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miércoles, 20 de octubre de 2021

Mis amigos silenciosos

Hay un buen número de amigos que leen a diario o con cierta frecuencia las entradas de este Rincón. Algunos se remontan a la infancia y adolescencia y otros son muy jóvenes. Desempeñan diversas profesiones. Unos pocos están ya jubilados. Los hay que son todavía estudiantes. En general, excepto los más jóvenes, no suelen ser personas enganchadas a las redes sociales, aunque las usan con cierta frecuencia. Normalmente no escriben comentarios ni expresan sus opiniones a base de emojis. Sé que leen este blog porque en alguna conversación informal con ellos me han hecho referencias a temas tratados en él. 

Es muy probable que su mundo de intereses discurra por otros cauces. Lo comprendo perfectamente. Si yo estuviera trabajando en una carnicería o fuera mecánico, albañil o abogado, es casi seguro que no tendría mucho interés en leer un artículo sobre lo que ha dicho el papa Francisco en una audiencia de los miércoles o sobre el futuro de la fe cristiana en Europa. Mis preocupaciones serían otras. Cada uno libramos nuestras propias batallas en la vida y nos movemos en un contexto determinado. Tenemos derecho a tener nuestras preferencias y seguir un estilo de vida propio. 

Hoy escribo desde Vic pensando precisamente en estos amigos “silenciosos”. Me siento muy cercano a sus búsquedas, pero no siempre acierto a interpretarlas. Me gustaría escucharlos más a fondo para conocer cómo viven, qué piensan, cuáles son sus intereses, qué les divierte y qué esperan de la vida. Es verdad que de vez en cuando lo hago con algunos mientras tomamos un café o una cerveza, pero no siempre es posible hacerlo con otros. 

Estos amigos “silenciosos” representan a las muchas personas que dedican mucho tiempo a su trabajo y a su familia, que a veces tienen problemas de salud o económicos, que se sienten un poco alejados del mundo de la política y que cada vez se asoman menos a la televisión. La mayoría se identifican como cristianos, tienen un vago sentimiento religioso que los acompaña desde la infancia, pero no saben muy bien cómo progresar en la fe. No muestran demasiado interés en cultivarla ni tampoco saben cómo hacerlo. Participan a veces en algunas celebraciones en sus parroquias, pero más por tradición o compromiso social (bautizos, bodas, comuniones y funerales) que por necesidad espiritual. Algunos se encuentran en situaciones “irregulares” desde el punto de vista canónico, pero eso no suele preocuparles demasiado. La vida los ha conducido a ellas y no siempre es fácil encontrar una salida airosa. Ponen más bien el acento en ser responsables en su trabajo, afectuosos en la familia y leales con sus amigos.

¿Por qué un amigo “silencioso” tendría que interesarse por lo que yo escribo en este blog? El artículo diario de este Rincón no es más valioso que el cultivo de un huerto, el cuidado de una granja, la construcción de una casa o la preparación de un expediente jurídico. Por eso, me gustaría tomar muy en serio lo que para ellos es importante (no para mí) y, a partir de ahí, construir un diálogo de vida. Conversar es una de mis pasiones.

Me encanta conocer sus historias. Disfruto viéndolos cuidar sus vacas, repartiendo pedidos de carne en furgoneta o jugando con sus nietos. Quisiera saber cómo viven algunos su separación o divorcio, cómo es la relación con sus hijos o cómo entienden el noviazgo. No tengo ningún reparo en dialogar sobre su orientación homosexual, sus preferencias políticas o sus adicciones al alcohol, al juego o a la pornografía. Me parece que el territorio de la verdadera espiritualidad es la vida misma. Dios se encuentra con cada uno de nosotros allí donde vivimos, en los entresijos de nuestras experiencias humanas. 

¿Habría algún modo de compartir esta visión? ¿Sería posible descubrir a Dios en el mostrador de una carnicería, en la nave de un ganadero, en el bufete de un abogado o en el tractor de un agricultor? ¿Cómo se ve la vida (y la fe) desde las hormonas alborotadas de un adolescente, con el móvil en la mano y los auriculares pegados a las orejas?

Me gustaría que mis amigos “silenciosos” (y lectores ocasionales) me dieran alguna pista para seguir dialogando. No me agrada perderme en cuestiones intrascendentes cuando la vida palpita con fuerza en otros escenarios.

4 comentarios:

  1. Es difícil pero no imposible… Tú, Gonzalo, llegas a más gentes de las que eres consciente… Dejas y has ido dejando huellas en el camino de la vida.
    Hay más gente que te lee de la que te imaginas… Cuando comparto la entrada llega a quien menos te piensas… He vivido la experiencia que si algún día no la he compartido porque no la había o porque me ha pasado por alto, siempre tengo alguien que la reclama… Lo curioso es que no quieren recibirla directamente… no sé a qué responde esto.
    Lo que se me ocurre es que necesitamos: “orar para que el Señor nos vaya mostrando que caminos recorrer para llegar a quien Él quiere que lleguemos”, realmente sus caminos son inescrutables.
    Gracias Gonzalo por tu cercanía.

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  2. Gracias Gonzaño por hacer de tu vida un servicio, los jóvenes te leen, buscan, igual que yo, pautas de vida orientación, encuentro con el Señor.

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  3. Hola Gonzalo buena tarde para ti. Ví aquellas fotos y me transportaron a la Fragua del 2019 y trajo a mi memoria momentos maravillosos, sonidos, olores y voces que ya están tatuadas en memoria y no se marcharan de ahí. Gracias por tus entradas y por lo que escribes, es bueno leer otros puntos de vista y conocer opiniones diversas sobre asuntos de la vida, a mí me agrada. Cuéntale al mundo qué es lo que se hace en casa vida (creo que se llama así) la que esta ahí en Vic, al lado de nuestra casa madre y que atiende a muchas personas, principalmente mujeres y niños ayudándoles en sus tareas escolares o enseñándoles costura, reflexología, en fin, tantas cosas para su bien. Yo creo y estoy convencido que esto es puro evangelio. Nada, un abrazo. Víctor desde Sincelejo-Colombia

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  4. No hay pistas... la clave es que sigas siendo tú mismo para que sigas viendo las perlas preciosas tras los rudos y toscos rostros de la gente sencilla y trabajadora. Siempre es un gusto leerte.

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