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domingo, 25 de julio de 2021

El camino de Santiago

Hoy celebramos la solemnidad de Santiago, apóstol, patrono de España. Por caer este año en domingo, es un Año Santo Jacobeo. A pesar de la pandemia, están siendo muchos los peregrinos que se han puesto en marcha para realizar por diversas rutas y con diversos medios “el camino de Santiago”. Yo todavía no lo he hecho. Uno de mis sueños es hacerlo a pie desde Roncesvalles hasta Santiago de Compostela. Llegará el momento oportuno. 

Sobre este camino (que es físico, pero, sobre todo, espiritual) se han escrito infinidad de libros, se han hecho películas y se han multiplicado los testimonios de personas famosas (desde Paulo Coelho a Martin Sheen, pasando por Shirley McLean) que confiesan haber cambiado sus vidas tras peregrinar a la tumba del apóstol. Como muchas de ellas subrayan, lo más importante no es la meta, sino el camino. Al fin y al cabo, el camino es un símbolo de la vida misma. Caminar implica vivir en profundidad.

Cuando comparo este “camino jacobeo” (tan publicitado hoy, sobre todo por razones turísticas y económicas) con el camino que hizo el auténtico Santiago, caigo en la cuenta de que no es necesario recorrer 800 kilómetros a pie para vivir una auténtica transformación interior. Santiago, el hermano de Juan y discípulo de Jesús, tuvo que pasar de un carácter brusco a otro humilde, de un deseo de grandeza humana al aprendizaje del servicio, del buscar una vida segura a entregarla como mártir. ¿No es este el verdadero “camino de Santiago”, accesible a todos nosotros, con independencia del lugar en el que vivamos o de la edad que tengamos? El camino físico está reservado a un porcentaje muy pequeño de personas que pueden permitirse dedicar una o dos semanas semana o un mes a caminar con una mochila a las espaldas. El camino espiritual está abierto a todos.

Desde hace años colecciono fotografías de cuadros y esculturas que representan a Santiago. Al fin y al cabo, pertenezco a la Provincia claretiana de Santiago. Desde niño me atraía la figura de un apóstol a lomos de un caballo blanco. Quizá no prestaba atención a que, bajo los cascos del caballo, había a veces algunas cabezas de moros masacrados. Uno de los apelativos de este Santiago batallador es precisamente el de “matamoros”. Ciertamente, no ayuda al diálogo interreligioso al que hoy nos sentimos urgidos. 

Aunque me guste mucho la figura del Santiago caballero, me quedo con el perfil que aparece dibujado en los evangelios. Y, puestos a jugar con los gustos, también me gusta la leyenda de su presencia en España al principio de la evangelización y la de sus restos custodiados en la catedral de Santiago. Pero si algo me emociona de este apóstol es su camino de transformación interior. De rudo pescador galileo paso a ser un servidor que dio su vida por Jesús. Tardó tiempo en comprender quien era el Maestro y cuáles eran sus pretensiones. Antes de que pudiera tener la suficiente claridad intelectual sobre ambos asuntos, tuvo la oportunidad de rubricar con su sangre su amor a Jesús. ¿No es la fe, al fin y al cabo, una entrega incondicional? Pues eso. A este “camino de Santiago” me apunto también yo.

Un cordial saludo a todos los lectores del Rincón desde el aeropuerto de Barajas en donde estoy tecleando la entrada de hoy en medio de pasajeros que van y vienen y consultan las pantallas informativas. ¡Feliz fiesta de Santiago, sobre todo a aquellos que llevan su nombre en sus numerosas variantes: Santiago, Tiago, Jacobo, Jacob, Jaime, etc.!

2 comentarios:

  1. Gracias Gonzalo, por toda la información que das del Apóstol y “el camino de Santiago” que se nos ha hecho atractivo muchas veces pero viéndolo también como una cosa imposible de seguir a los que no hemos tenido un tiempo para poder dedicarlo a ello. Por eso, bien acompañado, veo positivo que los jóvenes estudiantes, puedan sacar un tiempo de sus vacaciones de verano para hacerlo.
    Felicidades por la parte que tienes de pertenecer a la “provincia de Santiago”.

    Nos dices que: “el camino espiritual está abierto a todos… y también añades: … ¿No es la fe, al fin y al cabo, una entrega incondicional?... A este “camino de Santiago” me apunto también yo…”
    También yo quisiera ser capaz de hacerlo.
    ¡Buena fiesta y buen viaje!!!

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