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lunes, 14 de agosto de 2023

Canta y no llores


Hoy tendría que escribir sobre la tradicional “pingada” del mayo con la que comienzan las fiestas de Vinuesa, pero me he encontrado por sorpresa en YouTube un vídeo que no puedo pasar por alto. Se trata del programa Canta y no llores de
EWTN, la famosa -y controvertida- cadena de televisión norteamericana. El programa lo conduce un viejo conocido mío, el cantautor Luis Alfredo Díaz, con quien colaboré estrechamente en los años 80 cuando se estaba gestando el multifestival David de artistas cristianos. 

Uno de los últimos programas, de media hora de duración, lo dedica a Ali Morales, una amiga mía con quien he compartido conversaciones inolvidables desde hace mucho tiempo. Ali es la mayor de los trece hermanos que componían el grupo Brotes de Olivo. En el programa Canta y no llores habla de su trayectoria musical, canta algunos temas acompañada por su hijo Vicente en el teclado y da un testimonio fresco de su fe.


Concuerdo con Toño Casado cuando, en un artículo sobre
La música en la JMJ de Lisboa, escribe que -a diferencia de lo que ocurre hoy con Hakuna- “Migueli, Brotes de Olivo, Nico Montero, etc. durante años sacaron sus discos a fuerza de voluntad. Muchos de ellos están solos, no tienen community manager que les maneje las redes ni manager que les ayude para gestionar sus conciertos. Héroes de la evangelización por vocación y convicción”. 

Y añade algo sobre Hakuna, a quienes he escuchado en directo y en Internet, que comparto al cien por cien: “Aunque sus voces no sean la pera limonera, sus arreglos musicales y grabaciones están hechos por profesionales. Incluso cuentan con estudio y productor y todo un perfecto entramado de grandes profesionales para situar las canciones en internet, producir videos, películas, etc.”. ¡Eso se nota!

En España hemos tenido -y tenemos- gente que canta mucho mejor que los solistas de Hakuna, que tienen composiciones bien hechas, pero ¡ay! no tienen contactos de alto nivel para promocionar su música. Ali Morales (y sus hermanos de Brotes de Olivo) pertenecen a este grupo de músicos con talento, pero sin padrinos. Surgieron en otra época menos mediática, pero, sobre todo, optaron por la gratuidad y la sencillez como señas evangélicas.


Escuchar a Ali, la niña que cantaba con un registro muy agudo cuando tenía nueve años, cantar desde su condición de abuela me produce una inmensa ternura. La voz no es la misma -no puede serlo-, pero conserva esa evangélica ingenuidad que la hace frágil y fuerte a un tiempo. Sin una formación musical específica, fue capaz de transmitir mucho evangelio a lo largo de 50 años de trayectoria musical. 

Hoy, su hijo Vicente, músico profesional, pone su técnica pianística al servicio del talento innato de su madre. La combinación es delicada y creíble. Es muy probable que en este caso yo no sea un crítico imparcial. Ni siquiera lo pretendo. Me puede la admiración y la amistad. Quiero simplemente agradecer a Ali su testimonio, a Vicente su discreción y a Luis Alfredo que se haya acordado de Ali en su programa televisivo.



1 comentario:

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