Termina el mes de agosto, el mes de las vacaciones en Europa, también el mes de los grandes conversos, desde Agustín de Hipona hasta Edith Stein. Se ha escrito
mucho sobre los
grandes conversos del siglo XX, personas que, desde el ateísmo, el
agnosticismo u otras religiones y confesiones cristianas, abrazaron la fe
católica. En el ámbito francés
destacan Charles Péguy,
Paul Claudel, Jacques Maritain,
Gabriel Marcel, Max Jacob, Leon Bloy, Julien Green, Jean Cocteau, Alexis Carrel, Louis
Bouyer, Jean-Marie Lustiger, etc. El clima de origen de casi todos los conversos franceses
es el republicanismo radical típicamente francés, más o menos teñido de
socialismo, según los casos. Son hijos tardíos de la ilustración laicista y
anticlerical, que domina la mentalidad y las estructuras del Estado, y, de
manera especial, la educación oficial, en los liceos y en las universidades. En Inglaterra, la figura más relevante del
siglo XIX es el cardenal John Henry Newman,
quien cuenta su conversión en su conocida obra Apologia pro vita
sua. Él influyo en otros muchos conversos del siglo XX: G. K. Chesterton,
C. S. Lewis (que
escribió un bellísimo testimonio en su obra Cautivado
por la alegría), Hugh Benson, Ronald Knox, novelistas como Graham Greene y
actores como Sir Alec Guinness.
Entre los conversos norteamericanos destacan el trapense
Thomas Merton, la
activista Dorothy Day, el jesuita y luego cardenal Avery Dulles (a
quien pude conocer en Roma en mi época de estudiante de teología), Marshall McLuham,
etc. En Alemania sobresalen los nombres de Erik Peterson y Heinrich Schlier, Peter
Wust, Theodor Haecker, Edith Stein, Von
Hildebrand, Ernst Jünger
(premio Nobel de Literatura) y muchos otros. En el ámbito de habla española, por razones culturales y de otro tipo,
no tenemos muchos grandes relatos de conversión. En nuestro ámbito escasean las
grandes conversiones intelectuales, aunque sean frecuentes las conversiones de
intelectuales. Uno de los más interesantes, desde el punto de vista
intelectual, es el de Manuel García
Morente, amigo y colaborador de Ortega y Gasset. Nos dejó un estupendo
relato de su conversión (El hecho extraordinario), que podría ponerse dentro
del grupo de los grandes relatos, junto a los de Chesterton o Lewis. Se pueden
añadir los casos de la novelista Carmen Laforet, de
la poetisa Ernestina de
Champourcin, etc.
Estoy convencido
de que nos hace mucho bien acercarnos al itinerario vital de estas personas. En
ellas podemos ver reflejadas nuestras preguntas, dudas, incertidumbres,
perplejidades… pero también nuestros deseos de sentido y plenitud. En torno a
los 40-50 años, coincidiendo con la “crisis de realismo”, se suele producir en
algunos creyentes una “segunda” conversión; es decir, una asunción personal de
la fe que han profesado – a veces de manera muy superficial y rutinaria – desde
niños y adolescentes. Jesús deja de ser un personaje del pasado para
convertirse en Alguien con quien se establece una profunda relación personal.
La Biblia, que parecía un libro hermético y anacrónico, comienza a “hablar”,
como si Dios mismo se estuviera dirigiendo a la persona que la lee. El hombre o
la mujer que experimentan esta “segunda” conversión se saben más limitados y
pecadores que nunca, pero no buscan ya excusas ni justificaciones porque se
saben aceptados como son en la gran misericordia de Dios. La vida es más dura
que nunca, pero bañada por una alegría profunda que relativiza todo y se abre a
la esperanza final. Se podría decir que la experiencia de la “segunda”
conversión es, en el fondo, la experiencia de la gracia. Todo lo que somos nos
es dado. Educados en una cultura del esfuerzo y del mérito, la gracia nos deja
desarmados porque desplaza el centro del propio yo a Dios mismo. No se trata de
que yo sea bueno o recto sino de que me abra con humildad al infinito amor de
Dios hacia mí.
Junto a los conversos
famosos, hay una pléyade de hombres y mujeres que, sin ser conocidos, en el
anonimato de sus vidas calladas, han vivido experiencias de este tipo. Es
probable que también se hayan producido entre los lectores de este Rincón. Os
dejo con un testimonio reciente que puede ayudarnos. Es la historia del guitarrista y cantautor gallego Rubén de Lis.