Cuando pienso que en muchas partes de España se levantan con temperaturas bajo cero y aquí, en el centro de Kerala, estamos a 26 grados, me siento agradecido. Es como pasar del rígido invierno a un verano húmedo en cuestión de pocas horas. Mientras mi compañero Paulson y yo ultimamos los detalles del taller (“workshop”) que empezaremos mañana, poco a poco van llegando los participantes. La noche pasada lo hicieron los filipinos y los indonesios. En el aeropuerto los asaetearon a preguntas, pero pasaron el control. Al fin y al cabo, traían sus papeles en regla.
Supongo que el papa Francisco y el primado de la Iglesia anglicana Justin Welby que empiezan hoy su viaje al Congo y a Sudán del Sur no tendrán problemas con los papeles. Es un viaje arriesgado para Francisco -dado su precario estado de salud- pero necesario. Las comunidades cristianas de estos dos países africanos necesitan reconocimiento y apoyo. Ambas han vivido situaciones muy difíciles. Es propio de un buen pastor atender a las ovejas más necesitadas.
Aquí en India se celebró ayer el 75 aniversario del asesinato de Gandhi a manos de un nacionalista hindú. Raro es el profeta que no acaba eliminado de manera violenta. La Iglesia celebra hoy la memoria de san Juan Bosco. He comenzado la jornada participando en la Eucaristía presidida por un compañero mío indio y celebrada en rito siro-malabar. La familia salesiana tiene una fuerte presencia en este país asiático. En Angamali, a pocos kilómetros de donde me encuentro, tienen un centro educativo. Aprovecho para felicitar desde este Rincón a mis amigos salesianos y a mis amigas salesianas. Trabajamos juntos por el Evangelio. Esta fraternidad entre congregaciones y comunidades diversas suele ser más visible en Asia y en África que en Europa.
En cualquier caso, hemos avanzado mucho en los últimos años en la misión compartida. Se han superado viejas rivalidades. Se busca lo que nos une. Nos sentimos todos parte de una Iglesia enriquecida con multitud de carismas y dones. La unidad es esencial para la credibilidad del mensaje.
Salta la noticia de la sustitución del cardenal canadiense Marc Ouellet por el obispo estadounidense Robert Francis Prevost como nuevo Prefecto del Dicasterio para los Obispos. La noticia me afecta en cuanto director de Publicaciones Claretianas porque precisamente estos días estamos sacando la edición en español de las actas del Simposio sobre el sacerdocio que el cardenal Ouellet organizó en Roma en febrero del año pasado.
En fin, la entrada de hoy tiene un poco de todo. Es una entrada tutti frutti. No siempre es fácil encontrar un hilo conductor para los posts de este Rincón, sobre todo cuando la cabeza está en otros asuntos que reclaman atención. Me imagino que eso os pasa también a vosotros. Cuando uno tiene ante sí muchos frentes, lo importante es saber cuál es el centro que articula todo, por qué hacemos las cosas, para quién vivimos y trabajamos, cómo purificar nuestras motivaciones. Varias veces a lo largo del día me hago estas preguntas. Me ayudan a superar la dispersión y, sobre todo, a dar sentido a todo. Lo que más nos agota no es el exceso de trabajo, sino el hecho de no saber a qué responde y qué se busca con él.
Como claretiano, tengo siempre muy grabadas las palabras del número 2 de nuestras Constituciones, que dice así: “El objeto de nuestra Congregación es buscar en todo la gloria de Dios, la santificación de sus miembros y la salvación de los hombres de todo el mundo según nuestro carisma misionero en la Iglesia”. Con negligencias y fragilidades, eso es lo que procuro en medio de tantos vaivenes y compromisos. Lo importante es la gloria de Dios, que él sea “conocido, amado, servido y alabado” por todos, como reza la conocida oración apostólica de san Antonio María Claret. Haciendo esto, uno logra su propia santificación y contribuye humildemente a la salvación de los demás.
Os dejo con una nueva versión de la célebre canción Eres tú, en el 50 aniversario de su lanzamiento. El pianista y director es el hijo del compositor de la canción, el músico Juan Carlos Calderón, un grande.
Maravilloso Placido. Increíble el hijo de Juan Carlos Calderon, q es como verle a él otra vez. Una felicidad. Pero de los q hicieron famosa esta bella canción, no hay ninguno. Un poco fraude.
ResponderEliminarDices que no siempre es fácil encontrar un hilo conductor, pero en medio de todo, tú lo estás insinuando siempre, más o menos explícito… Vas sembrando y haces posible que, de vez en cuando, sepa encontrarlo en mi vida.
ResponderEliminarGracias porque en medio de la diversidad que te toca vivir, sabes unificar y hacer realidad lo que comunicas: “Lo importante es la gloria de Dios, que él sea “conocido, amado, servido y alabado” .