de la dispersión y la división a la unidad. La
Palabra de Dios une a los creyentes y los convierte en un solo pueblo”. A
los sacerdotes nos recuerda algunas orientaciones sobre la homilía que ya ha
repetido en varias ocasiones: “Es
necesario dedicar el tiempo apropiado para la preparación de la homilía. No se
puede improvisar el comentario de las lecturas sagradas. A los predicadores se
nos pide más bien el esfuerzo de no alargarnos desmedidamente con homilías
pedantes o temas extraños. Cuando uno se detiene a meditar y rezar sobre el
texto sagrado, entonces se puede hablar con el corazón para alcanzar los
corazones de las personas que escuchan, expresando lo esencial con vistas a que
se comprenda y dé fruto. Que nunca nos cansemos de dedicar tiempo y oración a
la Sagrada Escritura, para que sea acogida «no como palabra humana, sino, cual
es en verdad, como Palabra de Dios» (1 Ts 2,13)”. Espero no echar en saco roto estos consejos.
RETIRO CON LOS AMIGOS DEL RINCON DE GUNDISALVUS
Termina el mes de
septiembre. Hace unos días escribí sobre el retiro que he pensado organizar
con los amigos de El Rincón de
Gundisalvus. Ya hemos superado el número máximo de participantes que es 21.
Si a lo largo de esta semana os animáis unos cuantos más, podríamos organizar
dos tandas: una el fin de semana del 14 al 16 de febrero (ya anunciado) y otra el fin de semana anterior (del 7 al 9
de febrero). Los interesados en esta segunda tanda (primera en cuanto a
fecha) podéis escribirme a esta dirección: gonfersa@hotmail.com. Buena semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.