No sé lo que hubieran pensado algunos de mis conocidos si me hubieran visto bailar ayer una danza africana en la ceremonia de bienvenida. Reconozco que no soy muy dado a este tipo de actuaciones, pero hay que situarse en el contexto. Para los africanos, la danza es el mejor modo de crear comunidad, de fortalecer los vínculos que unen a las personas, de acoger al forastero y de crear un clima de alegría y esperanza. Tras la danza inicial, entramos en la “Casa Claret” portando procesionalmente la Biblia. A partir de ese momento, con la Palabra de Dios entronizada en un atril de madera, comenzamos el desarrollo de nuestro taller sobre Liderazgo Claretiano Discerniente.
La experiencia que tuvimos el mes pasado en la India nos está ayudando a proceder con más fluidez y confianza. Pero África no es Asia. Cada continente tiene sus propias características. No se puede ofrecer un producto empaquetado, sino contextualizado. Ese está siendo nuestro reto desde que puse pie en el aeropuerto de Yaundé el pasado martes a las 9 de la noche, después de una escala de una hora en Duala, a la que hay que añadir la media hora que estuvimos sobrevolando la zona porque, debido a las malas condiciones meteorológicas, el piloto no recibió la autorización para aterrizar.
Dejé España con temperaturas polares. Aquí me he encontrado con temperaturas tropicales: una máxima de 34 grados a primera hora de la tarde y una mínima de 22 al amanecer. Es exactamente lo que necesito para sentirme bajo mínimos. El calor (húmedo) es una de las pocas cosas que me roba energía, pero no hay más remedio que aceptar lo que no se puede cambiar y tratar de minimizar sus consecuencias negativas. Espero que antes de terminar esta semana me encuentre más cómodo. Al clima adverso se añade la dificultad de las lenguas. El taller está siendo en inglés, pero hay un pequeño grupo que no entiende la lengua, así que hay que echar mano del francés. Gracias a un servicio artesanal de traducción simultánea vamos defendiéndonos, pero reconozco que eso complica las cosas, sobre todo a la hora de organizar los grupos de diálogo y otras dinámicas participativas.
La ventaja es que todos aprendemos a ir a lo esencial, a no divagar y a tratar de ser claros y concisos. Los claretianos de África están acostumbrados a organizar encuentros internacionales en los que se manejan al menos cuatro lenguas: inglés, francés, portugués y español. Quizá por eso son muy abiertos y comprensivos. Los contextos monolingüísticos y monoculturales tienden a ser un poco rígidos y asfixiantes.
Durante la comida de hoy bromeábamos sobre el sueño de organizar un taller de liderazgo en el que estuvieran presentes Xi Jinping, Ursula von der Leyen, Vladimir Putin, Joe Biden, el papa Francisco, el Dalai Lama, Bill Gates, Warren Buffet y otros conocidos líderes mundiales. ¿Cómo podrían aprender juntos a ejercer un liderazgo inteligente y compasivo estudiando el ejemplo de Mahatma Gandhi, Nelson Mandela y, sobre todo, de Jesús? ¿Cómo podrían beneficiarse de todo lo que las ciencias humanas han estudiado acerca del liderazgo para no ser nunca líderes tóxicos, sino éticos? Muchos de los problemas que hoy tenemos en nuestro mundo se deben a la manera torpe y tóxica en la que muchos líderes ejercen sus responsabilidades y guían a su gente.
Por eso, en la Iglesia de hoy está creciendo la necesidad de formar mejor a nuestros líderes. Muchas veces hablamos mal de nuestros obispos o párrocos, pero ¿quién se encarga de acompañarlos para que ejerzan sus cargos con competencia e integridad? La experiencia nos enseña que no es suficiente la preparación genérica que han recibido para ser sacerdotes. Se requiere una preparación específica que tenga en cuenta las necesidades de cada contexto. Los claretianos nos lo hemos tomado en serio. En eso estamos.
Muchas gracias, querido Padre Gonzalo, por su ejemplar testimonio de salir, y "remar mar adentro"...( viajando hasta Africa) para compartir tanto bien y gracias recibidas! Dios no abandona a quienes confían en Él. Ya nos lo decía San Pablo: " Y estoy firmemente convencido, de que Quien inició en Vosotros la obra buena, la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús". ( Flp. 1:6)
ResponderEliminarEl compartir tu “trabajo” en estas tierras africanas, nos puede ayudar a ampliar la visión de la Iglesia universal. Sentirnos unidos a pesar de las distancias y las diferentes culturas que tampoco es tan difícil sentirnos “hijos” de un mismo “Padre” y por lo tanto “hermanos”.
ResponderEliminarLa adaptación a tantas cosas como son las diferencias de temperaturas, la cultura, el idioma, no es trabajo fácil pero la oración y la vivencia fuerte de Dios hacen que no sucumbas y sigas adelante. Gracias Gonzalo por tu ejemplo de “liderazgo”.
Estamos unidos en la oración.
Como puede una laica formarse en liderazgo discerniente?
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