Cada vez que uno de mi comunidad celebra su cumpleaños hay chocolate con churros en el desayuno. Hoy es uno de esos días hiperglucémicos. Si el chocolate con churros va unido a un día oscuro, lluvioso, prematuramente invernal, entonces se dan las condiciones óptimas para una charla entre amigos. Por primera vez escribo la entrada del blog en mi nuevo despacho de Publicaciones Claretianas. Tengo una ventana que da al este y otra al sur, así que hay luz asegurada durante toda la mañana, aunque hoy no es el día más adecuado para comprobarlo porque el cielo está cubierto. A esta hora tempranera, tengo que funcionar con la luz eléctrica.
Veo que mi cuenta de correo electrónico se va llenando de felicitaciones navideñas. A mí siempre me da pereza afrontar esta tradición. Quizá este año no tenga más remedio que dedicar un tiempo a los saludos institucionales antes de que se asome 2023. En cualquier caso, el camino del Adviento que nos lleva hasta Belén discurre por otros derroteros.
Caldeado con mi chocolate con churros, preocupado con el repaso a los periódicos digitales, me pregunto cómo empieza uno el día con esperanza. Pienso en muchas familias ucranianas que, a los desastres de la guerra, añaden las penurias energéticas en un país de inviernos duros y prolongados. Pienso en las personas sin techo -algunas de las cuales veo todas las mañanas cuando voy a celebrar la misa al colegio de las Concepcionistas- que han padecido las lluvias de los últimos días y temen también la inminente llegada del invierno. Pienso en las personas que se han pasado toda la noche en el hospital como enfermos o como cuidadores.
Pienso en quienes ayer y hoy han perdido a algún ser querido y sienten que, de ahora en adelante, este tiempo prenavideño va a estar marcado por su recuerdo. Pienso en los hinchas argentinos y franceses que sueñan con la final del Mundial de fútbol el próximo domingo en Catar. Pienso en mi hermano claretiano Fernando Prado que dentro de un par de días será ordenado obispo en San Sebastián y que, de la noche a la mañana, verá alterada su vida. Pienso en Gabriele, mi amigo italiano, que no sabe cómo va a evolucionar su padre, hospitalizado desde finales del mes de agosto por un grave ictus.
Con estos pensamientos en la cabeza y en el corazón me acerco a la primera lectura de la misa de hoy. El profeta Isaías estalla en un anuncio de gozo que parece casi insultante: “Exulta, estéril, que no dabas a luz; / rompe a cantar, alégrate; / tú que no tenías dolores de parto: / porque la abandonada tendrá más hijos que la casada —dice el Señor—. / Ensancha el espacio de tu tienda, / despliega los toldos de tu morada, / no los restrinjas, / alarga tus cuerdas, / afianza tus estacas, / porque te extenderás de derecha a izquierda”. Luego, es el Señor liberador el que habla: “Por un instante te abandoné, / pero con gran cariño te reuniré. / En un arrebato de ira, / por un instante te escondí mi rostro, / pero con amor eterno te quiero”.
Por si fuera poco, el profeta añade unas palabras estremecedoras: “Aunque los montes cambiasen y vacilaran las colinas, / no cambiaría mi amor, / ni vacilaría mi alianza de paz / —dice el Señor que te quiere—“. Saber que el amor del Señor hacia nosotros no cambia y que, pase lo que pase, Él está sosteniendo nuestra vida, tendría que ser suficiente para afrontar la jornada con una alegría profunda, indestructible, y con una esperanza a prueba de malas noticias. Deberíamos repetir una y otra vez, casi como un exorcismo frente al mal que nos rodea, las palabras de Dios: “Con amor eterno te quiero”. Tenemos la seguridad de que no estamos solos en la vida, de que Alguien nos quiere con un amor que no es volátil, que no está condicionado por nuestra respuesta titubeante. Con esto podemos vivir. No necesitamos mucho más.
Buena manera de comenzar el día. Suerte que el chocolate sube los estados de ánimo… Es bueno aprovechar todos los momentos que podemos para charlar con los amigos… Nos ayuda a relajarnos y a salir de nosotros mismos y enriquecernos con las aportaciones de los otros.
ResponderEliminarEnhorabuena, estrenas despacho y lo que ello conlleva…
Estamos viviendo un tiempo de contrastes… En un mismo día, atiendes a aquella persona positiva, que tiene lo suficiente para vivir y un poco más. A la que viene con desesperación porque no puede afrontar todas las situaciones con las que carga… A una madre que su hijo drogadicto la ha empujado por las escaleras y le cuesta comunicarlo… La que en su conversación insinúa a Dios, casi con miedo y se siente contenta y liberada cuando conectas con ella a este nivel… No todo son luces de colores… como tú dices: “el camino del Adviento que nos lleva hasta Belén discurre por otros derroteros”.
Escribes: “… es el Señor liberador el que habla: “Por un instante te abandoné, / pero con gran cariño te reuniré. / En un arrebato de ira, / por un instante te escondí mi rostro, / pero con amor eterno te quiero”.
“—dice el Señor que te quiere—“. “Él está sosteniendo nuestra vida”, Deberíamos repetir las palabras de Dios: “Con amor eterno te quiero”. “…Tenemos la seguridad de que no estamos solos en la vida, de que Alguien nos quiere con un amor que no es volátil, que no está condicionado por nuestra respuesta titubeante… “
Gracias Gonzalo por todas estas afirmaciones que entiendo que te salen fruto de tu propia experiencia, llegan cargadas de fuerza.