Diciembre siempre empieza recordando que el
SIDA se ha cobrado millones de vidas en los últimos 40 años. En Madrid
hemos comenzado el invierno climatológico con lluvias generosas. El fin de
semana se anuncia frío. Conviene combatirlo con alimentos fuertes, como los torreznos
de Soria, sobre todo después de enterarme de que podrían
ser mejores que algunas verduras. Ver para creer. Los periódicos nos
brindan cada día un variopinto menú de noticias, reportajes, entrevistas y
curiosidades. Confieso que echo un vistazo a dos periódicos impresos mientras desayuno y
luego recorro otros digitales antes de empezar mi trabajo. Sin saber muy bien
por qué, hay titulares que me atrapan y otros que me dejan indiferente. La
atención no se dirige siempre a lo más importante, sino a menudo a lo más
llamativo.
Los editores de periódicos saben que un buen título es esencial para
atraer al lector. Quizá por eso muchos documentos eclesiales no nos atraen:
porque tienen títulos anodinos, demasiado académicos. No es lo mismo decir “Informe
sobre la sesión del Sínodo” que provocar un poco diciendo: “¿Queremos caminar juntos: sí
o no?”. Tendrían que saberlo los responsables de redactar tantos documentos que
casi nunca llegan a la mayoría de los fieles.
Cada vez voy conociendo más casos de adultos y jóvenes que
se desenganchan de las redes sociales. Todos coinciden en afirmar que ganan en
libertad. También yo voy en esa dirección. El uso que hago es mínimo. Se
reduce a poner un enlace a este blog en mi cuenta de Facebook. Hace tiempo que
abandoné Twitter (ahora X), Instagram y YouTube. Nunca he
creado una cuenta en TikTok. Algunos amigos más jóvenes insisten en que
si no estás en las redes no existes. Es probable que eso sea verdad a corto
plazo, pero conviene pensar en el medio y en el largo. Podremos aportar más si
somos libres y no adictos.
Aunque la cercanía es necesaria, cada vez valoro más
la distancia. Sin ella, no hay perspectiva. Nos atrapa el presente. Perdemos la
capacidad de seguir la trayectoria de las personas y los acontecimientos. Ya sé
que esto va contra el imperio de la volatilidad y la incertidumbre, pero no está
dicho que siempre tengamos que seguir los dictados del presente. A veces, las
personas que más aportan a una época son precisamente aquellas que contradicen
el “espíritu de la época”.
Si algo me gusta de la Palabra de Dios es que supera la
corteza del tiempo. Podemos leer hoy un versículo del evangelio de Juan o de la
carta de Pablo a los Romanos con la misma intensidad que en el siglo I o en el
siglo XVI. Son palabras que siempre portan la novedad de Dios. Están dirigidas
a los hombres y mujeres de todo tiempo y lugar. Mientras la moda (incluida la cultural) se hace
efímera apenas conquista el mercado, la Palabra de Dios es eterna. Por eso,
quienes se alimentan asiduamente de ella no están sujetos a los vaivenes ideológicos
y emocionales de cada momento. Mantienen una estabilidad que les ayuda a “vivir
en el mundo sin ser del mundo”, a “vivir en este tiempo sin ser prisioneros de
él”, a “ser flexibles sin traicionar su identidad”.
Pasado mañana comenzaremos
el tiempo de Adviento y con él un nuevo ciclo litúrgico. Nunca me canso de
recomendar la meditación diaria de la Palabra de Dios para madurar como personas y
sustraernos a la tiranía de la moda. ¿Cómo podemos surfear las olas del
presente si no disponemos de una tabla sólida que nos permita deslizarnos con
seguridad? Buen fin de semana.
Hola Gonzalo: yo creo que vamos a ver un cambio más rápido de lo esperado con el tema de las redes. Soy un poco radical pero salvo para temas profesionales veo más cosas negativas que positivas.
ResponderEliminarHe encargado tu libro en una libería recien abierta en Modesto Lafuente por unas chicas jovenes y muy valientes porque debe ser un negocio complicado teniendo a Amazon en copetencia. Un abrazo. María
Estoy de acuerdo contigo en que la Palabra de Dios siempre puede ser nueva, incluso según el estado en que nos encontremos, se adapta, siempre nos ayuda e interpela.
ResponderEliminarGracias por recordarnos la necesidad de la meditación diaria de la Palabra de Dios. La necesitamos igual que la comida para el cuerpo. Será bueno, tener en cuenta los efectos sobre la persona que lo consigue: “Mantiene una estabilidad que les ayuda a “vivir en el mundo sin ser del mundo”, a “vivir en este tiempo sin ser prisioneros de él”, a “ser flexibles sin traicionar su identidad”.
Gracias Gonzalo y buen inicio de Adviento.