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sábado, 27 de noviembre de 2021

Siempre despiertos

Hoy es el último día del año litúrgico. O sea, que este año podríamos decir que, tras el Black Friday (viernes negro), viene el Last Saturday (último sábado). Mañana comenzaremos el Adviento, aunque en Madrid comenzamos ayer por la tarde la Navidad comercial y turística con el encendido del alumbrado callejero. El pistoletazo lo dio el alcalde en la recién remodelada Plaza de España mientras los varios miles de circunstantes (por pura casualidad, yo fui uno de ellos) gritábamos la cuenta atrás: diez, nueve, ocho, siete… Se encendieron las luces como por arte de magia. Los fuegos artificiales pusieron color y ruido en la noche madrileña. 

Para el negocio no hay Adviento. La Navidad dura unos 40 días sin que medie ninguna preparación: solo el deseo de vender lo más posible para recuperar el tiempo perdido durante los meses duros de la pandemia. En este contexto navideño (desde el punto de vista turístico-comercial) y apocalíptico-escatológico (desde el punto de vista litúrgico) me fijo en el último versículo del Evangelio de hoy: “Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre” Lc 21,36).

La invitación a “estar despiertos” presupone que a menudo estamos dormidos o, por lo menos, adormilados. O sea, que vivimos como zombis, haciendo las cosas por pura rutina, sin tiempo ni ganas para saber por qué las hacemos, para qué sirven, a quién aprovechan. Uno de los reclamos que se repiten en casi todas las religiones es la invitación a vivir despiertos, a tomar conciencia de nuestro ser y del tiempo que nos toca vivir. Parece fácil, pero no lo es. Resulta más sencillo dejarnos llevar por lo que todos piensan, dicen y hacen. La pertenencia gregaria nos da seguridad. Ser uno mismo es muy arriesgado. 

El cristianismo no es una religión de borregos, por más que Jesús utilice a veces la imagen de la oveja para referirse a sus seguidores. Es un camino de hombres y mujeres libres, despiertos, que no tienen miedo de pensar por ellos mismos y de tomar sus propias decisiones. Sin libertad no hay fe. La invitación de Jesús a estar despiertos y mantenernos en pie va acompañada por otra que a veces olvidamos: pedir fuerza “para escapar de todo lo que está por venir”.

El último día del año litúrgico no tiene entre nosotros la magia del último día del año civil. No hay litúrgicamente una celebración de Nochevieja. Este déficit celebrativo puede ser una buena oportunidad para no perdernos en ritos y meditar en la ultimidad de la vida. Es claro que somos viandantes. Lo que no está tan claro para muchos es si nos dirigimos a una patria prometida o a un abismo de aniquilación. Hoy es un buen día para salir de nuestro letargo y hacernos estas preguntas últimas. 

Como a menudo nos dan miedo, es bueno que recordemos la invitación de Jesús a pedir fuerzas. Se supone que solos no podemos hacer frente a este horizonte desconocido. Es verdad que la lucidez es a veces fuente de problemas. Solemos decir que las personas “dormidas” viven más tranquilas (no sé si más felices), pero, en realidad, solo quien se despierta percibe la densidad de la vida y se prepara para tomar decisiones conscientes y libres. ¿Qué felicidad puede haber donde no hay libertad?

1 comentario:

  1. No, no es fácil vivir despiertos y cada día menos… La sociedad actual está en continuo cambio, sin tiempo a adaptarnos. Vivimos con prisas y superficialmente, no hay tiempo para reflexionar… tenemos demasiados estímulos en nuestro entorno que nos distraen continuamente.
    Nos viene bien la invitación de “estar despiertos”. Gracias por el inciso que haces de que “sin libertad no hay fe”… Me lleva a pensar en cuantas “ataduras” llevamos en nuestras vidas que nos impiden caminar con libertad, “ligeros de equipaje”.
    Ante las situaciones que vivimos, tiene un eco importante, cuando recuerdas que Jesús nos invita a pedir fuerza “para escapar de todo lo que está por venir”.
    Pues sí, este último día del año litúrgico, nos lleva a reflexionar sobre la vida, y tu, nos invitas a “salir de nuestro letargo y hacernos estas preguntas últimas de hacia donde nos dirigimos”.
    Gracias Gonzalo, porque con tus reflexiones nos ayudas a “estar despiertos”, “a despertar de nuestro letargo”.
    Un abrazo.

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