Nieve de los Pirineos cubierta por el polvo sahariano |
La expresión “lluvia de sangre” resulta hiperbólica, pero es la que popularmente se usa para denominar a la calima que ha hecho de España en los últimos días -esperemos que por poco tiempo- “el país más contaminado del mundo”. Aunque la invasión de polvo sahariano ha llegado hasta el norte de la península, es mucho más visible en la Andalucía Oriental. Ayer Granada parecía una ciudad fantasmagórica. Por la tarde llovía tierra sobre tejados, coches y cualquier objeto expuesto al aire libre. ¡Hasta mis gafas se tiñeron de marrón como si las hubiera introducido en una taza de café con leche! Aunque de vez en cuando se producen calimas de este tipo, no recuerdo ninguna con la intensidad de la que ahora nos ha traído la borrasca Celia.
Me ha hecho recordar el episodio del maná en el desierto: “Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, como escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra. Al verlo, los hijos de Israel se dijeron: «¿Qué es esto?». Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: «Es el pan que el Señor os da de comer” (Ex 16,14-15). En Andalucía se tolera bien este “maná marrón” porque viene acompañado de lluvia. Las reservas hídricas estaban bajo mínimos y el campo clamaba agua. La temperatura es suave. No hay mal que por bien no venga.
Si sumamos a la crisis sanitaria (la pandemia) la bélica (la guerra en Ucrania) y ahora la meteorológica (la calima), se comprende mejor por qué muchas personas se encuentran al borde de su resistencia. Pareciera que nunca vamos a poder vivir en paz, si es que alguna vez lo hemos hecho. Quizá este cóctel de contratiempos puede ayudarnos a cambiar nuestra actitud en la vida. No se trata de empeñarnos en programar todo, sino de aprender a sacar partido de lo que sucede. Hay algunas cosas que podemos programar, pero la mayoría de los eventos no dependen de nosotros. Necesitamos flexibilidad mental y emocional para adaptarnos a las circunstancias cambiantes y sacar el máximo provecho de ellas. De lo contrario, vamos a estar siempre con una actitud negativa.
Las mejores energías se nos van a ir en defendernos de lo que no nos gusta, cuando deberíamos aprovecharlas en sacar partido de todo lo que sucede. En su carta a los romanos, san Pablo nos recuerda que “a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” (Rm 8,28). Incluso lo que a primera vista parece contrario a nuestros deseos, puede convertirse en una oportunidad para conocernos mejor y desarrollar capacidades desconocidas o infrautilizadas.
La “lluvia de sangre” que estos días está descendiendo sobre la península ibérica no tiene la menor importancia comparada con esa otra “lluvia de sangre” que desde hace tres semanas cae sobre Ucrania. Parece que las conversaciones entre las autoridades rusas y ucranianas empiezan a dar algún pequeño fruto, pero estamos tan acostumbrados a las escaramuzas de la política que es difícil albergar una confianza sólida. El alcalde de Kiev ha invitado al Papa a visitar la capital de Ucrania. No creo que Francisco emprenda este arriesgado viaje, pero ha decidido consagrar Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María el próximo 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor.
Es probable que nos resulte difícil comprender qué sentido puede tener una acción de este tipo. Nosotros estamos acostumbrados a resolver los conflictos por vía diplomática o, si llega el caso, por vía económica o bélica. En las apariciones de Fátima, sin embargo, la Virgen insistió en consagrar Rusia a su Inmaculado Corazón para preservar la paz en el mundo. Se me escapa la profundidad de este ruego, pero no lo desprecio de un plumazo. La realidad es demasiado compleja como para pensar que cabe dentro de nuestras coordenadas racionales. Creo en el poder misterioso de la oración, aun cuando no sea capaz de explicar su eficacia. La “lluvia de sangre” solo se puede detener con una inundación de gracia.
Gracias Gonzalo, por expresar, hablando de la consagración de Rusia, que es comprensible que “nos resulte difícil comprender qué sentido puede tener una acción de este tipo.”
ResponderEliminarQue, en la petición de la Virgen: “… se me escapa la profundidad de este ruego, pero no lo desprecio de un plumazo”.
Creo en el poder misterioso de la oración, aun cuando no sea capaz de explicar su eficacia.
Las mejores energías se nos van a ir en defendernos de lo que no nos gusta, cuando deberíamos aprovecharlas en sacar partido de todo lo que sucede… Incluso lo que a primera vista parece contrario a nuestros deseos, puede convertirse en una oportunidad para conocernos mejor y desarrollar capacidades desconocidas o infrautilizadas.
Gracias, todas estas reflexiones pueden llevar a ver nuestra vida y vivrla desde otra perspectiva.
Muchas gracias P.Gonzalo por sus reflexiones.Cierto que todo lo que está sucediendo es muy complejo.Estoy muy de acuerdo con
ResponderEliminarla carta de San Pablo a los (Rm)
"a los que aman a Diostodo les sirve para el bien".Incluso aunque nos pueda parecer lo contrario.
Un saludo.Victoria Sánchez