Hoy es un día grande. Desde niño he vivido con emoción la solemnidad de la Asunción de la Virgen María en el corazón del mes de agosto. Desde niño he vinculado esta solemnidad litúrgica con la advocación de Nuestra Señora del Pino, patrona de mi pueblo y de mi parroquia. Desde niño he vivido este día como “la fiesta” por excelencia. Ningún otro día del año, ni siquiera el día de Navidad o el de Pascua de Resurrección, se llena el templo parroquial como el día de hoy. La Madre tiene un poder de convocatoria que resiste al paso del tiempo. En su casa se dan cita los niños y los ancianos, los jóvenes (sí, también los jóvenes) y los adultos, los naturales del lugar y los visitantes, los cofrades y los cristianos de a pie.
Tanto el símbolo de la “asunción” como el del “pino” remiten a la altura, a lo que se eleva del suelo y se abre a una dimensión de trascendencia. Es como si María nos ayudase a levantarnos de nuestra postración y nos arrastrase a todos hacia la altura de Dios. No sé en cuántos pueblos de España se celebra hoy la fiesta patronal. La Madre abraza a todos y se alegra de ser llamada con nombres diversos que expresan los infinitos matices de la devoción mariana en un mosaico polícromo que enriquece a la Iglesia.
Para mí, la fiesta comenzó anoche con la ofrenda de la vela a la Virgen del Pino y el canto solemne de la Salve Regina a tres voces. No sé si es una percepción subjetiva, pero anoche sentí que la Salve sonaba con más entusiasmo y fuerza que otros años. Es probable que los ensayos previos hayan jugado a nuestro favor. O que todos tuviéramos ganas de cantar una Salve pospandémica. O que, agobiados por los problemas que vivimos en el valle de la vida cotidiana, necesitáramos un subidón (una “asunción”) de fe y entusiasmo.
El Evangelio de hoy es un canto de alegría. La joven María de Nazaret no se pone en camino solo para ayudar a su pariente Isabel, sino, sobre todo, para celebrar con ella la “grandeza del Señor”, el hecho de que el Poderoso “ha hecho obras grandes en mí”. Creo que también nosotros necesitamos celebrar la fe junto con María. Como ella, podemos decir: “Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador”. ¿Por qué debemos alegrarnos? Porque el Poderoso sigue haciendo obras grandes en cada uno de nosotros, porque “Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. En definitiva, porque Dios no se ha olvidado de nosotros, porque se ha fijado en los desheredados de este mundo para colocarlos en el centro, porque con Dios el mundo se renueva.
En Vinuesa ha amanecido un día luminoso y cálido, de verano maduro. Las familias se reúnen para celebrar la fiesta de la Madre. La comida y la sobremesa se prolongarán durante horas. Pero antes, todos iremos a la iglesia, participaremos en la procesión que recorre las calles del pueblo con las imágenes de la Virgen del Pino y san Roque y nos congregaremos alrededor del altar para celebrar la Eucaristía. ¡Cómo me gustaría que lo que hoy vivimos con tanto gozo no fuera una excepción, sino un estímulo para caminar durante el resto del año! ¿Por qué en este día somos capaces de disfrutar de la celebración y el resto del año nos desenganchamos? Esta sigue siendo una asignatura pendiente, pero yo no tiro la toalla.
La misma Madre que nos convoca el día de su fiesta nos dice con mucho amor: “Haced lo que Él os diga”. Ella nos invita a vivir el Evangelio de su Hijo y participar activamente en la vida de su comunidad. Esta “asunción” de la pasividad y la rutina a la participación es un presagio de esa “asunción” definitiva en la que, tras nuestra muerte, entraremos a formar parte en la fiesta definitiva del Reino de Dios. Quien es capaz de vivir la fe con alegría, quien se alegra en Dios salvador, afronta la vida con una actitud renovada.
Por cierto, hoy, fiesta de la Virgen, por pura casualidad (¿o providencia?), este blog alcanza las 2.222 entradas. Número redondo. Que la Madre se encargue de dar fecundidad a lo sembrado y compartido en este Rincón.
¡Feliz fiesta de la Madre a todos mis paisanos
y a los amigos de este Rincón!
Con un poco de retraso, deseo que hayas podido vivir esta fiesta en plenitud, acompañado de tus familiares y amigos…
ResponderEliminarGracias Gonzalo por recordarnos que María es nuestra MADRE.