Alumbre vuestra luz

Internet está lleno de impostores. Mucha gente no es lo que parece. Las redes sociales se prestan a falsificar cualquier cosa o, por lo menos, a maquillarla. Son pocos los que se presentan a cara descubierta. ¡Y menos para hablar del Evangelio sin adulteraciones o arreglos cosméticos! Hace tiempo conocí en este mundo digital a un joven sacerdote hispanohablante que sí es lo que parece. Transmite sus mensajes a través de vídeos muy breves. La mayoría no duran ni un minuto. Son, por lo general, grabaciones no editadas. Respiran autenticidad e inmediatez. Van al grano. Hablan de Dios y de nuestra relación con él. Abordan problemas de la vida cotidiana. El lenguaje es claro y directo. Son vistos por miles (millones) de personas, sobre todo jóvenes, en plataformas como YouTube, Instagram, Facebook o TikTok.

Este sacerdote se llama Heriberto García Arias. Es de la diócesis de san Juan de los Lagos, en Jalisco, México. Nos conocimos en las redes. Durante meses nos hemos comunicado por teléfono. El pasado sábado pudimos encontrarnos en Roma, donde ahora estudia Comunicación Institucional. Almorzamos juntos y hablamos sobre el desafío de la evangelización en Internet. Incluso empezamos a madurar un posible proyecto conjunto. 

Tuvimos tiempo también para tomar algunas fotos de la capilla de nuestra curia general, el lugar donde yo pasé dieciocho años. Al padre Heriberto le encantó el mural de Pentecostés del ábside y su rica simbología. Lo más importante de nuestra conversación fue la común pasión por evangelizar. Subrayamos que el anuncio del Evangelio en Internet no necesita hoy grandes inversiones como las que se precisan para montar una televisión, una emisora de radio o un periódico impreso. Basta un teléfono móvil o un ordenador y algo significativo que decir. La gente valora la fuerza del mensaje y la autenticidad del mensajero, no el envoltorio técnico, aunque este tenga también su importancia en un contexto cultural que aprecia mucho la estética.

Soy consciente de que mis entradas diarias en este Rincón resultan demasiado largas para la mayoría de los jóvenes. Muchos no están acostumbrados a leer. Su lenguaje es, sobre todo, audiovisual e icónico. Su umbral de atención no supera los tres minutos, que es lo que suele durar una canción de moda o uno de los vídeos más largos que circulan por TikTok. Si es menos, todavía mejor. El padre Heriberto, que es nativo digital (no inmigrante digital como yo), lo sabe muy bien. Por eso, ha optado por vídeos muy breves, pero sin rebajar la calidad del contenido. 

Es muy difícil comunicar algo en pocos segundos. Supone centrar bien la diana del mensaje, escoger las palabras adecuadas y usar el tono justo. Hay personas que tienen este carisma. No necesitan hacer un curso para ejercitarlo. Es bueno que lo pongan al servicio de los demás. El padre Heriberto lo está haciendo, sin esconder o camuflar su condición sacerdotal. La presenta con espontaneidad y sencillez. Evita a toda costa la arrogancia clerical. Es probable que a algunos internautas les chirríe la voz de un cura en tiempos en los que la imagen pública del clero se ha devaluado mucho a causa de los escándalos, pero la mayoría aprecia que el padre Heriberto sea lo que es y se sienta contento con su identidad sacerdotal. En un continente lleno de impostores y de dragones digitales, la autenticidad es siempre un plus comunicativo que llega al corazón de las personas.

Muchos pastores se quejan de que hoy es muy difícil evangelizar, sobre todo en el mundo juvenil. Puede ser, pero cuando hay pasión siempre se puede ir más allá de nuestras rutinas. Soy consciente de que la situación de México o de otros países latinoamericanos no es la misma que la de España o Europa, en donde estamos ante la primera generación incrédula de la historia. Pero cuando uno sabe escuchar las búsquedas y preguntas de los jóvenes y trata de iluminarlas desde Jesús, casi siempre se produce el milagro del encuentro. Jesús conecta con los seres humanos de cualquier edad, sexo o condición. Nadie como él ha buceado en el corazón de los hombres y mujeres. Nadie como él ha descendido al pozo de la soledad y el sufrimiento. Sus palabras saben a vida porque tocan la vida. 

A nosotros, humildes seguidores suyos, nos corresponde solo crear las condiciones mínimas para que estas palabras lleguen con su máxima pureza a las personas que buscan o que las necesitan. Es verdad que un tipo de evangelización y de Iglesia ha muerto o está muriendo, pero es más verdad que algo nuevo está naciendo. La comunidad de Jesús vive siempre en tensión pascual: algo muere y algo resucita. Me alegro mucho de que haya sacerdotes como el padre Heriberto que creen en la fuerza de Jesús y se ponen a su servicio. Es necesario ensanchar esta red, de manera que la Palabra de Dios resuene con toda su fuerza transformadora en este nuevo areópago. No podemos esconder la luz de Jesús, sino que debemos alumbrar con ella a todos los inquilinos de esta casa inmensa que es el mundo digital.