viernes, 30 de mayo de 2025

Caminar juntos


La vida está llena de momentos pico y de momentos valle. Desde la altura se ven las cosas con más perspectiva. Desde la bajura es posible poner los pies en la tierra. Ambas perspectivas son necesarias en la vida. Sin sueños, nos ahogamos en los problemas de la vida cotidiana. Sin trabajo diario, nos evaporamos en quimeras irrealizables. Si algo me ha gustado de la reciente asamblea de CONFER ha sido la sabia combinación de sueños y proyectos: “A Dios rogando y con el mazo dando”. A la vista de los informes estadísticos y del goteo constante de cierres de casas y obras, uno tendería a pensar que el estado de ánimo colectivo estaría al borde de la depresión, pero no es así. La palabra más repetida fue “confianza”. Es verdad que hay personas consagradas desilusionadas, pero quienes han aprendido a leer este momento en profundidad mantienen una alegría serena y esperanzada. Nunca como ahora en las últimas décadas podemos comprender con tanta hondura y realismo el significado de la esperanza cristiana. 

Los parámetros que miden la verdad de esta forma de vida no son los que sirven para medir una empresa. Por lo general, Dios suele hacer más con menos. La Biblia está llena de historias en las que la fuerza de Dios se ha manifestado en la fragilidad humana. Una vida consagrada minoritaria y frágil puede transparentar hoy con más nitidez la misericordia de Dios. Por eso, en estos tiempos de pequeñez, se nos hace tan cercana la figura de María. Hacemos nuestras sus palabras: “Proclama mi alma la grandeza de Dios, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava”. Es hermoso vivir esta peregrinación en clave mariana.


Son muy pocos los jóvenes que se sienten atraídos a seguir a Jesús en las distintas formas de la vida consagrada. Sus sueños van en otra dirección. Lo que la sociedad presenta como apetecible es una vida de éxito laboral y afectivo. El amor y el trabajo son los dos pilares que sostienen una existencia feliz. Necesitaremos más tiempo para descubrir que, además de estos dos pilares, el ser humano está abierto a una dimensión trascendente que lo sostiene. Creo que la misión de los consagrados es mantener viva la memoria de esta apertura universal. 

Nosotros no somos una especie de caballería ligera para salir al paso de las necesidades más acuciantes de la sociedad y de la Iglesia (aunque, de hecho, lo hacemos con alegría), sino, sobre todo, una especie de centinelas del Absoluto. Más que acciones, se espera de nosotros un nuevo “arte de vivir”, la capacidad de saborear la existencia cuando Dios es el centro y todo lo vemos en Él. Me niego a pensar que no hay jóvenes con esta sensibilidad. De hecho, en el seno de las sociedades más secularizadas, siempre hay jóvenes rebeldes que se sienten llamados a vivir la contracultura de la fe. Sin renunciar a ser hombres y mujeres de este tiempo, quieren serlo desde las raíces.


Si algo nos enseña la multisecular historia de la vida consagrada es que las crisis son nuestro estado natural porque “crisis” significa prueba, crisol, purificación, oportunidad… Quien quiere seguir a Jesús siempre está en crisis porque siempre está cuestionando el presente desde la fuerza magnética del futuro. Jesús nos atrae desde el futuro, nos invita a dejar la tierra conocida para explorar nuevas patrias, nos empuja desde el centro a los márgenes, no nos deja nunca en paz. La suya es una paz combativa, buscadora, inquieta. 

La acumulación de masters, viajes, relaciones y móviles no consigue acallar esta sed insaciable. Es imposible que no haya jóvenes tocados por esta pasión. Otra cosa es que se sientan acogidos y acompañados por quienes llevamos años en el camino y quizás hemos perdido la frescura del primer amor. Su búsqueda nos despierta. Nuestra experiencia los acompaña. Jóvenes y mayores necesitamos caminar juntos para que el vino del evangelio nunca se eche a perder.

1 comentario:

  1. Un tema intenso, válido para todos… Todos necesitamos vivir con esta “confianza” a la que aludes…
    Escribes: “Quien quiere seguir a Jesús siempre está en crisis porque siempre está cuestionando el presente desde la fuerza magnética del futuro. Jesús nos atrae desde el futuro…”
    Me hace bien y me aporta confianza. Considero que lo mismo se puede aplicar a consagrados que a los hombres y mujeres que queremos vivir siguiendo a Jesús, desde el trabajo profesional, desde la familia…
    Gracias Gonzalo por toda la información que nos transmites, desde la ilusión y la fuerza con que vives tu vocación.

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