Mi amigo ucraniano cree que solo China puede ejercer una influencia eficaz sobre Putin. Europa tiene demasiado miedo ante la amenaza nuclear rusa. Después de terminar las conversaciones me pregunté qué podía hacer yo. Enseguida me vino a la mente el conocido poema del pastor protestante Martin Niemöller (1892-1984):
«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,guardé silencio,
ya que no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar».
Contemplar una guerra desde la comodidad del salón de nuestra propia casa es muy diferente a padecerla en las propias carnes. Los europeos tememos que pueda desencadenarse una catástrofe porque tenemos los carros de combate frente a nuestras fronteras. Cuando las guerras suceden en Yemen, Congo, Filipinas, Colombia, Siria o Sudán, parece que no tienen que ver nada con nosotros. Están lo suficientemente lejos como para no oír su eco. Y, sin embargo, miles de personas siguen muriendo en esos conflictos olvidados. Nuestra estimativa ética es muy voluble. Nos parece gravísimo lo que nos afecta a nosotros; transigimos con lo que solo nos roza. Los claretianos no nos hemos retirado de Ucrania. Seguimos acompañando a la gente.
Sin caer en un blandopacifismo que no se hace cargo de la complejidad humana y de la presencia del mal entre nosotros, es preciso dar pasos de gigante en la educación para la paz y en una nueva organización de las Naciones Unidas que, libre de los vetos de los grandes, pueda ejercer un arbitraje eficaz en los conflictos entre países. La guerra de Ucrania nos está haciendo ver que valores como la paz, la libertad y la democracia nunca están asegurados y que es preciso cultivarlos cada día.
Mientras suceden todas estas cosas, mientras nos hundimos una vez más después de la pandemia, la vida nos depara otras historias que casi parecen una bufonada y que hay que acoger con sentido del humor para no caer en depresión. Una sonrisa nos viene bien para afrontar el fin de semana más relajados.
El ambiente comienza a estar un poco difícil… Hay mucho miedo… El horizonte está muy oscuro. La economía está un poco en recesión.
ResponderEliminarCuando dos se pelean, normalmente, cada parte tiene algo de razón y la ofuscación a que lleva el odio, impide que nadie vea la realidad y cada cual sepa renunciar a su actitud a favor de los demás. Muchas veces me pregunto: ¿por qué, con facilidad, vemos al otro como enemigo si no cumple con los baremos que tenemos?
Parece que la vida nos da palos por todos los lados… ¡Qué difícil es poner el sentido del humor y saber descubrir la presencia de Dios en medio de todo.!
Si queremos transmitir paz, primero debemos cultivarla, acrecentarla a nivel personal.
Gracias por la información directa que nos facilitas y por el poema que hace pensar…
Creo que la diferencia entre las dos versiones es clara. En Rusia no hay libertad y al que habla y discrepa o simplemente informa de la verdad le condenan a 15 años de cárcel. En Ucrania aman la libertad y llevan desde 1951 luchando por su libertad contra el tirano que envenenó a un prediente que no les gustaba y colocó a un muñeco asesino que salió huyendo en 2014 despuésde una lucha del pueblo por su libertad y al que disparó con balas de verdad antes de acogerse al "asilo" del asesino Putin.
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