Esta mañana me he acercado a la embajada de Camerún en Madrid para tramitar mi visado de entrada en ese país africano. En su página web se indicaba que el precio de un visado de turista era de 90 euros. Mi sorpresa ha sido mayúscula cuando, después de presentar mi documentación, me han pedido 153. El funcionario se limitó a decirme que habían subido las tarifas. En circunstancias como estas conviene no protestar porque uno se arriesga a que le denieguen el visado.
Para compensar mi enojo, he decidido caminar unos cientos de metros y pasar por delante del estadio Santiago Bernabéu. Tenía curiosidad por ver cómo iban las obras de remodelación. Avanzan a buen ritmo. Es probable que estén terminadas para el próximo verano o, en cualquier caso, antes de que termine este año. No sé a cuánto asciende la inversión que el Real Madrid está realizando, pero creo que ronda los 800 millones de euros. Cuesta imaginar que haya dinero para remodelar un estadio y cueste tanto encontrarlo para resolver otros problemas sociales más acuciantes.
Por primera vez estoy dictando esta entrada a mi ordenador, con lo cual me ahorro tener que teclearla. Me limitaré a releer el texto y hacer las correcciones oportunas. Por una parte, esto agiliza su elaboración, pero al mismo tiempo hace que me sienta un poco extraño, porque no estoy acostumbrado a este método de escritura. No es lo mismo el lenguaje oral que el lenguaje escrito. Y tampoco es lo mismo hablar delante de una pantalla de ordenador que hacerlo ante un grupo de personas, pero todo se aprende, es cuestión de práctica.
Quienes habitualmente trabajan en línea acusan un cansancio especial. Lo que al principio parece una solución para agilizar las tareas, acaba revelándose como una nueva esclavitud. Los encuentros presenciales nos exponen más al control social, pero al mismo tiempo son una fuente extraordinaria de satisfacción. Ninguna máquina, por desarrollada que sea, sustituye al milagro del encuentro entre dos o más personas. Mientras voy pronunciando estas palabras, compruebo que el programa informático es muy fiel. Transcribe con mucha fidelidad lo que digo. Cuando digo la palabra “punto” lo interpreta como un signo ortográfico y cuando digo “coma”, a veces escribe el signo, y otras veces la palabra. Se ve que tengo que ir perfeccionando la manera de dar las órdenes.
No estoy seguro de que los próximos días siga utilizando este método, a menos que sea capaz de articular bien mi discurso. El hecho de escribir en vez de hablar permite elaborar con más calma, y creo que con más precisión, lo que uno quiere decir. Pero reconozco también que el lenguaje oral tiene una espontaneidad que a menudo llega más a las personas. El logo del micrófono que se ha abierto en el extremo inferior de la pantalla está continuamente parpadeando. Me pone un poco nervioso. Es como si alguien estuviera controlando y corrigiendo todo lo que digo.
Si esta es una práctica común en la actualidad, ¿qué no veremos dentro de unos años? No será necesario que dictemos a una máquina, sino que la misma máquina elaborará el artículo a partir de algunas pequeñas indicaciones. De hecho, ya hay programas de inteligencia artificial que son capaces de escribir artículos periodísticos, ensayos e incluso a libros. Los expertos dicen que lo hacen con una corrección que no se encuentra en los textos que producimos los humanos. El día que esta práctica sea normal no tendrá ningún sentido escribir un blog. Espero que se retrase lo más posible.
Gracias por la información que das… Todo está cambiando a una velocidad impresionante… No se nota que no hayas tecleado la entrada.
ResponderEliminarVeo que volverás a estar de viaje. Suerte que la técnica y la oración nos unen. Descansa todo lo que puedas. Ya nos contarás.
Le pedí a la IA lo siguiente:
ResponderEliminarRedacta un texto de 4 párrafos dónde hables de la gran maravilla que supone el avance tecnológico del dictado de voz a texto frente a una computadora y de cómo ha avanzado tanto la ciencia que una IA ya puede escribir un blog como éste mismo artículo. Éste fue el resultado:
En la actualidad, la tecnología del dictado de voz a texto ha avanzado considerablemente, lo que ha supuesto una gran maravilla para muchas personas que necesitan escribir largos textos con rapidez y eficiencia. Este avance tecnológico ha permitido que la escritura sea mucho más fácil y cómoda, ya que las personas pueden simplemente hablar y su voz es automáticamente transcrita a texto en tiempo real.
El dictado de voz a texto no solo es útil para personas con discapacidades físicas, sino que también resulta muy práctico para aquellas personas que tienen que escribir mucho en su trabajo o en sus estudios. Con esta tecnología, pueden ahorrar mucho tiempo y esfuerzo al no tener que teclear cada palabra. Además, el dictado de voz a texto es una herramienta muy útil para aquellos que necesitan tomar notas rápidamente, ya que pueden simplemente hablar y grabar sus ideas.
El avance de la ciencia también ha permitido que la inteligencia artificial sea capaz de escribir textos de alta calidad, como este mismo artículo. A través del uso de redes neuronales y algoritmos de aprendizaje automático, la IA puede generar textos que parecen haber sido escritos por un humano. Esto no solo es impresionante desde un punto de vista tecnológico, sino que también tiene muchas aplicaciones prácticas, como la generación de contenido para sitios web, la escritura de informes, entre otros.
En definitiva, el avance del dictado de voz a texto y de la inteligencia artificial en la escritura han supuesto una gran maravilla para la sociedad. Estas tecnologías han hecho que la escritura sea más fácil, rápida y eficiente, lo que ha permitido a las personas ser más productivas y eficaces en su trabajo. Además, el uso de la inteligencia artificial para escribir textos también ha abierto muchas posibilidades en términos de generación de contenido y automatización de procesos. Sin duda, estamos viviendo en una época emocionante en términos de avances tecnológicos y debemos estar preparados para ver más innovaciones en el futuro.